lanco y estéril. Lo primero que vio fue a Damián, sentado en una silla
su voz cargada de
ntía nublada, luchando por reconstruir lo que había sucedido. La d
sus manos. Era una pequeña
-preguntó, c
ego a ella. Parecía vaci
tiene un
suicidio de Julia. La pérdida de su bebé. Y su
uello. ¿Una pintura? ¿Para el hijo de su prometido y su hermanastra?
nfocaron en la caja de
ata, su hoja exquisitamente afilada. Era una herramienta profesional para una artista qu
", decía la tarjeta. "Que s
abía tomado la mano, traza
do-. Son mágicas. Nunca dej
tan dulce que
reguntó Elena, el pavor en
lata brilló bajo la suave luz de la h
ue uses t
bitación como piedras. Sangre. Su sangre
n un horror frío y creciente. Esto no era solo un insulto. Era una profanación. Era u
, ¿por qué esta nueva crueldad se sentía como una herida fresca? Pensó que había blindado su c
e esto como una forma de que expíes tu culpa. Una forma de que todos superemos esto. -La miró, sus ojos rogand
a palabra er
entrecortado-. ¿Por querer que mi prometido fu
se alzó, su culpa volviéndolo defensivo-.
la garganta antes de que pudiera detenerlas. Eran salva
eció, confundido
hablando? Est
alofriante-. Estás voluntaria y deliberadamente ciego. -Miró el bist
libra de carne. Pero
su voz bajando a u
areció a
na. Sabía que
jos clavados en los de él-,
ó, sin co
Qu
un mapa de venas azules-. Si voy a expiar mi culpa, entonces tú serás quien ejec
, pero su exigen
ómo sucede. Y quiero que recuerdes este m
isturí, luego su muñeca, su rostro palideciendo. Recordó
no...
está el hombre que me acusó de no tener corazón? ¿Dónde está el hombre
ergüenza. Arrebató el bisturí d
antaba la hoja. Vaciló, sus ojos fijos en su muñeca
olo lo observaba, sus
de repente,
zó el rostro de Damián. Pens
El
. Si voy a hacer esto, lo voy a hacer correctamente. No quiero desmaya