s con una desesperada avi
anjero. Una nueva vida, un nuevo comienzo. Se hab
vaba el desayuno a la cama, la llevaba a paseos tranquilos por la costa y se
nciliación. Su padre estaba aliviado. Su
una sonrisa de suficiencia-. Te a
u teléfono cada pocos minutos. Notó los regalos que le traía: una bufanda de seda en un tono de azul que a Julia le encantaba, una novela de
inó un martes
a se abrió de golpe. Damián estaba allí, su rostro una máscara atro
-gruñó, acerc
amente su pincel en e
a de lo que e
esonando en el amplio y luminoso
ombros, sus dedos c
a! ¡Intentó suicidarse! ¡Se
aire entre ellos. Julia intentó suicidar
onmoción, ni piedad. Solo
bia dando paso a un sonido crudo y roto-. Y es tu culpa. Tú
a vez amó, su rostro contorsion
s a
lágrimas no derram
¡Es tu hermana! ¿No tienes c
ientras que él era el que la había dejad
untó Elena, su voz un susurro dist
Eso no es suficiente. Vas a expiar tu culpa. Irá
arre se apretó, su rostro
sto de tu vida. Serás su sirvienta. Harás lo q
or que solía sentir. ¿Por qué? ¿Por qué, después de todo, sus palabras todavía tenían el pod
los bordes. No podía encontrar las palabras para defende
usurrar, las palabras sabiendo a
oz resonando con absoluta convicción-. Julia es
o, tal vez conciencia de su propia crueldad, br
na,
demasia
ió hasta convertirse en una carcajada llena de lágrimas. El sonido era salvaje
se difuminaron en un remolino sin sentido. Lo último que vio fue el ros
mundo se v