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Historia

Capítulo 2

Palabras:1183    |    Actualizado en: Hoy, a las 19:22

ista de Ce

a, sonaba genuinamente sorprendida al otro lado de la línea

, mi voz plana, desprovista de la emoción que

na década que había consumido mi juventud. Me había visto en mis peores momentos, orb

as y encanto sin esfuerzo, su cabello oscuro cayendo justo como debía, sus ojos intensos y cautivadores. La sala zumbaba con su presencia, y ca

cómplices con él. Él pausaba sus brillantes argumentos, solo por un segundo, una suave sonrisa tocando sus labios solo para ella. Todos lo veían. Todos lo

r cada uno de sus caprichos, perdonar cada una de sus transgresiones. Ella era caprichosa, siempre rompiéndole el corazón,

un día n

, comenzó a tener citas a ciegas. Mi oportunidad. Usé cada conexión que tenía, cada favor que me debí

justo como Isabella solía usarlo. Era patético, lo sabía, pero estaba desesperada. Entré, y sus ojo

ués de tres citas. Sus pal

, su voz baja y distante-.

ía cualquier migaja que me ofreciera. Sería su puerto seguro, su esposa pre

su corazón. Ocasionalmente me buscaba en la oscuridad, un toque fantasma, un breve momento de intimidad cuando estaba solo o cansado del trabajo. Siempre fi

Isabella

se hizo

constantes. Una tarde, Isabella apareció en nuestra casa, sin anunciarse. Esta

rló, bebiendo una copa de champán que se había servido-.

a bilis subiendo por mi ga

ella. No eres

onido áspero

ifica que también es mi casa, cuando yo quiera. -Lu

lpeó. Me tambaleé, mis

siento bien. Por

con suf

tencia? -Luego se abalanzó, agarrando mi brazo, torc

uelo, llorando, agarrándose la rodilla. Me vio a mí, pálid

se posaron en mí. No preguntó.

Celeste? -Su vo

pecé, pero me

. Y no salgas hasta

a habitación, el dolor en mi abdomen intensificándose. Cerré la puerta con llave, m

a lo

en silencio, llena solo de mis súplicas desesperadas y la creciente ago

is fosas nasales. Las luces fluorescentes del techo eran cegadoras

grabado con algo

voz áspera-. Lo sien

ronca de tanto gritar-. ¿Que estaba sangra

stre

salvarlo. -Me entregó un cheque doblado-. Es una cantida

nero puede compensar a un hijo? ¿Por cinco años de mi vida? ¿Po

ramente incómodo con

Sé que me equivoqué. Pero Isa

a. Siempre Isabella. Mi hijo se había ido, una parte de

destrozados, sino por la tonta ingenua que había sido. Por la mujer que había desperdici

una resolución fría e inquebrantable. Solicité el divorcio. Solicité el traslado a

tenía intención de guardarle luto

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