Sus ojos brillaban más de lo usual y eso la ponía sumamente nerviosa. Era un hombre bastante intimidante.
—Entonces, tendremos que esperar —Responde a duras penas.
—Así es…
Se miran por un momento más, hasta que Ofelia retira la mirada. Se sentía tan apenada que no lograba mantenerle la mirada a ese hombre, y si eso continuaba así, no se quería ni imaginar cómo sería cuando estuvieran casados.
Después de desayunar, Adriel se internó en su despacho para adelantar trabajo. Debido a que no podía salir de casa, necesitaba leer los permisos que Cecilia le envió. Pero a pesar de estar metido de lleno en el trabajo, el CEO no dejaba de pensar en la mujer que rondaba su apartamento.
Ofelia era una mujer que le producía cierto revoltijo en su interior, cada vez que la veía le provocaba besarla, y eso podía llegar a ser un problema, o quizás no… su matrimonio solo sería por contrato, pero, ¿y si sucedía algo más?
Aunque ya habían conversado sobre la intimidad, él se preguntó, si lograría soportar la tentación de vivir con una mujer tan hermosa y atractiva sin tocarle un solo pelo.
El rubio inclina su cuerpo hacia atrás, y piensa en sus opciones, ya no podía echarse para atrás con respecto a la boda. Se comprometió a ayudar a Ofelia aun sabiendo que esa unión no lo beneficiaria mucho que digamos.
Más bien, no estaba seguro de que sirviera que se casará con ella. Por otro lado, una parte de él deseaba hacerla su esposa, protegerla y ayudarla en todo lo que pudiera.
—Demonios, creo que esa mujer me gusta más de la cuenta.