ista de Ce
o sus visitas eran breves, interrumpidas por llamadas telefónicas apresuradas y asuntos de negocios urgentes. Se paraba junto a mi cama, ofreciendo trivialidades, un libro sin leer como compañía, y luego desaparecí
o se me escapó. Él, que había olvidado el aniversario de su muerte, ahora jugaba al marido de
s silenciosas, se arrodilló, coloc
haberla protegido mejor. Debería haber estado allí. -Se volvió hacia mí, sus ojos supli
piedra. Demasiado poco, demasiado tarde, Damián, pe
ería probar hacía años. Había reservado todo el lugar, llenándolo de velas y música suave.
enzo en blanco. El esfuerzo que puso en esta farsa era paté
brilló en la pantalla, un recordatorio
ido frustrado,
la, ¿qu
te, se escuchó claramente e
mi cena de cumpleaños! ¡Pr
presión de páni
nía algo importante. Esto
e de verdad la estás celebrando a ella! -chilló-. ¿
ir, explicar, per
do la perorata de Isabella-. Ve con tu cump
rendido, lue
ecirle que se calme. -Sus palabras eran huecas,
ombra de sonrisa tocando mis l
dándome un rápido y ap
pueda. Prometo que term
je, mi voz apenas u
iguar a su "verdadero amor". Lo vi irse,
r empacar esto? Y
voz retumbó d
n conmigo. A la fiesta de Isab
ella, demostrar que todavía me tenía, incluso mientras corría a su lado. E
ué no? Una última vez. Una última exhibición
movimientos lent
Damián. Gu
e alivio y confusión. Todavía no ente
sante, risas y el tintineo de las copas de champán. Isabella, deslumbrante con un vestido rojo, vio a Damián y corrió
olo a la pista de baile-. ¡Ahora, vamo
de culpa en su rostro. Quería que di
una sonrisa f
ián. Baila. Es
observé, girando bajo las luces brillantes, luego me di la vuelta y caminé hacia la mesa del buffet, una figura solitaria en m

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