ista de So
enía que se
uerdo borroso, de vuelta
ce cin
una cruel repetición en Technico
trero de neón parpadeante en el paisaje de mi pasado. Dieci
un evento de catering de lujo al que asistía, tratando frenéticamente de equ
la novela romántica, pero sucedió. Su mirada, de un azul sorprendentemente intenso, atravesó el
boy notorio, el rompecorazones con una debilidad por las chicas d
movió hacia mí con la gracia de un depredador. Se detuvo j
guntó, su voz un murmullo bajo y divertido mie
toria que se sintió como un torbellino, una
able y decidido que era a la vez a
compañeros. Llenó mi pequeño departamento con tantas flores que parecía una jungla. Me llevó a París en nue
las viejas películas en blanco y negro, que en secreto deseaba haber aprendido a tocar el piano. Al día siguient
ando cabeza. Yo vi a un hombre que parecí
veía como una plebeya, una cazafortunas, una distracción temporal. Pero Alejandro se mantuvo firm
sas blancas, me miró a los ojos e hizo
mejilla. "Tenían razón. Hasta que te conocí. Tú no eres una más. Eres la única
Dios, cóm
ños. Volaba al otro lado del mundo solo para cenar conmigo si me sentía sola. Mandó a hacer un anillo a medida, con las coordenadas GPS del lug
a un cuent
s mi padr
Luján, la compatibilidad perfecta. La patrocinó, pagando su col
able, Sofía", había explicado, con su brazo rode
sumida por la preocupación por mi pad
cómo estaba Isa se volvieron más frecuente
guardarropa de diseñador porque "no debería sentirse fuera de lugar en la
, a museos, a la ópera. "Tengo que mantenerle el ánimo
Isa tenía dolor de cabeza. Las flores que solían llenar nuestro penthouse ahora se entregaban en su dormitorio de la universidad. Las noches
disfrazado bajo el manto de la preocupac
en mi estómago. El cuento de hada
dro, ¿no crees que esto es... un poco exces
ofía, no seas malagradecida. Está salvando la vida de tu pa
egoísta? Me avergoncé. Me disculpé y e
nza fue mi
ntira. No solo la estaba consolando. Le había preguntado entonces, con
ras diferente, Sofía. Tenías diecinueve. Pura, intacta. P
rado, las palabras como fragmentos de vidrio
ado. "Tengo que cuidar de Isa. S
mpleta. Había usado la vida de mi p
techo de un hospital. La funeraria había llamado hacía una hora. Los arreglos de mi padre estaban hechos
. Ni una sola vez desde que me
. Una foto de su mano, descansando sobre el volante del Bentley de Alejandro. En su muñeca había un nuevo brazalete de
de viaje sorpresa para despejarme. Me si
ión. Mi dedo se movió por sí s
con un mensaje.
La llevaré a Valle de Bravo por unos días para que se relaje antes
a. Había estado tan ocupado consolando a su nuevo juguete que ni siquiera había verifi
solutamente egoísta y egocéntrica, había ma
bache en el camino. Otro proble
equiv
ra el
é el dedo por mi teléfono y marqué un n
e Inés de
que quiero el divorcio. Firmaré lo que sea. No q
istente sonaba sorpre
", dije. "Dile que puede quedarse con sus chic
nés me había enviado por correo electrónico en menos de un
vacío del hospital, escupiendo el documento que separaría
ma. Mi mano
era solo
mienzo de

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