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EL PODER DE LA PASIÓN (Serie: EMOCIONES INDÓMITAS 1)

EL PODER DE LA PASIÓN (Serie: EMOCIONES INDÓMITAS 1)

5.0
78 Capítulo
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"Solamente quiere que conozcas a su familia, la cual muy pronto será también la tuya. ¿Qué puede salir mal?" Eso se decía a sí misma al enterarse del viaje que haría a Montana en cumplimiento de meros protocolos, esos que tenía qué cumplir antes de unirse en matrimonio. Ahora, Audrey Nollan se divide entre la seguridad que le brinda su prometido Shaun y la pasión que el amor de Chase le despierta, aunque no puedan amarse libremente ya que éste es nada más y nada menos, que su futuro cuñado. "Seguridad es igual a felicidad." "El amor vendrá después". O al menos ese es el par de lemas que su madre le ha inculcado desde que era una niña. ¿Podrá Audrey continuar ciñéndose a la filosofía frívola de su madre, luego de su encuentro con el amor verdadero? "Eso, ya lo veremos."

Capítulo 1 PREFACIO

Y lo contemplé entrando por la enorme puerta, con las montañas ligeramente nevadas a su espalda, decorando el trasfondo. El sol brillaba abrazando la hierba color ocre de los prados, quemada por el frío rocío nocturno; creando un espectáculo multicolor del que los abetos formaban parte esencial.

De repente y sin explicación alguna, todo a mi alrededor hubo desaparecido.

Ya no escuchaba las risas frenéticas del hombre cuya cabeza estaba cubierta de un sin número de hilos plateados, casi al punto del colapso emocional por tener a uno de sus potros de vuelta en el establo.

Sé lo que estás pensando: algo sumamente extraño que un hombre se refiera a sus hijos con el término empleado para nombrar a las crías de equinas. Sin embargo, no lo es tanto si ese hombre ha pasado toda su vida criando ganado en un rancho del estado de Montana.

En fin, el silencio me envolvió, salvo por el sonido de sus espuelas al golpear la duela rojiza del suelo con pasos pausados, pero firmes. Parecía que mi cerebro había huido lejos, muy lejos, saliendo de mi cráneo. Como si se hubiera puesto en “Stand by” sintiéndose incapaz de asimilar dos asuntos a la vez. Por un lado la algarabía inundando la atmósfera de aquella estancia rústica y por el otro, esos ojos grises almendrados que se entornaron nada más percatarse del motivo de tanto espaviento.

Paró en seco y elevó las cejas con asombro, haciéndome notar la cicatriz en la del lado derecho.

“¿Qué la pudo haber causado?” Me pregunté, con la curiosidad tratando de abstraerme de mi estado de estupefacción, más la relegué al olvido con rapidez indescriptible.

No importaba, ya lo averiguaría luego.

Tiempo era lo que sobraba. ¿No es así?

Su blanca e impecable dentadura apareció en seguida, esquivando al monte teñido de marrón que poblaba la blancura de su tez visiblemente tersa.

Se levantó la zona delantera de la texana negra levemente, e instintivamente también sonreí, contagiada por ese toque aparentemente rudo y a la vez jovial que toda su anatomía irradiaba.

Chase Messer no me miró, mentiría si te dijera que lo hizo. Su atención entera recaía en su hermano, era claro que lo había añorado durante más de cinco años, pero yo sí que lo miré, vaya que lo hice. Nunca alguien me había embebido al grado de hacerme estremecer sin necesidad de tocarme.

Lo admito, si me lo hubieses cuestionado entonces lo habría negado rotundamente, porque nadie, absolutamente nadie, ni siquiera yo podría haber adivinado lo que vendría después. No imaginé que la pasión tenía tanto poder. El poder de cambiarlo todo.

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