reflejando la sonrisa de mi prima Isabella Vargas, flamante chef
né yo, y ahora ella la vendía como suya, construyendo su
la espalda y me llamaron "envidiosa"
, mis sueños de chef se convi
no existía, cerrado por deudas y el escándal
humillación del embargo
or, me culpó: "¡Arrui
i pequeño apartamento, cerré
eó mi cara y el aroma a
. El calendario m
ue Isabella apareciera en telev
tenía una segun