Instalar App
Historia
Incendiar su mundo: La furia de una esposa

Incendiar su mundo: La furia de una esposa

Autor: Gavin
img img img

Capítulo 1

Palabras:1493    |    Actualizado en: 14/10/2025

iete meses de embarazo. Mi esposo prefirió consolar a su becaria por un gato callejero en lugar de

recién nacido, obligándome a arrodillarme y pedir perdón para proteger su carrera polí

l que me casé

amilia de ella, supe que irme no era sufici

ítu

Elizon

, sino con una llamada telefónica mientra

sintió terriblemente definitiva. Salí tambaleándome del cuarto del bebé que había estado pintando de un suave y esperanzador amarillo canario, y me desplomé sobre

s mi celular, con los dedos resbaladizos por el sudor, y marqué el nú

suave y profesional, la voz que usab

un poco ocupad

ándose de mis pulmones-. Algo anda

los de los brazos. Era Isabella Serrano. La becaria de la campaña. La hija del aliado político que Ricardo no podía

oz de Ricardo estaba teñida de impaciencia, no de preocupaci

a de dolor me recorrió, tan intensa que me robó el alien

. Luego, su tono se suavizó, pero no era para mí-. Está bien, Is

ó. Más fría que el

un susurro ronco-. Te necesito. Creo que est

dad severo. Vio un gato callejero en el callejón y se descontroló por completo. Estoy tratando de calmarla.

llejero. Estaba manejando una crisis inventada por un gato calleje

ndo a ceniza en mi boca-. Claro. Siem

que es esto. Necesito el respaldo del Senador Serrano.

ico que mató a mis padres, el accidente del que él me había sacado. Me había abrazado en el hospital, su agarre firme y tranquilizador. *Eres ta

lviéndose en un charco de lágrimas y sangre-. Lo prometiste. P

s suyos brillando con lo que yo había creído que era amor incondicional. *Pase lo que pase*, había d

u voz distante, ya desconectada-. T

espuesta. La lí

abdomen se intensificó, una agonía implacable y desgarradora que reflej

sus rostros una mezcla de calma profesional y lástima. Una de ellas, una mujer de rostro amable,

dita en la mano-. Necesitamos una firma para el consentim

peligro. Y él no e

pesada. Me llevaron a toda prisa a las luces cegadoras del quirófano. Lo últim

lo posible por

téril. Una enfermera revisaba mis signos vitales. Mi pri

né, con la garga

amable-. Es prematuro, está en la UCIN

que se sintió como una droga. Est

ción, que todo el peso de la traición de Ricardo se derrumbó sobre mí. Finalmente apareció, su traje

ino

y enrojecidos. Llevaba una de mis batas de seda, la

o añicos en un millón de pedazos. Debí haber hecho un s

bien -dijo, tratando de tomar m

e era tan grave. Le dije a Ricardo que viniera, pero mi ansiedad... se pone tan mal. Me siento terrible

su expresión suavizándose con una ternura

muró, su voz un retumbo bajo y

consolan

lo, y ahora estaba aquí, en esta habitación de hospital que olía a antiséptic

Todo era una mentira. El hombre con el que me casé, el hombre que amé, se había ido. En su lugar había un extraño

apó de la comisura de mi ojo y t

demasiado ocupado acaricia

amor que sentía por él se agrió hasta convertirse en algo frío y

ecisión. Ahora, yo t

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY