img No soy Cenicienta  /  Capítulo 1 El trabajo | 16.67%
Instalar App
Historia
No soy Cenicienta

No soy Cenicienta

Autor: Hana Roberts
img img img

Capítulo 1 El trabajo

Palabras:3839    |    Actualizado en: 26/05/2022

un inconveniente, trabajar en la Mansión Constan no estaba dentro de mis planes, porque la familia Cayet dueña de

arros y fiestas que no tenían ningún sentido, además si hacían alguna donación era para su beneficio, nunca había visto a algún miembro de la nobleza hacer algo sin pedir nada a cambio. Ellos eran los causantes de la gran pobreza que existía en nuestro país, sin mencionar al príncipe herede

plemente para conseguir que aceptara el trabajar ahí, sin embargo no me convencería de ninguna

or qué?! —exclamó dando un golpe en la mesa

dejando los cubiertos en la mesa. No podía entender su pregunta

ue vas a trabajar —respondió haciendo énfasis en la última palabra—. Debes aceptar

nuestra situación. Las dos teníamos varios trabajos, sin embargo,

lo que he escuchado es una mujer antipática al i

esechar alimentos que aún podían comerse. Luego me fui a la sala, y después de unos minutos apareció mi madr

o sobre este tema —contesté

ar las palabras: «Buen trabajo y Ma

os terminado de hablar! —grito

cerrojo para que ella no pud

os o un día de estos iba a caer sobre mí, mi cama y colchón chirrearan cada vez que me acostaba y las paredes por suerte las había podido pintar con algo de pintura que nos había dado el padre de Paty, pero además

oche; así que, me cambié de ropa y me acosté en la cama, que a pesar de

mis cansados ojos se cerraron

dre regresaba de su largo viaje e

re cómo era costumbre cada vez que llegaba de un viaje, pero en vez de es

ué lloras? —pregunté acer

tó secando las lágrimas que

í pasando mis brazos

eran mágicos y siempre que pu

ondió abrazánd

má? —pregunté

Sus ojos reflejaban un dolor que no podía comprender. ¿Qué podía haber

je que tu abuela está en el ci

recordando esa conversación. Me había dolido mucho no conocer a la abuela, ya que mi madre decía que era

ido al cielo —prosiguió mam

quise decirle que eso no era verdad, que él había prometido regresar, pero mi boca se negaba a

zo de mi madre y

lvió a mí y grité c

al cuarto de mis padres— ¡Papá, sé que estás aquí

taban llenos de lágrimas, tanto que c

tió regresar», repetía en mi me

agas esto —suplicó mi ma

paraban de temblar, al igual que los míos, pero no quería cre

do con la esperanza de

que mis ojos se nublaban y en un momento noté como mis mejillas s

obstante el destino me lo había quitado muy rápido. A pesar de que habían pasado nueve años seguía teniendo esas horribles

ardé mis lágrimas y tragué el nudo que siempre se

aba el desayuno mientras tarareaba una canción que no reconocí. Después de un segundo mi madre se dio cuenta de mi presencia y se giró hac

iste ll

ndo rastro de alguna lágrima que me de

llorado tantas veces en silencio, q

te llorando —respondió cruzándose de brazos, di

r que no la estaba convenciéndola agregué: —El problema es que

gua pensando en mis dificultades; al principio el baño era mi refugio para llorar y desahogarme, pero luego comencé a decir

í de la ducha, me ve

, y ni siquiera me miró cuando me sen

—preguntó después de un rato

teníamos mucho dinero mi madre sabía

as vuelto a considerar el tema del trabajo —sol

nada en el trabajo, pero sí en nuestro problemas y pensándolo ahora con la cabeza fr

demasiados problemas como para estar rechazando el trabajo —r

asunto aceptarías, siempre haces lo mismo! —exclam

ás a tu hija a la muerte —respondí yo separá

ión Constan, serás atendida por Madame Müller. El trabajo es solo por el verano por tanto no afectará la universidad y las recomendaciones ya fueron enviadas por la señora

—respondí, sin mucho ánimo—. Si eso es tod

de desayunar? —pregu

pondí y salí de la casa so

salir de la ciudad. Allí solía ir con mi padre a pescar, era mi lugar favorit

comprobar que estaba vacío fui hacia allí y me senté. El banco daba una hermosa vis

así no soportaba pensar en trabajar para la Duquesa de Constan y su hija Susan. Por lo que había escuchado de Susan

me sobresaltó. Al girarme me encontré con

ramente, siempre que le costaba convencerme de algo acudía a

taría nada mal, Deborin

o apelativo con el que siempre me llamaba, pero

r mi tono se

para salvarlo y no por falta de personas que donaran el dinero, porque recuerdo haber visto por lo menos cinco nobles cerca de ella. Mi furia por la nobleza había comenzado ese día, con tanto dinero que poseí

por el alto costo de esta, si bien llevaba reuniendo hace un buen tiempo, todavía no llegaba ni

espondí llevándome una mano al pecho—. Además mi madre me hubiese obl

es si sabes que Ada es más testa

ontesté en un suspiro para ha

ió con una sonrisa, no obstante yo ni siquiera hice el i

Cenicienta» por ser hija de una sirvienta. Siempre que me molestaban Paty salía en mi defensa y yo sol

vacaciones ya nadie te

pondí con fastidio y para cambiar de t

emoción. Paty estaba estudiando periodismo para seguir la tradición familiar y al parecer era

r. Paty era talentosa en muchas cosas, a diferencia de mí, ya qu

ontaba cosas que le habían pasado a personas las cuales no conocía, pero siempre que decía no conoc

mó su teléfono para ver quién era el inoportuno. Al ver de quién se trataba sus ojos se iluminaron como si

La cara de tonta enamorada no se la quitaba nadie. A pesar de que llevaban solo un año era como si llev

unté poniéndome de pie, la cogí por las manos

e veo —dijo Paty pasándose una ma

muchas veces que

de un color marrón oscuro y su cabello no tenía nada que envi

—respondió dándome un abr

arde —me despedí

que me puse a lanzar piedra

en mi lugar —dijo una voz detrás de

irle cuatro cosas al que se creía el dueño d

que era. Tenía ojos marrones y despiertos, cejas espesas, nariz de punta cuadrada, cabello castaño claro perfectamente peinado y bo

i escaneo ráp

e que el parque es público, por l

que vengo me siento aquí —respondió y el tono de s

ni suyo, ni mío —alegué poniéndome de pie para que mis palabras tuvieran más efecto,

ceder —expresó con una sonris

entarse, porque aquí estoy yo —respondí firm

s. Sentía el calor que desprendía su cuerpo; cerré los ojos y

o abrí los ojos y me encontré co

—dijo con un tono intimid

un experto en el a

a internamente: «Concéntrate, concéntrate, co

ropuso dando un paso atrás

ondí sin ganas de seguir hablando con es

ylan Kosyan, mucho gusto —se

hándole la mano—, aunque no p

—resolvió él como si un n

sin co

i nombre, además la

ré si acepto —señalé cediendo un po

uería oír —dijo con una so

ue están haciendo una carrera, e

nté mirándolo a los ojos y

diota se iría —, pero si yo gano, cenarás conmigo mañana —abrí los ojos sorprendida por

ontigo —respondí girándo

ijo sentándose en el banco con una

esto por ese —agregué señalando a l

a perder —agregó a mi lado con tono arrogante. Este ho

s ganarás —di

ta, pero acabas de perder —

efectivamente, la bicicleta que

nció a mi espalda y sentí ganas d

e casi gruñendo apreta

Ahora dame tu número de telé

te

—preguntó al

que un desconocido tuv

éfono en casa —dijo desmintiéndome—. Dámelo ahor

—pregunté fru

irtiendo —respondió acercándose a mí

lo daré —dije hundien

conseguiré —aseguró c

me, pero de pronto me tomó por la muñeca, me volví y por un momento me

por ti a las

más? —dije soltá

a —respondió mostrándome su pe

a cruzarme con ese tal Dylan, ya bastante que tenía que cenar con ese idiota. ¡¡Dios!!

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY