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Historia

Capítulo 3 Una sonrisa rota

Palabras:1149    |    Actualizado en: 10/07/2025

ados charlaban en voz baja, mezclando palabras como acciones, fusiones y adquisiciones. Entre ellos, Enzo Albuquer

ajeno al vapor que se disipaba. Frente a él, Lucas Viana, su socio y ma

l de la panadería, y hemos cerrado todo el perímetro para la nueva torre.

e la mesa. Al otro lado de la calle, a través de la pared de cristal, podía ver la panadería. Pequeña, est

ar

arillenta del interior parecía envolverla en un capullo que contrastaba con el frío hormigón de la ciudad.

impaciencia. "Te dije que si no entrega las llaves, el depar

a de pastel en las manos, sonriendo. Clara le devolvió la sonrisa, pero Enzo supo reconocerla: era una sonrisa rota. Se pasó la mano por la barbilla, sintiendo la barba rala que insistía en crecer durante las largas reun

la mesa, ignorando el bu

in apartar la vista del vaso. "¿Y

ajada, quitándose las gafa

banco ya lo ha denegado todo. Es solo cuestión de tiempo. Y si es demasiad

e. Lucas se inclinó hacia delante, oliendo algo más que negocios. "¿No me digas que ahora vas a tener una crisis de conciencia

ulo saltó en su mandíbula. "

papeleo se resuelva so

egarlo, Clara era como una astilla clavada en su piel

stándose el delantal manchado de glaseado, y charló con un repartidor que gesticulaba dema

hacia atrás, ignorando la

ntó el socio, intenta

elo a mi

"Ten cuidado de no mezclar c

o a todo el café. No respondió. Simplemente se fue, g

prisas, no la ayudó en absoluto: dejó todo apoyado contra la pared y desapareció en su

uró, intentando recu

lara se estremeció antes siquiera de darse la vuelta. El aroma

que conocía mejor de lo que quería admitir: la sonrisa contenida, los oj

nz

isma calma de si

apodo. Ya no era Clarita.

quie

nos, como si fuera lo más natural del mu

ella, intentando recupera

reve, pero suficiente para que una corrient

." Hizo una pausa, esbozando una

en el estómago. "No p

ontra su cadera para hablar más cerca.

la panadería. Él la siguió, cargando la caja como si fue

dose en el mostrador, el viejo reloj, el d

o has cambiado nada." Clara le quitó la caja de las manos, la colocó detrás

te con las yemas de los dedos sobre el mármol.

un tono tan tranquilo que casi sonaba crue

tirarle el trapo a la cara, echarlo de allí. Pero algo en

olo estaban ellos dos, atrapados en un antiguo juego de p

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