erdo haber leído sobre él, el formidable titán de la Bolsa, en revistas de negocios. Lo llamaban brillante, implacable, el toque de
genua, estaba comp
distancia, tenían una intensidad magnética. Sentí una atracción inexplicable, una conexión tonta e instantánea que desafiaba toda lógica. Cr
stras dos poderosas casas, acepté sin dudarlo. Mis padres, prácticos y astutos, vieron los be
Cristina", me advirtió, "Gregorio Henson no es un proyect
Alguien que le muestre lo que se está perdiendo". Realmente creía que mi amor era lo suficientemente
s y la suave luz de las velas, se sentía completamente desprovista de calidez. Gregorio estaba
ualquier ternura marital. "Seamos claros sobre es
calor de la habitación. Mis su
cambio, tendrás todo lo que el dinero puede comprar y la protección de mi nombre". Hizo una pausa, su
la esposa corporativa perfecta, soportando sus innumerables ausencias, su fría indiferencia. Cada aniversario olvidado, cada cumpleaños omitido, cada v
r. Era la única manera en que podía creer que no me hería
No era que fuera incapaz de amar. Simplemente no me amaba a mí. La verdad, cuando finalmente me golpeó, fue
uido sobre una base de autoengaño, se derrumbó. No q
l divorcio se redactaron rápidamente, en silencio. Necesitaba entregárselos a Grego
oderno, los susurros de sus empleados, todo se sentía ajeno ahora. La recepcionis
o?", pregunté,
o su frente perfecta. "El Sr. Henson no ha ven
"¿Dónde está?". La pregunt
r. "Está... acompañando a la Srta. Hewitt
blica de su devoción por ella.
onducirse solo hasta el salón dorado donde se llevaba a cabo la subasta. El valet ape
relucientes y los vestidos de diseñador, hasta que se posaron en ellos. Gregorio, de pie, alto e imponente, con el brazo casualmente alrededor de
, una posesividad en su agarre. Mi corazón se retorció. Este era el hombre con el que me había casad
ró algo a Gregorio. Él asintió, una pequeña sonrisa jugando en sus labios. Sin dudarlo un momento
ica, el collar impersonal. No era incapaz de hacer grandes
e inclinó, sus labios encontrando los de él en un beso suave y prolongado. Fue
Sabía cómo amar. Simplemente eligió no amarme a mí. La revelación fue una herida
de mi palma. Era el momento. Caminé hacia ellos, cada paso un acto
momento antes, se endurecieron al instante. Se movió sutilmente, acercando a
bajo, desprovisto de cualquier cal
samente doblados. "Quiero el divorcio, Gregorio". Mi voz er
dio?- cruzó sus facciones, pero fue rápidamente reemplazado por indiferencia. "Podemos discutir esto más t
ieron, una sonrisa cruel extendiéndose por su rostro. "¿Papeles de divorcio?", arrulló, su
o. El sello personal de Gregorio. El que usaba para sus documentos más
o?", le preguntó a Gregorio, parpadeando. Luego, sin esperar respuesta, estampó e
que está hecho. Ahora, eres oficialmente libre, Gregorio. Libre de ell

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