e desde antes de que el sol saliera, como cada día. Preparaba el desayuno mientras Sofía terminaba de alistarse para la es
a después de la escuela? -preguntó S
ras allí tanto tiempo. Mejor te quedas en casa con doña
tenía otra i
storia, especialmente sobre su padre. Aunque su mamá evitaba el tema, ella no era tonta. Sabía leer entre
ho otras veces. Sabía a qué hora su madre servía en las mesas del fondo. Se acomodó en una de las m
onces que
la nostalgia. Estaba en medio de una jornada de reuniones con desarrolladores, abogados y arquitectos. Su empresa ya había adquirido má
a mesa, dejó su teléfono a un lado y pidió un café
que el hombre tenía un aire serio, elegante y... familiar. Había
ambién
tre los dedos. Dibujaba. Unas figuras simples, pero llenas de emoción. Cuando
-le preguntó,
sin temor, con esa mezcla de timidez y
é di
una mujer y una niña caminando por un parq
i mam
s trazos. Y algo más... algo que
ó, aunque su voz salió alg
ijo ella-
ie
iego no sabía por qué sentía que conocía a esa niña. No solo por los ojos. Era alg
sabe que vine. Me dijo que no viniera hoy, pero... me
. En ese momento, Camila salió con una bandeja en las manos
ó su figura de espaldas y luego d
ho -comentó, sin sa
ás important
de él volvió a
afé en la mesa sin esperar el cambio. Miró una últi
dibujo -le dij
ardándolo como s
la bandeja vacía y, por primera vez
s aquí? ¡Te dije q
lo quería estar
ospechó nada. No notó el vaso de café que aún estaba
pasado y el presente ha
de ojos
n el corazón
uardaba secretos im
ue ya había com