bló la esquina. Caminaba deprisa, apretando el bolso contra el pecho, como si fuera sufi
da de harina. El azúcar aún se le pegaba a la muñeca, un recordatorio de la rep
éstamo. Un respi
iera. Pero al mismo tiempo, otra parte gritaba con más fuerza: «
o aire acondicionado que la hacía tiritar. En la fila, Clara revisó el papeleo: extractos, recibos, facturas. Todo esta
te, un hombre de traje gris con aspecto
n hojea una revista vieja. "Eh... Panadería Martins, ¿verdad? Una empresa un
la silla, intentando
omoción, pagar a los proveedores por adelantado, puedo duplicar las ventas du
ividad en el alma. "Señora Clara, desafortunadamente, su historial crediticio es muy bajo." No hay garantías reales aparte del propio local
. Claro que el nombre de Albuquerque estaría
susurro. "Trabajo duro, pago a todos los proveedores. S
Clara salió del banco con las piernas temblorosas. El sol ya empezaba a ponerse, tiñe
rsal, al otro lado de la calle. Más filas, más papeleo, más miradas de lásti
a, he oído que recibiste una notificación. Ven esta no
secretos, incluso los que quería enterrar. La invitación era sincera: Luísa siempre había sido generosa. Rica, cas
in contestar. No iba a humillarse. No i
misma desenfado con la que comentaría el pronóstico del tiempo. Cuando por fin se sentó en el banco de madera de la parada, Clara sintió un hormigueo en las piernas. Las bols
saje, esta vez de Ana, la prima leja
ía! Es solo un lugar viejo, aún eres joven, puedes conseguir tr
ue no era solo un lugar viejo? Era lo único que aún la conectab
aba a desaparecer tras los altos e
por esto, no
rillento donde anotaba sus pedidos. Mañana tendría dos pasteles de cumpleaños, cuatro docenas de
Enzo Albuquerque estaba apoyado en la puerta de la panadería, todav
anto, Clarita. Ven conmig
ahora, años después, allí estaba él, dueño del edifici
ue tragarse todo lo que había tragado para
ara. Subió despacio, pagó con las monedas que
la frente surcada por la preocupación. Pero en el fondo de sus ojos, una chispa. Pequeña, pero viva. "No importa cuántos
perceptible, se dibujó en sus labios. Aún tenía fuerzas