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Historia

Capítulo 5 5

Palabras:2399    |    Actualizado en: 19/10/2022

resultó más fácil concentrarme en las explicaciones de los profesores. Aun así no podía evitar preguntarme si era cierto lo que me habían dicho

uerzo. Era la primera vez que comía en un comedor escolar. En el instituto al q

cas hablando y riendo. Las populares, seguro. Mientras que yo me conformé con sentarme con Pamela y sus amigas a varios metros de distancia. ¿Qué era lo que me había dicho mi hermana la primera vez que pisé un instituto? Lo recordaba como si fuera ayer: “No me mires, no d

tres chicas ya habían comenzado a hablar. ¿No podían callarse un rato? La respuesta era obvia. Me molestaba u

onversación. La comida de la cafetería me parecía un tanto decepcionante y por ello no tardé en volve

a de ruedas estaba comiendo con un grupo de chicos a un par de mesas de distancia. Por la pinta que llevaban, deduje que pertenecían al p

os de clase. Simple aburrimiento mortal. Después de tod

fue que estuvieran comiendo solos y apartados. En las otras mesas podía haber como mínimo unas cuatro personas y el ambiente era muy cálido. Gente hablando, intercambiándose el postre, quejándose de los prof

la multitud? ―pregunté por lo alto aunqu

gesto. Seguidamente, se miraron entre sí, como si no estu

―Pamela tomó la palabra―. Nadie qu

tirosos. Pero, ¿eso es suficiente m

el idiota, siempre están espiando a la

e refieres a ese ch

así cuando nos dimos cuenta de su verdadera personalida

que parecía aburrida de escuchar todo aquello―. Hable

e ninguna objeción. Bebí el último sorbo de zumo de naranja que quedaba en el pequeño envase y me levanté de mi asiento para ir a tirarlo a los contenedores. Sabía que por fuerza

me había visto. ¡Era imposible no verme! Por un momento me planteé volver a mi mesa y dejar el

n cuando estuve a l

lgo porque antes de que yo llegara, me pareció ver al otro chico

a que mi presencia allí lo había pillado p

e ―dije aquello por decir algo, en realidad ni siquier

diota”, como le había

ara mirarme. Se entretenía pasando un pequeño objeto que no conseguí identi

irigiéndose a su amigo, que no tenía ninguna intenc

o en el bolsillo, antes de marcharse añadió―. No me interesa quienquiera que sea esa chica. Tengo cosas más i

que conocía a alguien con peor carácter que el de mi hermana

aquella actitud no parecía afectarle―. No

es en clase ―No se me ocurría otro modo de preguntarlo má

aba tartamudeando?―. Se

¿Acaso no

engo q

en mis esfuerzos por aclarar un poco aquel lío, lo único que

extraña que había pasado nunca. Todos parecían tener algo que ocultar y e

uizá demasiadas para un primer día. Y cuando el autobús se detuvo en mi parada me hi

car para continuar su ruta, mi hermana hizo un gesto de despedida a alguien que debía sentarse en las últimas filas con una sonrisa triunfadora. La misma que ponía cuando conseguía lo que

vez el autobús hubo desaparecido de su v

sado hoy? ―me preguntó

o… inte

estaba segura de que me lo iba a contar igual. En una ocasión así, lo mejor era

tu existencia ―Hablaba con ironía y yo no tenía ganas de participar en su juego por lo que no dije nada. Ella contin

qué mesa t

digas que no te has enterado de lo

aquel asunto me interesaba y añadí―

n serio, si supieras la mitad de lo que yo sé, no te habrías ace

os? ―pregunté cortante al ver que Reb

nuestra casa. Mi hermana abrió la puerta con su ll

siga siendo un pequeño misterio ya que te gusta t

rto toda la tarde para “estudiar” aunque yo sabía la verdad. Y era que se pasaría un buen rato hablando por el móvil o ch

no de sus experimentos culinarios pero eso para mí era un

mi padre asomándose por

a pintando aquellos ostentosos cuadros por los que le pagaban los museos y galerías de arte. Nunca me interesó saber dónde se exponían ya que podía v

día? ―Hizo la preg

el tema y haciendo ademán de marcharme a mi cuarto

podrías hacerme u

en cierto modo me gustaba, no tenía ganas de quedarme entre

os había traído una tarta de bienvenida. Después, siguiendo las instrucciones de papá debía hacer el esfuerzo de invitarla a cenar una

pecto exterior decía todo lo contrario. Es que la señora Wallace aparte de tener la fachada de su casa en perfecto estado de mantenimiento, se había ocupado tambié

ntó alguien con una voz ronca y que d

ara me resultaba familiar. Le había visto antes, ¿con unos prismáticos? Estab

la señora Wallace ― le expliqué algo nervios

y. Pero tú qué sabrás si a

a las que les gustaba tener el control de la situación. Aquel último comentario me confirmó lo que ya sospechaba: nos había estado

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