suelo frío y duro de otra habitación. Las luces fluorescentes de arriba parpadeaban, d
de Kennedy. Ella se veía pálida, pero por lo demás perfectamente bien. Ni un rasguño, ni un moretón. Mi mente r
nte, descartando mi forma arrugada sin un ápice de emoción. Era completamente ajeno a mi
iones. "Kennedy se siente un poco débil.
me de una mesa de operaciones, con una hemorragia inter
io?", logré decir, con un
lviendo a Kennedy. "Mencionó tu sopa de
reparé cuando tuvo gripe, la única vez que había mostrado un a
, traición y humillación, finalmente rompió mis de
Gregorio? ¿Soy solo una chef? ¿Una distracción conveniente? ¿Ni siquier
de cirugía! ¡De una cirugía para salvarme la vida! ¿Por su so
stro permaneció impasible, u
petulante en su rostro. "Ugh, Gregorio", se quejó. "E
a ella. Le acarició la frente, su voz tranquilizador
a plana. Era fría, aguda, cargada de amenaza.
oluto y escalofriante desprecio en sus ojos. No quedaba amor, ni pie
na frágil rebeldía ante su
ías?", dijo, su voz peligrosamente suave. Se volvió hacia los dos corpulentos guardaespaldas que est
ientras los guardaespaldas se movían hacia mí.
mi cuerpo roto del suelo. El dolor era insoportable. Mi visión nadaba. La oscuridad
a cada paso. Luego, una pesada puerta de metal. Se abrió con un estrue
a castañetear incontrolablemente. Las heridas en mi cuerpo, ya en carne viva, ahora se sentían como si
e cualquier herida física. Mi hemorragia interna, ya severa, protestó violentamente. Podía sentir el calor de mi propia sangre empapando mi ropa,
ré cualquier cosa! ¡Solo déjame salir!". Mi voz era ronca, las lágrimas corrían por mi rostro, congelánásperas, me sacaron. Mi cuerpo estaba entumecido, mis labios azules. Me
mblorosas, torpemente manejaban los ingredientes. Me movía como un robot, cortando verduras mecánicamente, revolviendo la olla. Cada m
nte a la habitación de Kennedy. Gregorio todavía estaba allí
a los guardaespaldas. "Llévenla de vuelt
nsamiento era un eco distante. Me empujaron a otra camilla, el me
rramaría por Gregorio Henson. Mi corazón, lo que quedaba de él, se endureció hasta convertirse en un escudo impenetrable. No má

GOOGLE PLAY