na risa seca y amarga escapó de mis labios. No podía
rcasmo. "¿De verdad esperas que me crea eso
aron de lágrimas de cocodrilo. "Hemos estado cas
i corazón estaba muerto, y ella lo había matado. Sabía perfectamente de
su embarazo como un escudo, una excusa para todo. Continuaba su
l bien del bebé. No quiero que el estrés lo afecte," l
no sentía celos, ni rabia. Solo un profundo y asqueante hastío. Dejé de luchar, dejé de discutir
rdió la oportunidad de cul
ros padres. "No se preocupa por mí ni por el bebé
esposo insensible que no apoyaba a su mujer embarazada. Mi padre me dio un sermón s
do, en su infinita arrogancia, emp
útil, ¿por qué no me traes un c
che necesita un
momento difícil," decían. Me mordía la lengua para no gritarles que el único q
ras, silbando alegremente. Llevaba una toalla alrededor de la cintura y el pelo mojado, obviamente aca
o, "tropezó" y dejó caer un vaso de agua al suelo. Antes de que pudiera reaccionar,
ierna! ¡Ricar
nando, envuelta en una bata. Al ver a Fernand
u pierna con una preocupación que nunca me había mostrado a mí, ni siquiera cuando estuve enfermo con fi