le de reuniones, llamadas telefónicas y control de daños, tratando de salvar el acuerdo con Innovatech. No supo nada de So
eron. Sofía, adornada con otro vestido extravagante, sus ojos brillando con algo salvaje, entró tropezando, con una sonr
recerraron en rendijas furiosas. Marchó directamen
o buscando por todas partes! -Miró
hizo u
unión de negocios. Por favor, vete. -Intentó mantener
osa-. ¿Quieres que me vaya? ¿Mientras coqueteas con otras mujeres? -Señaló
implemente levantó una ceja. Los otros inversores intercamb
agarrándola del brazo e intentando
, las lágrimas llenando
¡Me voy! ¡Terminamos! ¿Me oyes? ¡Terminamos! -Se dio la vuelta y
staba espeso de vergüenza. Los inversores, con rostros cui
ión de juicio astuto, empujó lentamente su silla hacia atrás.
claro. Este... espectáculo... es preocupante. -Hizo una pausa, luego agregó, su voz baja-:
on fuerza. Observó cómo los inversores se excusaban educada pero firmemente, dejándol
en años. Marcó el número de Sofía. Sonó una, dos veces. Directo al buzón de voz. Volvió a
ó al teléfono a su asistente-.
localizó en un club de lujo, un lugar conocido por sus fiestas salvajes. Ed
baile, restregándose contra un extraño corpulento, con la cabeza echada hacia atrás en una carcajada, sus brazos alrededor de su cuello.
spués de todos sus esfuerzos por protegerla, encendió una tormenta de fuego dentro de él. Esta no
ente a un lado. Agarró el brazo de Sofía con
ciendo, Sofía? -rugió p
lo miró con furia,
diversión! ¿Y quién eres tú para
audible por encima del estruendo-. ¡Hicis
ojos-. ¡No te importo! ¡Siempre estás trabajando! ¡Siempre estás coqueteando con otras mujeres!
ovisto de cualquier emoción verdadera, solo ira petulante. Vio el cálcul
de su drama, sus demandas, su interminable necesidad de atención. Estaba
z plana, desprovista de emoci
abrieron d
o! ¡Solo estaba celosa! ¡Solo intentaba que me prestaras atención! -Se aba
estómago revuel
ques. Me
sta de baile. La música alta, las luces intermitentes, el hedor a alcoho
endió un cigarrillo, algo que rara vez hacía, y dio una profunda calada, el
resonaron de nuevo. Había estado tan cieg
udo intelecto, su calma resolución frente a sus amenazas. Ella nunca había hecho un berrinche. Nunca lo había humi
a. No había gritado. No había llorado histéricamente. Simplemente había establecido sus términos, clara e ineq
un arrepentimiento profundo y aterrador. Se había equivocado tanto. Tan total y trágicamente equivocado. Había alejado
brumador de ir a casa. No a su ático estéril y vacío, sino a la casa que compartía, o solía compartir, con Valeria. La casa donde el
o documentos, con el ceño fruncido en concentración. O tal vez estaría en la cocina, preparando una de sus comidas saludables y sen
. Aceleró a través de la noche, persiguiendo un fantasma, el recuerdo de

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