te libre, me consumía. Mi viejo enemigo
irar. Después de dejar a Camila en la escuela, decidí ir al Hospi
ián, con Brenda, en e
los bolsillos, escuchaba pacientemente, con una suave sonrisa en el rost
udos e intensos, se clavaron en los míos. D
alrededor del de él, tirando de él hacia atrá
oz goteando una dulzura burlona-. Sabí
Mi silencio er
enamorados -declaró
con mi silencio. Inclinó la ca
losa, Sofía? ¿Por qué
ún temblor de emoción. Mi mente se sen
se impa
-. Ve a la farmacia por las v
illando bajo las duras luces del hospital.
ndo como a una sirvienta. La idea encendió una
o, le di un manotazo a la receta. Ca
ante, Damián?! -mi voz, usualmente tan tranquil
stallaron en vida. Esta sensación... era embriagadora. Había soportado tanto, incluso
isé accidentalmente el pie de Dami
l pasillo estéril. Sabía que no era po
esperada por escapar. Sabí

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