ra salvarme la vida. Su promesa -"A Elena Fuentes no la puedo perder ni una sola v
idas. El hombre que amaba fue reemplazado por un monstruo que la ad
a humillaba a mi padre hasta la
viviente, haciendo que me quitaran un riñón sin
padre, esparciendo sus cenizas en el sue
ución fría y dura. El héroe que una vez me salvó se había ido, dejando
ngí mi propia muerte. El mundo cree que Elena Fuentes murió en un accidente aéreo. Cinco años despué
ítu
era un héroe
ero del imperio inmobiliario Garza, sino porque había sido
o eso por mí,
s gradas donde yo estaba sentada. Braulio lo vio. Sin pensarlo, desvió su moto, recibiendo él mismo elpreguntándole si se arrepentía de sacrificar su camp
o sus palabras resona
-dijo-. Pero a Elena Fuentes no
era un obrero de fábrica jubilado, un hombre amable y devoto que no podía creer que su hija se hubiera casado en un mundo así. Pero el amor de Br
e Norman entró e
afirmaba ser la última descendiente de un olvidado linaje místico europeo. Hablaba de energías,
io quedó h
Era poderoso, pero se sentía sin propósito. Celeste vio ese vacío y lo llenó con sus tonterías.
solo le cre
l. A mí me trasladaron a una habitación de invitados. Dijo que era necesario para su viaje espiritual. Ce
sábanas tenían que lavarse a mano con jabón hecho de aceite de oliva bendecido por la luz de la luna. Sus cámaras de
pia "purificación". Dijo que mis orígenes humildes hacían que mi alma fuera p
extraña obsesión que eventualmente superaría. Me aferré
ñicos el día que mi
sero, su orgullo y alegría. Cuando vio a Celeste, le ofre
dió como si est
xiante -declaró, su voz llena de a
ió una "limpieza". Braulio, mi esposo, el hombre que una vez me había
que se disculpara con los "espíritus de la casa" por su intrusión. Mi padre, un hombre de dig
etuviera. Grité, lloré, le
o era frío, una más
n -dijo-. Celeste está limpi
uel. Miró la simple cruz que mi padre siempre l
falso e impotente -se burló-. Es un
spaldas que se la a
cuando mi pad
rió en el frío suelo de mármol de esa mansión, agarrándose e
ntía por Braul
ces que el hombre con el que me casé se había ido, reemplazado por un monstruo. El abuso no se detuvo. Se intensificó. Cuando a Celeste le diagn
más queridas de mi padre: sus libros, su sillón gastado, las fotos de mi madre.
rapada en el segundo piso, con el tobillo torcido en el caos. Braulio pasó corriendo por mi habitación. Nuestras miradas s
Orbe Celestial!
ra salvar uno de sus inútiles "artefactos sagr
o que necesitaba: pruebas. Celeste era una completa farsa, una estaf
ería que hiciera en su nombre, otro de sus crueles recados. El vuelo est
en un vuelo diferente a un pequeño pueblo en Oaxaca.
ue debía estar se estrelló en e
ntes muri
nte rompió su engaño, Braulio Garza expuso a Celeste. Usó su inmenso poder no s
tigándose a sí mismo en un exili
libre. Y nun