img Conquistando el mundo  /  Capítulo 2 La despedida | 7.41%
Instalar App
Historia

Capítulo 2 La despedida

Palabras:3790    |    Actualizado en: 12/02/2021

o

playas de mi querida Santander y jugar a un juego online de guerras ambientado en la época medieval. Lo último es un poco friki, pero desde pequeña me cuesta

allí es donde conocí a Ana y Mar, también voluntarias, desde entonces nos llevamos bastant

e le ha ocurrido mentirme, cosa que le agradezco. Bueno a decir verdad, también tengo un amigo cibernético, pero al no conocerno

el mundo. Con los años confíe en Pascual, mi pareja durante tres años, otro que me traicionó a la primera de cambio. Mi última noche en la universidad lo pillé con mi compañera de cuarto, desde e

que dejar los estudios y dedicarme solo a ganar dinero. Hace dos años remedié la situación y retomé los estudios. Mi puesto es la misma rutina y llega a dese

s. Lo malo, que el puesto más cercano que me han ofrecido es en Teneri

samientos antes de viajar y estar aquí sentada me ayuda. Mientras disfruto del calorcito que me proporciona el sol me conecto a Slava, dos ataques m

arma. Quedan quince minutos para levantarme y pienso aprovecharlos. Anoche al final se me hicieron las mil para acostarme. Después de terminar de recoger me enganché al ju

me creo que no haya llegado tarde. Aprieto el botón para encender el ordenador, m

arde. Antes de colocarlo todo sobre el tablero de nuevo, limpio un poco la superficie, las limpiadoras de

ntras arranca voy a la máquina de café a por un capuchino. Por lo que ojeo en los expedientes h

lo revuelto. Él insiste en que nunca se peina, aunque tengo entendido que p

minutivo ya que no hay quién

perfecta sonr

días, pe

me por ese apelativo! Es una

fin de semana

voy a cont

s fines de semana, la consecuencia es

mucho. Quedé con unas amigas y nos echamos unas risas. ¿Y el t

es suficiente y se recompone, me responde con una estúpid

de semana delante del ordenador con el

riki me considera ya por no tener casi vida social, como para dec

s quedar con los amigos.

medio de un apoyo y no podía fallar a los compañeros—. Además, no entiendo por qué tengo que darte tantas explicaciones. Es mi vida, no l

arse para quedar frente a mí, pone su cara de seductor o e

bres incrédulas las chicas con las que me acuesto. Ellas sí que sabe

orte tres pepinos la inteligencia del hombre, te llamaré —alego—. M

úpida risa suya,

ue no los conoces. Solo hablas con ellos a través del juego. Venga, no seas tonta y queda conmigo el próximo

ganas de potar, ¡por Dios,

imulo con lo que logro

con el ego subido de tono. El hombre ese que dice

ligón de la oficina. Habrá peces en el

si se le marcan los músculos con la ropa que lleva puesta. Es para lo único que usa el cerebro el chico, una lástima. Hay q

choso ordenador se encienda. Para mi sorpresa no es así, son casi las nueve y media y aún el reloj

a mullidita silla. Accedo a Slava, pero el mensaje «terminar modo vacaciones» aparece en pantalla. «Mierda, h

l, mi buen amigo cibernético. No sé por qué, pero desde el primer día conectamos genial. Aunque debo reconocer que ambos nos las hicimos pasar putas al inicio del mundo. Ahora sin embargo, nos pasamos horas y hora

r quedan cinco minutos para salir. Lo raro es que mis

á fácil. No como me paso a mí, que me enseñaron la silla que he utilizado durante seis largos años y me dijeron «apáñatelas como puedas». Nada

—comenta sin dejar de reír mi

os, aparte de Mar y Ana, es la úni

ntras saco el bolso del cajón

la jornada laboral nos vamos al bar de enfrente a to

quedado

alrededor de su rostro infantil. Aunque acaba de cu

a llevo un rato con las caña

puertas doy un último vistazo a la que ha sido como mi segunda casa duran

aré en casa cuando nadie me vea. Odio que la gente me vea débil y sienta compasión por mí,

primera en acceder es Tamara y al ser un poco más alta que yo, no veo lo que hay en el interior hasta que no se aparta. Dentro están todos mis comp

que no quería despedidas

acerme caso, a fin de cuentas, me ale

abrazarme es

zcas, en esta empresa no se lib

ir de fiesta e intentar ligar con n

to abrazos, besos y frases de despedida. Debo de reconocer que no es ninguna molestia, todos te

tiene. Alguien me abraza desde la espalda y juraría que esas manos sé a qui

e algo raro. Creo que lleva más grados de alcohol en el cuerp

su abrazo y

s nasales—. Vas bebido. —No lo niega—. Por favor, puedes dejar de llamarme pelirroja, s

e sigue hasta que no

roja. —Intenta hablar con c

dices pelirroja? —r

comenzó a usar ese apelativ

para fijar la v

e recuerda a la chica de la que estoy enamorado. —Suel

s, no esperaba esa r

¿Pero sabes

e veo el semblante seri

que me sorprende—. Aunque no lo creas, llevo enamor

a situación. Al ver que habla en serio, me plant

hacerme oír—. Cuéntame la histori

con nuestras c

s vacías de la terraza. Le ofrezc

o torcido, recalca—. Deberías tomártelo como un

su últi

od

silla antes de

casa de mis padres. —Al ver mi sonrisa, aclara—. Des

le ilumina la mirada al pensar en ella. Pues v

lería, cosa que me cabreaba más. Pasadas unas semanas, comenzamos hablar en serio

o has

sin co

qué

una, no te joroba. Que

illa y hace aspavi

a tu respuesta si te dijera

aseo —afirmo

s bastante parecidas —se

o a un Lud que no conocía o por todas las cervezas que llevo en el cuerpo. El resto de compañeros hace

antes de despedirnos. No rechazo la invitación y aunque es una imprudencia por nuestra parte, permito

es mi sensación o una mano reposa en mi espalda. Giro la cabeza y no puedo evitar que se me esc

esa de descubrir que ambos estamos desnudos. «¡Mierda, mierda, mierda!», grito en

al baño. Después de una ducha voy directa a la cocina. Ne

rrió anoche, lo mismo al ir tan borrachos no hicimos nada. Y como soy de las que no usan nada para dormir, pienso que él es como yo. El pitido de la cafetera me

r. Nuestra larga conversación en el bar de Pepe fue amena. Cuando nos invitó a marchar

asiado para mi gusto. En ese bar fue dónde comenzamos con los chupitos. Al

apa en voz alta al

oda la noche hasta llegar a casa. No habíamos cerrado la puerta cuando ya estábamos arrancándonos la ropa. Por lo visto, iba tan borracho que no consigui

a vez que me pasa algo así. No hace muchos meses salí de fiesta con las chicas y desperté a la mañana siguiente en la cama de un desconocido. Hoy por hoy, no con

noche que no reparo en que el susodic

n voz ronca—. ¿Se puede saber qué b

arlo, ahora mismo me muero de vergüenza al saber lo que estu

oda fre

por f

mos en el contenido de nuestras tazas. Creo que no se atreve a hacer la pregunta del millón,

puesto el bóxer, tengo por

upes, me ocu

Parece ser que no se acuerda, mejor para mí. Se interesa por mi hora de partida, la cual, le digo. Nos despedimos como lo hacen los amig

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY