on su abuela materna. Ella venía de una familia estricta, de esas que miden el valor de una persona por el apellido y la cuenta bancaria. Pero eso
carpeta con bocetos en la vereda. Diego, que pasaba en su bicicleta, se detuvo a ayudarla. Sus manos se tocaron por accidente cuando ambos i
ina del taller con la excusa de que iba a comprar pan, aunque ya tenía en casa. Diego salía a barrer la vereda a la misma hora en qu
zgar. A Diego le gustaba cómo ella hablaba de sus sueños con pas
artían un helado en una
o de que el amor
dó pensando u
. pero quie
ra vez esa tarde. A partir d
escolares. Él siempre la esperaba con su sonrisa tranquila y los brazos abiertos. Camila sentía que el mundo desaparecía c
nos los besos bajo la lluvia, los mensajes escondidos, las miradas cómplices en los pasillos de
e llegó
o. No dijo nada al principio, pero su mirada lo dijo todo. Le gritó que no quería que se relacionara con "gente sin futu
ntestó. So
por el trabajo duro. Pero para ella, nunca se había visto más perfecto. Camila se lanzó a sus brazos sin decir palabra. Lo besó c
ánticas. Pero tampoco hubo dudas. Fue rea
o mientras ella se acomodaba junto
pensarlo-. Si el mundo se a
n en otra ciudad, que podía trabajar allá. Que podían empezar de cero. Él no tenía miedo. Tení
e mientras veían las luces de la ci
nos s
o intentamo
ba con quererse para que todo saliera bien
raña. Mareos, náuseas, retraso. Hizo una prue
lo contó a Diego, él no reaccionó mal. La abrazó, le dijo
na familia, Ca
z, Camila pensó que quizá
ino porque un día la madre de Camila notó
uió fue un
uía con ese embarazo, arruinaría su vida. Que iba a convertirla en una paria. Que ningún hombre "decente" se
zó la amena
heredo. Te quito todo. Y haré
Suplicó. Pero
dijera a Diego que perdió al bebé. Que terminara con él
liente. No como pensaba. Se sentía sola, atrapada
inal..
bía tenido una pérdida. Que ya no podían seguir.
-le dijo él-
día mentirle más, pero tamp
ós,
co
orazón hecho pedazos y una mano en el vientre, jurando que haría todo lo pos
dibujos que Camila le había regalado y aceptó una beca para estudiar en otra ciudad.
undo, su hija crecía sin su nombre