ocó un nudo en el estómago, y luego lo arrojó descuidadamente sobre su escritorio en medio de una pila de documentos. Valeria. Siempre dramática. Lo descartó como
hilo de inquietud que no podía ubicar del todo. Recordó su rostro cuando se alejó de la estación de policía, una máscara fría y dura que n
resbaló. La punta afilada de metal cortó el papel blanco y nítido de un informe, dej
de golpe. Sofía, una visión en un vestido de diseñador ajustado, entró con
llo, su perfume, empalagosamente dulce, llenando sus fosas nasales-. ¡Me prometis
TOC, que Sofía usualmente eludía mágicamente, se encendió por u
ante en una hora. Este acuerdo es cr
pre dices eso! ¡Trabajo, trabajo, trabajo! ¿No te importo? ¿No te
ía lidiar con esto ahora mismo-. Pero esta reunión es
uchero-. Diles que estás indispuesto. ¡Diles q
sus
ia. Afecta a miles de empleos. No puedo simpl
inferio
i felicidad no importa? -Lágrimas brotar
a. Siempre era la misma. Sacó su cartera
mpra lo que quieras. Te
luminaron, un brillo depredador en sus profundidad
iciales, luego se deslizó de su regazo, agarrando el dinero-. ¡Nos vemos esta noche, ento
de alivio y vacío en su pecho. Volvió al
sistente, la Señorita Jimé
nión del consejo es en cin
tando el paqu
to. Y
Pérez, exigía términos exorbitantes. Eduardo sintió un dolor de cabeza creciendo detrás de sus ojos. Extrañaba la mente aguda de Valeria, su habilida
viada con un nuevo y escandalosamente caro atuendo, entró tropezando, con una copa
Ven a bailar conmigo! -Antes de que pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él, rodeando su cuel
partándola con u
n privada! -Su TOC gritó ante la violación, el to
tercambiaron miradas incómodas. Pérez, mientras tanto, observa
ncia-. Francamente, sus... distracciones... son poco profesionales. Requerimos socios serios, no espectácul
o tarde. Pérez y su equipo ya estaban saliendo, d
aire crepitaba de ira y decepción. Eduardo sintió una oleada de furia fr
-se lamentó-. ¡Solo... solo
adora. La imagen de Valeria, precisa y digna, incluso en su furia, pasó por su mente. Valeria nun
desconocida de algo que se s
voz baja y peligrosa-. L
a, sus ojos muy abie
¿Estás enoj
or de violencia reprimida en su tono. Los miembros d
ie de un salto, su
iendo de la habitación en un torbellino de
u consejo, su rostro páli
é de ello. -Hizo un gesto de desdén con la mano-. La reunión se levant
o a Pérez, desesperado por reparar
esionales. Y francamente, sus recientes... problemas personales... son preocupantes. -Hizo una pausa, luego agregó-: Teníamos grandes espera
ria. Pérez sabía de ella. Se lo estaba restregando sutilmente, recordá
nto errático. Sus constantes demandas. Su desprecio frívolo por su trabajo. Y luego, Valeria. Su
ave criptográfica. Había actuado con precisión, con crueldad, para proteger a su herm
orrible. Había estado cie
ón que lenta y dolorosamente, estaba amaneciendo en él. Había cometido un error catas

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