rt
nte debate cultivas mi mente y, si me alimentas besándome, el hambre v
ítu
una b
i madre, Hilda Campos, estaba haciendo uno de sus tantos platillos, podía saber
speraba que la posición me diera más audición y l
os y yo solíamos correr por las escaleras, mamá salía de la cocina y nos regañaba justamente con ese gesto, con l
ha salido de la ciudad por más tiempo del necesario, solo van a ser unos meses mientras hace su diploma
o en el que estaba metido, ¿cómo iba a salirme de ese embrollo? Era
pesar de lo molesto que estaba, amaba a mamá, así que busqué rápidamente una solución en mi cabeza antes de que dije
ra celosa ni por asomo, pero no estaba muy contenta con mi relación con Jessica desde que la conoció
e se la pasa haciendo muecas cuando estamos cerca? No enti
a gótica inestable llena de tatuajes y perforaciones. Si mal no recuerdo, se reunía con un montón de personas extr
en la adolescencia? ¿Acaso yo te juzgo por la vez que te emborrachaste en el col
ión, me iba a hacer viejo antes
centes. En más de una ocasión supe, porque Fede le contaba a mamá, que había llegado borracha a altas horas de la madrugada u oliendo a cigarrillos, acompañada de un grupo de gente que no era aceptado por sus padres. Lo
umorado-. Nunca hice algo que pusiera
llamas e inmediatamente se sube a un camión para
argo, sabía que esta discusión no llegaría a ningún lado, ella
a qué me esforzaba-. Pero por cualquier cosa sospechosa que haga, por mínima que sea, se ganará una patada e
to. Becca, prepara tu equipaje que te v
on del otro lado. Intenté recordar lo que había dicho, Hilda era una desconsiderad
te vale que vayas por ella, es la primera vez que va a la capital. -
o demasiado con ella antes, después de todo yo tenía ocho años
me atrevía a ser. Los dos crecimos en un ambiente muy tradicional, muchas veces quise cruzar los límites, nunca fui valient
tras haber conseguido una beca. En una de las largas llamadas que me hizo mi madre me contó del gran escándalo que surgió en la casa Huerta cuand
mitad y pedirle que no cruzara la línea, pero no lo
cualquier cosa por ellos. Además, apreciaba a la señora Fede, era alg
-
-que era lo que hacíamos la mayoría de las veces-. Le dije que se quedaría conmigo la hija de una amiga de mi familia, no le
y sonrió con ironía cuando le pr
seguro de que no lo había mencionado, pero decidí quedarme callado cuand
Era hija del profesor Gilberto Caño, un exdirector que hizo de mi estadía algo sencillo. Cuando llegué de
sorprendía. No podía recordar con claridad cómo empezamos a salir, pero la iniciativa había sido suya. Nuestra relación no era convencional, era lo más loco que hab
e calidez, más lejanía que proximidad. No le prestaba demasiada importancia porque c
-
y me dirigí hacia la terminal. Me detuve en la fila correcta y saqué del bolsillo trasero de mi pantalón una hoja con su nombre
cabellera de mechones fosforescentes que recordaba. No vi a nadie que se pareciera a ell
pasando, ni siquiera había puesto un pie en la ciudad y ya estaba rompiendo
ue me contemplaban con curiosidad, eran demasiado bonitos. Tenía pecas espolvoreadas en las mejillas, su olor d
ionando silenciosame
rás para sali
i una mirada nerviosa hacia el
nrió, burlona. Una chispa de reconocimiento
ás que no me c
a caracterizaba. Mi mandíbula se desencajó al contemplar que Rebecca
mas. Me giré, furioso conmigo por no haber sido capaz de reconocerla, con
la dejé atrás. No iba a fingir que me agradaba, p