img Él vio mi alma, no mis cicatrices  /  Capítulo 3 | 17.65%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1222    |    Actualizado en: 17/11/2025

vista d

erdiendo la cabeza así". "Pobre Elena, lo que debe haber soportado". Sus palabras, como pequeñas agujas, pinchaban las heridas abiertas de mi alma. Mi

me. Nadie vino por mí. Nadie llamó. Mi rico esposo, el hombre que una

s, como si estuvieran poseídos, me acercaron. A través de la rendija de la puerta, lo vi, sosteniendo la mano de El

Jeremías, su voz espesa con una ternura que nunca había escuchado dirigida

sé, Jeremías. Estaremos juntos ahora, ¿verdad? Justo

ado que me robó el aliento. "Celina fue solo un medio para un fin. Un m

Mal necesario. Su verdadero destino. Todo este tiempo, había sido un peón, un recipiente para su amb

de mis dolorosos pasos resonando en el pasillo vacío. Afuera llovía a cántaros, reflejando la tormenta en mi corazón. Caminé sin rumbo, el agua fría empap

ión burlona. Entré, mis pasos pesados, y miré los restos de mi vida. Mi ropa todavía estaba en montones dispersos, mis pertenencias arrojadas al azar

os, un suéter gastado, el pequeño relicario que mi madre me había dado. Mi cuerpo

te venciéndome. El mundo giró, y luego, miserico

. Agua fría y oscura presionaba por todos lados. Estaba en una caja de cristal gigante, un ataúd transparen

labios, observándome, sus ojos desprovistos de emoción. Depredador y presa. Se me heló

z amortiguada por el grueso cristal. El

le. "Le causaste dolor a Elena, Celina. Está molesta.

do mis manos contra el cristal. "¡R

importa la verdad? ¿Tu verdad? Eres una desgraciada

. Mis ojos se abrieron de horror cuando lo desató. Serpientes. Doc

de mis piernas, sus cuerpos escamosos rozando mi piel. Grité, un sonido gutural de puro terror, golpeando contra el

ité, mi voz ronca, las lágri

n, ¿quién le creería a la exesposa 'mentalmente inestable'?". Hizo una pausa, sus ojos brillando con un placer

oscuridad casi total. Solo el tenue resplandor del tanque lleno de agua iluminaba mi infierno viviente. Las serpientes se deslizaron más cerca

da. Sus votos. "Te protegeré, te apreciaré, te amaré, hasta que la muerte

orcí, pero las serpientes estaban por todas partes. Mis pulmones ardían. Mi visión se atenuó. Lo últi

ndo. Jadeos. Toses. Mi cuerpo estaba en e

distante y desapegada, llegó a mis oídos. "Tres días. S

scuridad total. El hedor a descomposición, a algo muerto hace mucho tiempo, llenó mis fosas nasales. Intenté ponerme de pie, orientarme, pero mis piernas se d

ajo mis dedos temblorosos. Perdí la noción del tiempo, de la realidad. Mi mente se fracturó, mi c

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