Ni en sus sueños más salvajes Lyla se había siquiera imaginado que sería secuestrada en una metrópolis bulliciosa como esa, y mucho menos en un hotel de cadena de renombre mundial.
A pesar de cada uno de sus muy valientes intentos de escapar, quedó atrapada dentro del espacio confinado del ascensor y rápidamente fue dominada por los secuestradores. Sus manos se encontraban fuertemente atadas detrás de su espalda y su boca estaba amordazada de manera cruel, dejándola sin voz.
La chica no tenía ni la menor idea de la identidad o los motivos que tenían esos villanos. La llevaron con rapidez a un estacionamiento subterráneo, posiblemente para evadir al personal de vigilancia que pudo haber acudido en su ayuda si hubieran visto la cámara de vigilancia del ascensor.
Allí, sin demora alguna, la metieron en un minibús que ya los estaba esperando y se adentraron en la noche de inmediato.
De esa manera, Lyla fue llevada en contra de su voluntad, por lo que se encontró en una situación desconcertante.
Nunca antes en su vida le había pasado algo así, así que no tenía ni la menor idea de qué hacer.