LI
s conseguir
mi computadora, esperando, rezando, esperando y haciendo todo tipo de tratos
o,
ayor Samuel cuando llevábamos seis meses
engordado un poco estando sentada frente al portátil, enviando correo
y ninguna foto
a? , me dijo,
la gente gord
trabajo, trabajaba con nuestro padre en un negocio de pesca en barco en el lago Tahoe, llevando a los vis
liendo a pescado. El único problema era que, al final, parecía que no tenía opciones. El desempleo era alto, la economía estaba lenta y había demasiados
ué? quis
contabilida
asignatura tras varios intentos fallidos. Además, me aburría muchísimo, y l
n más, llegó mi
a preguntándome si estaría inter
, pregunté. -¿O sea, una
ijo el reclutador con rigidez, clara
-. ¿Los asistentes personales no sir
encia digital o en publicidad, o algún tipo de negocio
al cualquiera , dijo el reclutador. -Tu cu
vergonzoso. Había oído el nombre, pero no
o no? preguntó el r
lo si
o ella con énfasis, ante
lo h
e éxito, la mayoría de las cuales tenía en mi teléfono. Leí un artículo que lo describía como una especie de niño prodigio, un innovador que pasaba más tiempo practicando deportes extremos que sentado en una silla de oficina. Estaba divorciado, era padre soltero con una
y apreciar a mis hermanos y padres. No era para nada un buscador de emociones; odiaba salir incluso en aguas tranquil
rsos Humanos de HumanITy. Una señora mayor, con mucho maquillaje, me hizo algunas pregunta
uego l
contenerme para no frotármelos constantemente. Sabía que daba la impresión de estar nerviosa e inquieta, algo que no es precisamente lo que uno busca cuando busca trabajo en Silicon Valley. Para entonces, ya sabía q
ron esperar má
me llamó y me informó, con total natur
i siquiera conocía a
da , dijo Jade Holland ,
o h
a, y se levantó. Ape
ezar el lune
supu
incipio, no había nada s
Después de unas horas, cuando ya dominaba la computadora y la agenda, lo cual no fue tan difíc
Daniela a los tres. Es importante,
Recorrí el edificio, preguntando a todo el que pude dónde encontrar al Sr. R
, me dijo. -Las olas han es
dijo el nombre de la
empresa -dijo Miicha
go di una vuelta buscando el Jeep que Michael había mencionado, lo cual fue toda una haz
a nada más que h
aba un traje de neopreno, enrollado hasta la mitad del cuerpo, con una tabla de surf bajo el brazo. S
or Re
para mirarme, mirando mis zapatos, de t
guntó con voz pro
dí la mano y ni siquiera la miró. En cambio, abrió la
ó que la buscara. ¿Tiene una
No es ninguna
arse el traje de neopreno, para luego quitar
a dónde
re estab
tamente