img Algun día serás mía  /  Capítulo 4 4 | 80.00%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:2538    |    Actualizado en: 19/10/2022

desconocidos. Me aseé y me vestí mecánicamente, sin mostrar emoción alguna. Y bajé a desayunar. Aunque debido a los nervios que sentía, se me hizo un nudo en el estómago

í para presumir ante mí o porque de ve

la parada de autobús. Una tortura de silencio constante. Y yo sin saber qué hacer o qué decir. La

jes con el móvil. ¿Serían para su novio o para sus amigas de Salem? Aunque le preguntase, ella nunca me lo diría. Pero

que Pamela me sonriera y devolviera el saludo con el mismo entusiasmo. Pensándolo bien, Rebecca no tenía ningún am

cabó de observar tan extraño espectáculo de amistad. Parecía tan interesa

Hocke ¿sabes? ―respondí

afiante otra vez y añadió―. Parece tonta

bes? Ni siqui

unto. No le dije que esa era exactamente la misma impresió

me ya que en el instituto siempre procuraba mantenerse alejada de mí. Un día me había explicado que era porque yo no era popular y ella sí. Por lo que no podía permitirse

de ella y pegada a mis talo

ntermedio. Y Pamela, como ya tenía asumido que éramos amigas, se sentó a mi lado. No es que me encantara su compañía pero en una situación así debía aferrarme a lo q

, a veces es un poco brusca ―le di

elo, miró atrás un segundo para volver a verla, cuando lo hubo

pudieran coexistir en la misma frase. Pero lo de

populares ―seguía hablando fascinada, lo cual em

rictamente prohibido pero no tenía por qué saberlo―.

tar sola y lo prefería antes que seguir a

e lo diría ―dijo P

pensando e

no conozco el instituto ―Intentaba zan

jos expectantes clavados en los míos. Qué pesade

lusión tenerla de guía pero al menos me servirí

cuáles eran los baños que no se podían usar por estar averiados o porque era donde se escondían los del periódico escolar para espiar a la gente. Yo apoyé mi espalda en

ía que pasé por allí. Un día no había sido suficiente para adaptarme. El edificio tenía casi el mismo tamaño que el de Salem. Y aun así, est

nuestra clase ―me di

miraban al pasar. Nadie se había dado cuenta de que era nueva allí, lo cual me agradaba ya que siempre he preferido pasar desapercibida entre la multit

entrar en el edificio. No había ido con nosotros en el autobús. Él tenía su propi

nuestra clase ―Pamela se había

Qu

áfico, creo. No le

onrisa volvió a su rostro y ambas entramos al edificio. Siempr

nte, al igual que en el exterior, iba y venía por las docenas de pasillos que componían el edificio sin percatarse de mi presencia. Casi como robot

aula. En cuanto cruzamos el umbral de la puerta, un par de chicas

to. Así que busqué un sitio libre para sentarme. Lo encontré, el único pupitre vacío se encontraba en

se sentaba a mi lado―.

in ir más lejos. Opté por lo segundo ya que mi sarcasmo no era una

on. Acabo de mudarme con

nsión horrible… ―¿De qué conocía mi cas

biese sido mejor que me ahorrase la pregunta. Pero

es que yo no viviría en una ca

uella palabra con una s

a acababa de entrar en la estancia y veinte pares de ojos

Hall, ¿no deberían habérmelo contado antes? Estaba segura de que no había sido un suceso reciente ya que la casa estuvo deshabitada hasta que llegamos nosotros y dada la eficacia de los medios de comunicación actuales, si hubiera pasado algo fuera de lo común aquí, lo hubie

r. Me había pasado la mayor parte del tiempo perdida en mis p

la y enseguida me repuse lo suficiente como para ir con Pamela a conocer a sus am

u habitual sonrisa. Aunque era allí donde tenía que estar, con o sin intenci

tan bien. Todas llevaban ropa de marca, las típicas niñas pijas vamos. Conmigo allí debíamos parecer un grupo muy extraño ya que yo nunca me fijaba en las etiquetas cuando i

s en las escalera

que sería el almacén de mantenimiento. Al lado de las escaleras estaba el chico en silla de ruedas que había visto cuando ll

te vas a dar una vuel

a él le importara mucho el irse de una manera tan repentina. No pensé más en ello e intenté concentrarme en la insustancial conversación que habían empe

o a mi cerebro y empezaron a recorrer el patio discretamente. ¿Qué buscaba? No, la pregunta correcta sería a quién. El chico de la silla de ruedas se había adueñado del extremo opuesto del patio. Como en cualquier in

No lo veía desde que sonó el timbre y salimos del aula. Todos los demás chicos de mi clase estaban allí exce

se me pasó por la cabeza que pudiera dar

car información utilizando un truco sucio―. ¿Os habéis fijado alguna v

quieres

dólares a que aquí asistía todo el mundo al recreo y que n

ue mis amigas sospecharan cual era la pregunta que quería hacer re

rando a su alrededor―. En estos

uié

a a todas partes como si fuese su

lar cada una lo que le correspondía con una precisión que me

apuntó Pamela―. ¿Ryan no se sienta a tu lado en clas

h,

ota lo es también. Por

o, ¿era mentira? Antes de que pudiera pensar más en ello

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