Todos los sirvientes salieron para darle la bienvenida a Lenny, pero Scarlet permaneció en el segundo piso, observando silenciosamente su llegada desde la ventana de su dormitorio.
Debía admitir que su esposo era devastadoramente sexy y apuesto.
Además de ser alto, tenía las piernas largas y un cuerpo bien proporcionado. Como no tenía grasa extra, sus músculos eran delgados pero fuertes.
Lo conocía bastante bien físicamente, ya que pudo experimentarlo por completo aquella fatídica noche.
Lo sucedido había sido tan ridículamente surrealista que ella aún lo consideraba un sueño. A la mañana siguiente, cuando regresó a casa, no había sabido qué decirle.
El rostro de Lenny era impecable, como si Dios se hubiera tomado su tiempo para modelarlo cuidadosamente. Era muy guapo y tenía los rasgos bien definidos.
Dios era muy injusto. No solo le había dado a ese hombre una complexión perfecta y un hermoso rostro, sino también un alto coeficiente intelectual y una excelente formación académica.
Lenny había obtenido en su adolescencia su título en derecho y finanzas. Después de graduarse, asumió el mando del negocio familiar. Esa empresa había estado en auge durante los últimos años, y ahora era el principal gigante comercial de la capital. Unos años atrás, se aventuró en el mercado extranjero y había logrado desarrollarse a la perfección.
Lenny se marchó al extranjero al día siguiente de su boda. Su excusa fue que la empresa estaba abriendo una nueva sucursal, por lo que necesitaba enfocarle toda su atención. Pero no había regresado a casa desde entonces.
Scarlet estaba perdida en sus pensamientos y conjeturas cuando, de repente, sintió la fría mirada de Lenny sobre ella. Asustada, se apresuró a cerrar las cortinas y se alejó de la ventana.
No tenía ni idea de qué había provocado una reacción tan reflexiva. Supuso que era porque se sentía inferior a su esposo.
Scarlet ni siquiera era la favorita de su propia familia, ya que el mando lo tenía su madrastra. Si no se hubiera casado con Lenny, estaría trabajando como sirvienta personal de esa mujer.
Gracias a que la madre de Scarlet había salvado a la abuela de Lenny, ella logró casarse con este último.
Además, aunque a él no le gustaba ella, tampoco la odiaba. Después de todo, conocía su lugar y tenía un buen comportamiento.
Pronto una criada tocó su puerta.
"El señor Foster ya está en casa, señora. Está pidiendo que usted lo acompañe a comer".
Scarlet bajó corriendo las escaleras. En el comedor, la mesa ya estaba puesta con los platos servidos.
Lenny se encontraba en un extremo de la larga mesa. Scarlet procedió a sentarse en el otro extremo, donde ya había un lugar preparado para ella.
Ambos tenían diferentes gustos en comidas. Pero como era él quien había regresado, el personal cocinó según las preferencias de Lenny.
Scarlet arrugó la nariz mientras observaba el bistec ligeramente crudo que estaba en su plato.
"¿Qué ocurre?", preguntó Lenny, con el ceño fruncido.
"Mi bistec tiene sangre", respondió ella. No estaba acostumbrada a las carnes poco cocidas, y últimamente no tenía buen apetito. Tal vez se debía al calor.
"Tráiganle un bistec bien cocido, por favor".
"Gracias", murmuró ella.
Ninguno de los dos habló durante la cena. Se mostraban indiferentes, como si fueran dos perfectos desconocidos en lugar de una pareja.
Después de comer, Lenny agarró su servilleta y se limpió los labios. Tras una breve vacilación, Scarlet respiró hondo y decidió contarle lo ocurrido esa noche.
"Lenny".
"Scarlet".
Ambos habían hablado al mismo tiempo.
Ella se puso nerviosa mientras lo observaba. "Tú primero".
Lenny no se negó y habló directamente: "Scarlet, quiero el divorcio".
Esa breve frase resonó en la cabeza de la mujer por unos momentos.
De repente, entró una criada para entregarle los papeles. Lenny ya los había firmado. Su letra era hermosa, como la de un experimentado calígrafo.
Sin embargo, ella no estaba de humor para apreciarlo.
En un divorcio, lo más importante era resolver la distribución de propiedad.
Scarlet leyó a toda prisa el acuerdo, donde se estipulaba que obtendría dos propiedades: una tienda y un apartamento. Ambos estaban ubicados en una zona privilegiada, por lo que tenían un precio de decenas de millones de dólares. Además, recibiría cincuenta millones como compensación. Incluso le darían una pequeña empresa que generaría una ganancia neta anual de varios millones de dólares.
Al parecer, acostarse con Lenny una vez le había dado muchos beneficios.
Pero quería conocer la razón por la que él deseaba divorciarse.
Scarlet cerró la carpeta que contenía los papeles y lo miró desafiantemente por primera vez.
Lenny le devolvió la mirada con la misma intensidad.
Era la primera vez que la observaba con tanta atención. Su rostro era pequeño y delicado. Sus grandes y hermosos ojos brillaban como gemas. Su pura e inocente mirada le recordaba a un estanque de agua clara.
Además, estaba muy delgada, como si su familia la hubiera maltratado.
Pero, sobre todo, su figura era similar a la de la chica con quien se acostó esa noche.
Si Lenny volviera a cruzarse con ella, definitivamente querría que subiera de peso. Era tan flaca que despertaba su simpatía.
"¿Puedo preguntar la razón?", murmuró Scarlet.
"Porque tengo a alguien más en mi corazón", confesó él.