, elegía a su primer amor, Aria, en lugar de a mí, le restaba puntos. Cuando la puntuación llegara a cero, me iría. Los últimos puntos desaparecieron
yo me estaba muriendo. "Doctor Santos, tenemos una mujer sin identificar, O negativo, desangrándose. Está embar
lo que puedan por la paciente, pero ahora mismo no puedo desviar esfuerzos". Luego colgó. Condenó a muerte a s
ítu
dedos rozaron un diario de cuero escondido en una caja de zapatos, detrás de las botas de invierno de Caroline. No parecía de ella, ya sus diarios siempre eran de co
undible de Caroline: "El plan de divorcio de 100 puntos". Bla
matrimonio es un error, se restarán puntos. Cuando la puntua
as. Cada entrada tenía una fecha y un registro meticuloso de sus supuestas transgresiones. -1 punto: se olvidó de nuestro aniversario. Otra vez. Estaba
ltima botella de un vino añejo que yo llevaba tiempo busc
ulpa. No lo veía como un registro de sus fracasos, sino como un testimonio de lo obsesionada que estaba su esposa por
a provenía de una buena familia y se veía que era capaz de llevar las riendas de la casa Santos mientras él
icaba nada. Cuando encontró sus gemelos, cerró la puerta del armario, olvidando el cuaderno, ya que tenía cosas más importantes en las que pensar. Llevaba un co
loc grande, con el ceño fruncido, concentrada. Ella levantó la vista cuando él en
vez", respondió él, aflojándose la corbata. "Es la inauguración de l
n dibujo de una habitación infantil, lleno de detalles y de una luz suave. Había una cuna, un móvil con pequeñas estrellas y una mecedora.
con voz plana. Caroline cerró el cua
Quería ser el primero en llegar y ver la cara que la joven iba a poner cuando viera el collar. Incómodo, se quedó ahí de pie, en silencio, hast
amas y un humo negro se elevaba hacia el cielo nocturno. La voz del reportero sonaba urgente: "Los bomberos se encuentran en el lugar de los
aves, el abrigo y salió corriendo por la puerta sin decirle nada a Caroline. No miró para atrás, ni s
lo con sus propios ojos. Entonces condujo por la ciudad, con las manos apretadas s
tentes, el rugido del fuego. Blake se había bajado de su auto y ahora est
que sacarla!", gritó él, tra
estructura se puede derrumbar en cual
puedo dejarla atrap
con la voz quebrada por una desesperación que Caroline nunca había escuchado en él. No por ella. Nunca por ella. Blake miró el edifici
e lo agarró del brazo. "¿No sabes quién soy? ¡Soy Blake Santos! ¡Estas manos valen oro! ¡Hacen milagr
arecía una bofetada. En ese instante, Mark vio a Ca
ne... y
rk, Blake lleva obsesionado con esa mujer desde el colegio. Pens
o había intentado todo. Lo había amado con todo su ser, con la esperanza de que algún día él la viera. Decoró su hogar, se ocupó de sus obligaciones sociales, lo consoló después de largas cirugías y so
o olvidado, en todos los planes que él canceló, en todas las
adora de su amor. Una manera de marcarse una meta y escapar de un matrimonio que la estaba consumiendo. Y esa
iendo, pero, por lo demás, parecía ilesa. La abrazó como si fuera lo más preciado del mundo, con la cara
novia estuviera a salvo con los paramédicos, el cuerpo de Blake finalmente se rindi
ala benéfica donde lo conoció. Era el hombre más brillante y cautivador que había visto en toda su vida. Un neurocirujano muy prestig
nte de eso. Pero, cuando él le propuso matrimonio seis meses después, pensó que había
amigos de Blake, borracho y con la lengua suelta, contarle a alguien la verdad: "Blake solo se casó con ella porque Aria
salió y compró el diario negro, como su último acto de autoprotección. Iba a medir el dolor hasta que se volviera insoportable. El regreso de esa mujer a Boston después de su divorci
mientos. "¿Señora Santos? Su marido está estable. Inhaló mucho humo, pero se recup
va a entrar en razón", dijo Sarah, poniendo una mano sobre su
ra, dejándolos atrás. Cuando regresó a su casa, la cual se sentía vacía, s
a su carrera por esa mujer. Agarrando el bolígrafo con firmeza, continuó: -10 punto
o cuenta de que solo quedaban unos p