d con una expresión pétrea, los labios apretados en una línea dura, las manos firmemente apoyadas sobre las ruedas de su silla. La luz del atardecer teñí
ora enfrentaba otro desafío: reemplazar a
Adrián seguía disfrutando de sus vacaciones, al otro lado del océano, Eduardo Cisneros se preocupaba en silencio. No era solo por el futuro de la empresa, sino por
su voz grave y cargada de preocupación, ape
sculos de su mandíbula tensos como u
as arreglaré aquí -gruñó con esa autoridad natural qu
spiró, pasando la mano por su cabello, ahora con más canas que hace un añ
para ti en todo momento -añadió, su voz algo t
s de la ciudad empezaban a encenderse, pequeñas e
ios igual que Adrián -espetó, con una dureza que
día cortarse c
ro de Alan. El apretón fue breve, casi torpe. Luego, se giró y se mar
, inspirando el aroma de madera encerada y cuero. Exhaló lentame
.. todo dependía ahora de un hom
tante barato, Maritza Méndez estaba cerrando la puerta de su casillero de un golpe seco. La bata blanca colgaba todavía de su brazo
ales quebradizos como porcelana rota, la obs
-. No podemos permitir su comportamiento. ¡No puede grita
azos, clavando en ell
riar bebés llorones. -Su voz era un látigo seco que cortaba cualquier int
blusa sencilla y unos jeans gastados. La mujer alzó las cejas, ofendida, pe
e alguien pague tanto dinero
ue tan espeso que se podía oír
zanjó la directora, girándose
stado y salió del lugar sin volver la vista atrás, como q
mechones sueltos, haciéndola estremecer. El cielo, cu
vimento agrietado. Las luces de los negocios parpadeaban en la penumbra cr
el aire con una promesa vacía de consuelo. El murmullo de conversaciones ajen
er en una silla junto a la ventana, mirando sin ve
talla agrietada reflejando su rostro c
abrió su carpeta en la nube y empezó a enviar currículums
epcionista, encargada de
esa de formica agrietada. Cada clic enviando un currículum era como arroj
archivando papeles?", pensó con amargura, g
último currículum a una oferta vaga que pedía: "Asiste
ien los requisitos.
nza líquida, y salió del local, envolviéndose en su chaquet
e enviar su currículum.
o como siempre, ya comen
^
izado de papeles desbordados, carpetas abiertas y tazas de café medio vací
amilia, hojeaba currículums con un
onrisa falsa... -murmuraba entre dientes, d
papeles y se volcó a revisar
ces cuando
oterapeuta. Historial académico impecable. Amplia
inutos encontró reseñas de clínicas anteriores: "tormenta
do, una chispa de di
eresa
: alguien que no se dejara amedrentar n
, tomó el teléfono
^
as y el frío se colaba sin piedad, Maritza buscaba en vano algo para cen
o -murmuró para sí, sintie
to de abrir la app de reparto, cuand
o desc
ño fruncid
Bue
poración Cisneros. Me gustaría saber si está disponible para un puesto
otro lado la sac
su oído un momento, mirándol
personal? -re
¿Está in
squina del techo, la calefacción rota que chisporroteaba de vez en cuando
posición de
almente, su voz ba
na a las diez en punto. -Y
a como si quemara. Se apoyó en el r
ra quién iba
a qué le
una forma u otra, estaba a p
cho menos poder callar sus arrebatos. Pero de algo esta