img Romance en la cofradía  /  Capítulo 4 La huida y la bella | 12.12%
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Historia

Capítulo 4 La huida y la bella

Palabras:1610    |    Actualizado en: 09/03/2024

ntada de blanco, hasta el techo lucía ese colorcito, que ya me estaba cayendo mal. Ellas me indicaron, que no me moviera de allí, que ya vendría

me atormentaban, porque no tengo respuestas para ellas; por otro lado y no me lo van a creer, de tanto b

te esto mamá? Por qué me hundes en lo absurdo? Siempre te obedecí, fui un hijo ejemplar y Para qué? Para que mi progenitora me mandase a esto, a qué arrastrara sus cenizas en espacios miserables. Eras de la secta? De ser así, me engañast

cató la

saba, esto pasa

la, besarla, no sé, verla llegar a ella despertó sentimientos en mi que creía dormidos). Cabello corto, negro y liso, cuerpo espectacular, tallado de manera perfecta; ojos pequeños, nariz perfilada,

en baja voz, como buscando que nad

vivir, ven c

endieron bastante; tampoco esperaba que ella, conocie

su paz, en su tranquilidad; necesitaba de esa energía, de ese equilibrio. Ella me obsequió sin merecerlo, una espléndida

o con usted voy has

é guiar mansamente, como el inocente niño que es llevado al colegio por su madre. Así

cale lo

aron; allí estaban, amarradas de pies y manos, cada una ocupando un poste, de los dos que estaban frente al altar. Diagonal a ellas, se encontraba el Verdugo; una tún

ro les advierto, no van a morir rápido, deben pa

r aquel oscuro acto. Que buscaba en cierto modo, hacer justicia, claro está, de una manera algo extraña

día, nuestro Príncipe ha

giéndose

calos con respeto, en e

ntagrama Invertido, mostrando a sus discípulos, las cinco puntas de la muerte, sobre éste, la Cruz de Leviatán y a los pies de ambas figuras, sobre una pequeña mesita de m

.Piedad,

al sentir el puñal

disfruta lo que haces, siente esa energía, goza ese

se

a siguió girand

cuches suplicar, arrastrarse pidiendo compasión, sacas el primer ojo, luego, cuando aumente la desesperación y el miedo, cuando el terror se apodere de su alma, extraes el segun

ora, as

despojadas de sus ojos y allí quedaron sus cuerpos, con aquellas cavidades abiertas, que dejaban escapar, cual río enfurecido,

biendo o bajando su dedo, para decidir el destino de un ser. Era culpable ella o simplemente era un instrumento de una just

er, temía a su poder, a su manera radical de actuar, no perdonaba su jefe fallas, no las aceptaba, la perfecci

nía en esa isla marginal, con gente intratable para ella. En unas horas hablarían con Kesner en una vídeo conferencia, se preparaba Luisa para la reprimenda, eso era seg

era bueno para ella. Todo era válido

do al nido

en su interior se había trabajado, eso se observaba a simple vista, es má

iero a la capacidad de soportar el cautiverio y esto lo digo, porque así lo percibía

s el mi

tengo q

terrogantes giraban en mi mente, como electrones al

sentía fresca y natural, debe ser de manantial, luego se puso a p

saber tu

taba haciendo; volteó su rostro hacia mí, me rega

rol

baja voz, sin descuidar

lo n

ez que le volv

sabes

ato de madera, de fino y lujoso acabado; en él había un pan, tipo campesino, relleno con jamón, d

ras han sido angustiosas; pero también requiero respues

lbert, todo lo sa

o último que d

e decir, es que todo lo s

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