¡Qué torpe!, que estúpida era. Prácticamente, salió huyendo de una buena ocasión. Tenía la oportunidad de su vida para lograr dar un paso positivo con Adriel, y todo lo había arruinado. Ofelia se quedó detrás de la puerta repasando la idiotez que cometió.
Pero es que también, con tantas presiones encima, como iba a pensar con claridad. Eran muchas cosas las que estaban de por medio, mientras que ella tenía que enamorar a un hombre. No tenía sentido que su hermana estuviera en problemas, y ella ligando con un hombre.
La pelinegra niega, era lo que debía hacer, le gustase o no…
[…]
¿Qué era lo que estaba haciendo?
¿Por qué seguía buscando a esa muchacha?
Hace un momento sintió la necesidad de besarla, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido porque ella retrocedió despavorida. Intuyo que la pelinegra conocía sus intenciones, pero, ¿porque huir? ¿Alguien la estaría esperando en casa?
El CEO lleva la mirada hacia arriba, ¿quizás esa chica que vio la otra noche? Pero no las había vuelto a ver juntas, o posiblemente, ella tuviera un novio u esposo… esa teoría no le sentó muy bien a Adriel.
De todos modos, ya era muy tarde para averiguarlo…
[…]
—¡No me digas! —Bruno exclama con sorpresa —. Así que él la fue a buscar por sus propios medios, pero que interesante noticia, ¿no te parece, Armando?
El castaño se encontraba de pie detrás de su jefe, al igual que él, escuchaba atentamente el informe de los que seguían a Ofelia.
—Sí, es una gran noticia, señor Cohen —Contesta sin ánimos y con expresión sombría.