ista de Ce
a, sonaba genuinamente sorprendida al otro lado de la línea
, mi voz plana, desprovista de la emoción que
na década que había consumido mi juventud. Me había visto en mis peores momentos, orb
as y encanto sin esfuerzo, su cabello oscuro cayendo justo como debía, sus ojos intensos y cautivadores. La sala zumbaba con su presencia, y ca
cómplices con él. Él pausaba sus brillantes argumentos, solo por un segundo, una suave sonrisa tocando sus labios solo para ella. Todos lo veían. Todos lo
r cada uno de sus caprichos, perdonar cada una de sus transgresiones. Ella era caprichosa, siempre rompiéndole el corazón,
un día n
, comenzó a tener citas a ciegas. Mi oportunidad. Usé cada conexión que tenía, cada favor que me debí
justo como Isabella solía usarlo. Era patético, lo sabía, pero estaba desesperada. Entré, y sus ojo
ués de tres citas. Sus pal
, su voz baja y distante-.
ía cualquier migaja que me ofreciera. Sería su puerto seguro, su esposa pre
su corazón. Ocasionalmente me buscaba en la oscuridad, un toque fantasma, un breve momento de intimidad cuando estaba solo o cansado del trabajo. Siempre fi
Isabella
se hizo
constantes. Una tarde, Isabella apareció en nuestra casa, sin anunciarse. Esta
rló, bebiendo una copa de champán que se había servido-.
a bilis subiendo por mi ga
ella. No eres
onido áspero
ifica que también es mi casa, cuando yo quiera. -Lu
lpeó. Me tambaleé, mis
siento bien. Por
con suf
tencia? -Luego se abalanzó, agarrando mi brazo, torc
uelo, llorando, agarrándose la rodilla. Me vio a mí, pálid
se posaron en mí. No preguntó.
Celeste? -Su vo
pecé, pero me
. Y no salgas hasta
a habitación, el dolor en mi abdomen intensificándose. Cerré la puerta con llave, m
a lo
en silencio, llena solo de mis súplicas desesperadas y la creciente ago
is fosas nasales. Las luces fluorescentes del techo eran cegadoras
grabado con algo
voz áspera-. Lo sien
ronca de tanto gritar-. ¿Que estaba sangra
stre
salvarlo. -Me entregó un cheque doblado-. Es una cantida
nero puede compensar a un hijo? ¿Por cinco años de mi vida? ¿Po
ramente incómodo con
Sé que me equivoqué. Pero Isa
a. Siempre Isabella. Mi hijo se había ido, una parte de
destrozados, sino por la tonta ingenua que había sido. Por la mujer que había desperdici
una resolución fría e inquebrantable. Solicité el divorcio. Solicité el traslado a
tenía intención de guardarle luto

GOOGLE PLAY