img La sonrisa sumisa: la jauría de Alaior  /  Capítulo 5 El juicio de los inocentes | 16.67%
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Historia

Capítulo 5 El juicio de los inocentes

Palabras:2195    |    Actualizado en: 02/12/2021

cusación oficial contra Wando y Alaxa, culpándolos de hacer trampas en las pruebas de madurez. El juicio se iba a ejecutar en la explanada de las celebraciones, el único lu

medida que avanzaban, encontrando pocas caras amistosas entre los que se cruzaron. Al llegar al punto indicado, se encontraron con Hamer. Este, en actitud severa, de pie con los brazos cruzados. A sus costados, el resto de jefes de lobera, ocho en total, ta

oyarían en caso necesario, por el momento. El maduro licántropo, cabeza dominante de su grupo, tenía muy claro que aquel juicio era una pantomima y que sus pupilos saldrí

os, evaluando a su contrario. El juicio iba a dar comienzo ahora que es

metro del valle, estaban ausentes. Sin embargo, los cazadores que vigilaban los alrededores no eran los únicos que no estaban viendo la querella. Una sombra furtiva, enclenq

os, especialmente los servidos para el descanso nocturno. Uno de ellos era tan ancho como una pareja podía necesitar, mientras que el segundo tenía las medidas propicias para un solo individuo. A esa última se acercó y buscó con la mirada algún objeto que le fuese de utilidad para sus intenciones. Enseguida vio una pequeña bolsa de lino con unas llamativas flores de colores bordadas a mano. La cogió como si se le fuese a escapar y la abrió

etió en su bolsillo y sacó la cabeza por la apertura de la salida para asegurarse que la lobera seguía desierta. Tras la comprobación, encaminó sus paso

puede hacer para evitar un severo castigo, Bredo —decía Hamer. Su voz

do con los los acusados y frente a ellos el líder con el resto de jefes de lobera. El resto de participantes también se

rte acusadora la que ha de tener evidenc

í se hacen las cosas como yo digo, que es como la mayoría en la jauría acepta. Si tú o cualquiera de tu lobera no sois capa

aceptable. Wando notó un estremecimiento en su compañera, y cogió su mano. Alaxa agradeció el gesto, y posó su otra mano sobre la de

odo va a salir bien

s fuerza, sin llegar a ser molesto. Notando la tibieza de su compañero, Alaxa se sintió más segura, creyendo d

nto, sintió sobre ella unos ojos de rana que la miraron con intensidad. Ánkel, con su torcida sonrisa sumisa esbozada en sus finos labios, había aparecido junto a Eron. La jefa supo entonces que

l momento había parecido ausente, con toda su atención puesta en el espacio ocupado por los de su

en contra de mi voluntad. Se me ha pedido, insistentemente, que acepte una prueba acusatoria que me ha sido señalada para el

incipio permanecía sentada junto a él, haciendo gala de su favorable posici

rez de nuestra jauría. —no se oyó ningún rumor, expectantes en lo que tenía que decir—. Tras un análisis físico a mi hijo Eron, también primogénito de nuestro líder, he descubierto cómo los acusados consiguieron la ventaja necesaria para proclamarse victoriosos. Mi sospecha fue motivada cuando mi hijo se q

las decisiones del líder, mostrándose exageradamente indignados. El discreto silencio de quienes no confiaban demasiado en

ot que se veían incapaces de destapar. Detrás de ellos, las mujeres y los hombres de la lobera se removieron inquietos, y Br

nuar hablando. Los escandalizados espectadores callaron obedientes, haciéndose de nuevo el sile

dicado. Los culpables de semejante crimen utilizaron semillas de adormidera para mante

resión de desconcierto. Dejándose llevar por el impulso, pues no podía soportar la idea

hicimos para ir por delante de nuestros compañeros en la prueba de madurez, fue combinar destreza, inteligencia y fuerza, tal y como nuestro maestro, y jefe de lobera, nos

n que quería de cualquiera de los dos acusados. Si existía alguna duda sobre el proceso que se

el que se ha doblegado la potencia de Eron, supongo que no habrá ningún inconvenie

ones, con la convicción de no encontrar nada que pueda

y al mismo líder de la jauría, la había agotado. Tampoco supo contener las lágrimas, que se derramaron de sus ojos debido a los nervios sufridos. Wando, dolido al ver en tal estado a su compañera, pasó

strar vuestras pertenencias para resolver este caso antes del almuerzo. —Hamer había quedado admirado

que Alaxa había tenido. Miró a su jefe, y le extrañó la cara de lividez que este mostraba.

alegras del resultado

ja como si estuviera viendo un fantasma—. Nuestro campamento está vacío, no hay nadie allí de

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