ista de So
un lugar que había sido mi santuario durante los últimos
s ojos muy abiertos por la sorpresa mient
iga que una jefa. Sabía lo de
i voz tranquila pero fir
gía de tu padre?
nvadió, pero la reprimí. "S
de detrás de su escritorio y me envolvió en un abrazo. "¿Y Alejandro
e. Las palabras se sentían extrañas en mi lengua, co
pasión de mis colegas que habían escuchado. Se reunieron a mi al
en pasante llamada Sara. "Siempre te envía flores, te
¿Cuál era el punto? La ilusió
o en una pequeña caja: una foto enmarcada de mi papá y yo, una t
una conmoción cerca de la venta
oma", susurró Sara, señaland
nado en la acera, estaba el inconfundib
lor, y salí de la galería por
uto y abrí la pue
acurrucada en el asiento delantero, su cabeza apoyada en el hombro de Alejandro, sus oj
bos. Los ojos de Isa se abrieron de golpe, y una máscara de
solo...", tartamudeó,
a de emoción. Me subí al asiento tras
sus ojos moviéndose hacia el contenedor de c
", dije s
una mesa en Pujol. Pedí todos los platillos reconstituyentes fav
ico. Una rabia al rojo vivo, seguida de una ola helada de dolor, se estrelló contra
por la ventana mientras
nvitada equivocada. Se desvivió por Isa, colocándole una servilleta en el regazo, asegurándose d
z teñida de una ternura que una vez estuvo re
ada. "No es nada, Alejandro. So
a y pesada en mi pecho. Observé la forma en que sus ojos se demoraban en ella, la forma en que se r
agosa. Miró a Alejandro, luego de nuevo a mí, un destello de triunfo en sus
tenedor. "No", dije, mi voz firme. "
xquisita comida sabien
fono de Alejandro. Era una llamada
al auto", dijo, ya distra
. Isa me siguió fuera del salón. Cam
caja de espejos, el comportamiento de Isa cambió. La chica tímida y agradecida desapare
e dijo que eres como una muñeca hermosa y perfecta, pero una muñeca si
golpearon, per
inuó, sus ojos recorriéndome con desprec
equilibrándonos a ambas. Las luces parpadearon y luego
rrorizado, y se aferró a mi brazo
quila mientras buscaba a tientas el botón de lla
municador, ahogada e indistinta. Estaban al t
ez con un gemido nauseabundo de metal estresado. Cayó
y primario de puro terror. "¡Ayuda! ¡Q
mis costillas, pero mi mente estaba extrañamente clara. Me apoyé contra l
e!", gimió Isa, colapsando en u
a. El sonido de gritos. Y una voz, atraves
Están ahí dentro
voz ronca por las lágrimas. "
"¡Señor, el cable principal está deshilachado! ¡Podría romperse en cualquier segundo! Solo
or se volvió espeso,
enc
. Podía oír los sollozos desesperados e hipantes de Isa. Podía oír mi p
oscuridad, esp
ojada de toda emoción, fue frí
en a
se convirt
sar. Vi las manos de Alejandro entrar, ignorándome por completo, y sacar a Isa de l
, murmuró él, acariciándole
po de mantenimiento. "A
darme, un chirrido ensordecedordor se d
que vi antes de que todo se volviera negro fue el rostro de Alejandro, sus ojos muy abiertos con un destello
rde. Siempre era

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