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Historia

Capítulo 2

Palabras:1129    |    Actualizado en: 24/10/2025

Garz

la loción carísima de Fernando llenó el aire, una intrusión emp

a y condescendiente calidez que usaba cuando quería algo. C

cupada,

, su barbilla casi rozando

un peque

pe

ual, como si hablara del clima-. Estaba pensando... que

la prístina cartulina blanca, manchando el nombre de un respetado juez. El sonido

os padres cuyo sacrificio le había dado todo. Quería que ella se sentara

eron un susurro fantasmal, per

no seas

de mis padres? -Finalmente lo miré, mis ojos a

el estómago. Tuvo la audacia de parecer herido-. Pero Karina está esperando un hijo mío. Va

ofunda y manipuladora, como un

rensiva. Eres Elara Garza. Sabes

etada. No estaba pidiendo mi compre

s, la tomé y deliberadamente vertí el líquido caliente en el suelo, a unos centímetros

comprensivo para ti? -preg

tó. Su calma era más exasper

so hacia mí, su mano extendida como

o si su toque

trevas a

ándose. La máscara encantadora se deslizó, revelando la fr

temblando con una rabia

s termin

o y puntiagudo abrecartas de plata, un regalo de mi padre. Lo levanté, no como

presión cambió. No a m

. Te vas

e mi garganta. Sus dedos se envolvieron alrededor de los míos, tratando de arranca

lor agudo

ja, brotó de un corte profundo en la palma de mi mano. Goteó sobre el plano de las mesas, ater

mos helados, mi

o y alegre pertenecía a Karina. Lo sabía porque lo

rante. Miró el ce

ont

al instante, goteando una ternura que no me h

do con el abismo que se abrió en mi pecho. Sentí como si mi corazón estuviera siendo

nquilizadoras a ella, mientras mi sangre seg

llamada y se volvió hacia mí. Dejó escapar un larg

siquiera mirar mi mano-. No qui

ue las palabras manipulad

, pero también se sentiría incómoda si fu

a y rota escap

brillante sol

a los ojos, su mira

é. La gala

alabras. Cancelada. Había cancelado el homen

urió de un ataque al corazón seis meses después, un hombre destrozado. Quedé huérfana. El patriarca de los Villarreal, el abuelo de Fernando, había hecho un juramento sagrado sobre la tumba de mi padre de cuidar d

rlo. Por una mujer que habí

ante e hizo algo tan monstruosamente cruel que me dejó sin aliento. Apartó suavemente u

s -susurró, sus labios fríos contra mi piel-. Entonces todo vol

de mi propia sangre, el fantasma de s

-

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