ista de Ce
construida se hizo añicos, revelando la malicia cruda y fea que había debajo. M
, Celeste? ¡Pero no eres nada! ¡Sigue
orpresa, y me empujó con todas sus fuerzas. Tropecé hacia atrás, la barandi
mente, se disparó y agarró su muñeca. Ambas gritamos, un dúo
oz frenética, las lágrimas corriendo por su rostro-
asmal. Nos vio, ambas colgando, una sobre la otra, sus oj
dejes que me mate! -gimió Isabella, su ag
, por un momento fugaz, se posaron en mí. Vi la i
ó a Is
u voz tensa-. ¡Solo aguanta! ¡Vol
otó de mi garganta. Era la misma mentira que siempre contaba, la misma falsa p
repentino y deli
el agua fresca y acogedora de la piscina de abajo, el impacto me d
una venda limpia en el brazo donde me había raspado contra el borde
ró. Un mensaje
e de pánico. Tuve que quedarme con ella. Te lo comp
ue quisiera. Todavía pensaba que podía comprar mi perdón, comprar mi amor. Todavía pen
Damián, pensé, cerrando los o
ió otro mensaje de texto.
do. Por favor, acuda a recoge
olor no expresado y sacrificio silencioso finalmente e
porte, mis documentos de trabajo, algunos libros preciados.
Ferrer. Sus ojos se abrieron de par en par, pero no me cuestion
ación. Miré la foto en él, dos extraños, sonriendo rígidamente. Apenas reconoc
onó. Damián. Miré la pantalla,
risteza, ni arrepentimiento. Solo una profunda y estimulante sensación de paz. Mi futuro se extendía ante mí, brillante y sin cargas. El pa

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