vista de
ante una pequeña lápida recién colocada en un rincón tranquilo del Panteón Francés. El nombre tallado allí, "Valente", era lo único que me
saría nuestro bebé. Su apatía era una herida que se negaba a sanar. Mis dedos trazaron la piedra lisa
mi vientre hinchado. "Lo llamaremos Alejandro", había dicho, "un nombre de guerrero. Lo protegeré de todo, Elena. De
to sus promesas conmigo; las había roto con nuestro hijo nonato. Había el
ia. Se me cortó la respiración. Christian. Y a su lado, ella. Bárbara Montes, con un aspecto recatado e inocente
. Se detuvieron, no en la tumba de mi bebé, sino en una parcela genérica y sin marcar cercana, de
uí? -exigí, mi voz agud
Bárbara, al verme, se aferró al brazo de Christian,
su tono irritantemente plácido-. Solo es
én? ¿A su conciencia? ¿O a la mentira que han construido? -Mi mirada se
se est
uise que pasara nada! -Comenzó a sollozar, e
nsó. Acercó a Bárbara, su brazo
na. La está
incredulidad-. ¡Ella asesinó a nuestro h
os bri
como tú. -Me empujó con brusquedad, haciéndome tropezar hacia atrás, mi ca
plotaron detrás de mis ojos. El dolor era abrasador, pero las palabr
rité, las palabras desgarrando mi garga
agarró por los hombros, sacudiéndome violentamente-. ¡Él era un inconveniente! ¡Un probl
nveniente? El hombre que había acunado mi vientre, que había prometido una protección f
golpeándome como un golpe físico-. ¡Te enamoraste de ella mientr
se apretó, sus dedos
¡No sabes de lo
demasiado fuerte. Mi visión se estrechó. Puntos negros danzaban ante mis ojos.
sus ojos: un destello de pánico, un segundo fugaz de horror. Estaba perdiendo el con
ndo por aire, agarrando mi garganta ardien
no para ayudarme, s
ó, un triunfo venenoso en sus ojos inocentes-. Solo es
cia mí, su voz got
hristian. Ha sido tan bueno conmigo, tratando de ayudarme a superar mi tra
para el alma de mi bebé", una pequeña oración simbólica que había elaborado minuciosamente para mi hijo, con
n el papel. Una sonrisa cruel jugó en sus labios. Leva
Me abalancé, una oleada de adrenalina recorriendo mi cuerpo maltr
adeó, ret
me, Elena? -Tropezó hacia atrás, chocando deliberadamente con la lápida
ó el talón directamente sobre mi dese
na, un brillo triunfante e
. La última esperanza de m
cioso cementerio, agudo y fuerte. La cabeza de Bárbara se e
una conmoción fingida, luego se desplom
dijo a nuestro bebé! ¡Dijo que nació c
lágrimas corriendo por mi rostro-. ¡Fue
a atrás, su rostro con
es que puedes venir aquí y profanar este lugar sagrado con tu amargura? ¡Bárbara está esperando
tal desdén absoluto, que se sin
aprobaría esto? Eres una arpía patética y celosa
Lo miré, al hombre que una vez había amado, al hombre que ahora era un extraño. Se
de esperanza y amor, era

GOOGLE PLAY