e Elena. Observó cómo los médicos y las enfermeras se afanaban a su alrededor, conectándola a goteros intraveno
ue debía mezclarse con agua, Elena estaba demasiado débil e inconsciente para tragar. Sin pensar, Damián se llevó la medicina a la boca y p
jos estaban claros, pero vacíos. Cuando l
amián, estalló una nueva crisis. Una enfermera entró corriendo, presa del
hospital, luciendo aún más frágil que antes. El d
ión del... incidente. Necesita un trasplante
mbién era su culpa. Había presionado a Julia, prometido enviarla lejos, lo que la llevó a
través del panel de vidrio de la puerta. Estaba sentada, mirando
ó de que Elena le debía esto a Julia. Era una vida por una vida: la vida del bebé que Elena, sin querer, había hecho
n la ha
entir su presencia, sus hom
ervando su reflejo en el os
muriendo -dijo,
maneció e
a ósea -continuó-. Los médicos d
una torcedura amarga y
oincid
o, acercándose-. Esto es el destino. Est
irarlo, sus ojos ardiendo con un fuego frío-. ¿D
l-. ¡Por tu culpa, perdió a nuestro hijo!
dijo ella, su voz
itir eso significaría admitir que todo esto -el dolor de Elena, el bebé perdido, la enfermedad de Julia-
gas, cancelaré la fusión. Usaré todos los recursos del imperio Ferrer para
su mano flotando
aré. Podemos dejar todo esto a
de su toque como
me importan tus amenazas. El compr
, tirando de ella para ponerla de pie. El m
a hasta que yo lo diga. Me perteneces, Elena. Siempre me has pertenecid
dora. Este no era el hombre que
nuevo, su voz ahora escalofriantem
su voz temblor
un sonido f
ue tienes
randes con trajes negros estaban afuera, junto con una enfermera empujando un carrito.
oz suave y terrible-. O podemos hacerlo por la fuerza
rdura. Eran los ojos de un hombre que había perdido completamente