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Historia

Capítulo 3 3

Palabras:1729    |    Actualizado en: 19/10/2022

apenas reconocía y sin embargo estaba segura de que pertenecía a mi casa. No era solo por lo limpia que estaba nuestra mansión “encantad

o precioso y justo al fondo, a cada lado de la puerta del ático

lo: Me encontraba en Rosink Hall. Aunque esa no era una afirmación que me calmase por completo, la duda que tenía era en q

uarto. Abrí la puerta despacio y entré. No me pareció en absoluto mi habitación y de hecho, estuve a punto de marcharme pensando que me había equivocado ya que

eña ventana seguía ahí, al igual que la chimenea. Las dimensiones de la estanc

la puerta, pero mi curiosidad había sido despertada

pero parecían nuevos y bien cuidados. Aparté la vista de aquellos seres inertes y dirigí mi atención a algo que había en la repisa de la chimenea. Un jarrón con tulip

ía precisamente a que hubiéramos realizado la limpi

os la niña pequeña que había visto una vez anteriormente, entró. Aunque yo es

a abrazó y volvió a salir corriendo por donde hab

a daño a la pequeña. Salí de la habitación siguiéndola y una vez en el pasillo volví a verla. Estaba

que alguien la abriera. No sucedió. Pero una voz se

? ―preguntó la voz

migo a las casitas ―respond

or qué no te vas a jugar sola a otr

promet

! ¡Ahora no! Así qu

Pero el crío había sido muy cruel tratándola de esa forma. Entiendo que

ada más caer se limpió con la manga de su vestido. Desistió de llamar a la p

aba absolutamente nada, ningún trasto viejo guardado como si fueran momias esperando a ser resucitadas. Parecía que todo hubiese volado y en su lugar sólo había unos

ábilmente se hizo con una caja de madera bastante pequeña y rectangular que situó en el medio. Entre sus jugu

do también me recordaba a mí de pequeña. Nunca tuve muchos

iendo qué hacer a continuación cuando un ruido en mi cuarto me sobresaltó. Era como si la ventana se hubiera abierto de golpe. Volví rápidamente allí y para mi sorpresa, la ventana no estaba abierta. En realidad, ni si

y unas manos frías que chocaron contra mi espalda, empuj

i cama. Seguramente me habría caído sin darme cuenta. Me leva

tasía. ¿Entonces por qué todavía me parecía notar aquellas manos diabólicas en mi espalda? ¿Y si Pamela tenía

que había comprado la casa, con prisas y sin pensarlo mucho. Así que sólo había pisado el edificio una vez, justo cuando llegamos a Los Ángeles, para saludar al director, que nos enseñara las instalaciones y poco más. Lo ún

mo estar en la boca del lobo. No había luz, tan solo en las habitaciones. Por lo que al llegar a las escaleras y empezar a bajarlas me agarré a la barandilla como si

aturdida e insegura. Pero nada como un buen

erta de entrada se abrió con cuidado. Mi hermana entró en casa silenciosamente y cerró la puerta de nuevo igualmente sin hacer ruido. S

erecho a meterme pero como siempre, la curiosidad

ué podía pasar? Di un paso adelan

aberte divertido mucho cui

endió en voz baja pero con

ue mi hermana había vuelto a llegar tarde pero eso

porque ya es un poco tarde

es! ―su tono enfadado

y es que si Rebecca no llevara su equipaje en la mano se habría lanzado

es de esas personas a las que no les importan tomarse una venganza si es necesario. Me volví a dormir

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