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Historia

Capítulo 4 Un dulce veneno

Palabras:1074    |    Actualizado en: 10/07/2025

Aún olía al perfume floral de Luísa, su ami

aciones para tu campaña de Pascua, al m

s de otra noche de cálculos, deudas y facturas

a mano que no se atrevía a beber, con una sonrisa educada, repitiendo las mismas frases: "Soy de Co

era de lugar, como un bombón perdido en una vitrina de joyas. Recorrió la sala con la mirada, buscando a Luísa, pero solo vio cabezas desconocidas. Apretó

guntó una voz baja, casi

alor hasta las yemas de sus dedos. Se giró lenta

Albuq

con el que negociar. El esmoquin le sentaba como una armadura a medida. Una pajarita suelta, un vaso de whisky en

nocía a filántropos como tú mezclados con panaderos de poca monta". Enzo sonrió, inclinán

mano, sin apartar la vista de ella. "Además, desde la univer

r medio paso. No porque le doliera recordarlo,

do tarde a clase de economía, con los libros abrumando su mochila. Enzo apoyado en la par

n la vieja máquina del centro de estudiantes. Entre las risas, los besos prohibidos, el futuro p

ara. La soltó. Y allí estaban de nuevo, como si nada hu

a barbilla. "Vine a pedir donaciones para proyectos comunitarios. So

lado. "¿Tanto

n lado, pero él la si

Enzo. Ya te lo dejé claro cu

si inaudible. "¿De verdad crees que puedes

ómago cuando él se incli

comprado todos los huevos de Pascua, todo el chocolate". Su voz era un veneno dulce. "O podrías haber pedido u

Y no acepto limosn

las manos como admitiendo la derrota; una derrota que

ñalando a la multitud de oficinistas. "¿Alguno de

do con fuerza el bolso. Él

eras más inteligente. ¿Suplicando limosnas de esos ric

-Se acercó de nuevo, tanto que Clara sintió un calor que le subía por la nuca-. Sé que aún sueñas con salvar ese

, tantos secretos. El deseo de abofetearlo se mezclaba con el

olo porque tienes dinero, te equiv

n cerca que sus labio

te?", murmuró. "¿Y si quie

, luces, destellos, música de fondo. Allí, todo parecía quieto, sol

ión. Clara parpadeó, como si despertara de un trance. Se apartó de Enzo y respiró h

por el aire, con esa sonrisa

fácil, Clarin

zando la habitación, ignorando las miradas

da sería fácil. Sobre todo c

rte de ella -terca, orgullosa, todavía he

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