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Su vida era perfecta hasta que conoció al hermano mayor de su novio. Había una regla en la manada Night Shade: si el Alfa rechazaba a su pareja, perdería su posición. Y la vida de Sophia estaba relacionada con esa ley, pues era una Omega que salía con el hermano menor del Alfa. Bryan Morrison, el Alfa actual, no solo era un hombre de sangre fría, sino también un encantador hombre de negocios. De hecho, su nombre era suficiente para poner a temblar a las demás manadas, pues era conocido por ser muy despiadado. ¿Y si por un giro del destino su camino se entralazaba con el del Sophia?
Después de dos años de matrimonio, Kristian soltó una bomba. "Ella ha vuelto. Vamos a divorciarnos. Dame un precio". Freya no discutió. Sonrió y expuso sus condiciones. "Quiero tu auto deportivo más caro". "Está bien". "La villa en las afueras". "Sin problema". "Y la mitad de los miles de millones que ganamos juntos". Kristian se quedó helado. "¿Qué dijiste?". Él pensaba que ella era una mujer común, pero en realidad Freya era la mente maestra detrás de su fortuna. Y ahora que se había ido, él haría cualquier cosa para recuperarla.
Rechazada por su pareja, de la que había estado enamorada durante mucho tiempo, Jasmine se sintió completamente humillada. En busca de consuelo, se dirigió a una fiesta para ahogar sus penas. Pero las cosas empeoraron cuando sus amigos le propusieron un cruel reto: besar a un desconocido o pedir perdón a su pareja. Sin otra opción, Jasmine se acercó a un desconocido y lo besó, pensando que eso sería el final. Sin embargo, inesperadamente, el desconocido le rodeó la cintura con los brazos y le susurró al oído: "¡Eres mía!". Gruñó, y sus palabras le provocaron escalofríos. Entonces, le ofreció una solución que lo cambiaría todo...
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Un giro del destino unió a Allison con Derek en matrimonio: ella, una poderosa heredera con innumerables identidades ocultas; él, el hombre más admirado de la ciudad, que ahora yace en coma silencioso. Durante tres años, Allison utilizó sus incomparables habilidades médicas para curarle, mientras se enamoraba en silencio. Pero cuando el viejo amor de Derek regresó del extranjero, le entregó a Allison los papeles del divorcio sin pensárselo dos veces. Decidida a dejar de perseguir sombras, Allison firmó los papeles y dio la espalda al amor, alzándose a la fama como una fuerza deslumbrante en los negocios, la medicina y mucho más. Solo cuando se elevó por encima del mundo, Derek vio por fin su valía. Se arrodilló ante ella, con los ojos llenos de arrepentimiento. "¿Me aceptarás de nuevo?", preguntó.
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Tras quedar ciego en un accidente, Cary fue rechazado por todas mujeres de alta sociedad… excepto por Evelina, quien se casó con él sin dudarlo. Tres años después, él recuperó la vista y pidió el divorcio: “Ya perdimos demasiado tiempo. No dejaré que desperdicie ni un año más conmigo”. Evelina firmó los papeles en silencio. Todos se burlaron de su "fracaso"... hasta que descubrieron que la doctora milagrosa, la magnate de joyas, la genio de las acciones, la hacker legendaria y la verdadera hija del presidente… ¡era ella! Cuando Cary volvió a pedir perdón, un hombre despiadado lo corrió: “Ahora es mi esposa. Lárgate”.
Después de dos años de matrimonio, Kristian soltó una bomba. "Ella ha vuelto. Vamos a divorciarnos. Dame un precio". Freya no discutió. Sonrió y expuso sus condiciones. "Quiero tu auto deportivo más caro". "Está bien". "La villa en las afueras". "Sin problema". "Y la mitad de los miles de millones que ganamos juntos". Kristian se quedó helado. "¿Qué dijiste?". Él pensaba que ella era una mujer común, pero en realidad Freya era la mente maestra detrás de su fortuna. Y ahora que se había ido, él haría cualquier cosa para recuperarla.
Cada Historia Suya Vale Mucho
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Su vida era perfecta hasta que conoció al hermano mayor de su novio. Había una regla en la manada Night Shade: si el Alfa rechazaba a su pareja, perdería su posición. Y la vida de Sophia estaba relacionada con esa ley, pues era una Omega que salía con el hermano menor del Alfa. Bryan Morrison, el Alfa actual, no solo era un hombre de sangre fría, sino también un encantador hombre de negocios. De hecho, su nombre era suficiente para poner a temblar a las demás manadas, pues era conocido por ser muy despiadado. ¿Y si por un giro del destino su camino se entralazaba con el del Sophia?
"¡Ahh!". Ella solo podía gemir, a pesar de que no amaba a ese hombre; de hecho, lo odiaba. Las manos del hombre recorrían todo su cuerpo. Ella jadeó cuando él comenzó a bajarle el cierre del vestido. Este terminaba en su cadera, así que terminó con la espalda y la cintura descubiertas. "No me toq... ¡mmm!". El hombre movió sus dedos por su espalda descubierta y presionó su cabeza contra una almohada. Los toques le provocaron escalofríos a la chica. "Haré que te olvides de sus toques, besos y todo lo demás. Cada vez que toques a otro hombre, solo podrás pensar en mí". ---- Ava Adler era una omega nerd. Los demás la molestaban porque pensaban que era fea y poco atractiva. Pero Ava amaba en secreto a un chico malo, Ian Dawson. Él era el futuro Alfa de la manada Mystic Shadow. Sin embargo, a él no le importaban las reglas ni las leyes, solo le gustaba coquetear con las chicas. Ava no era consciente de la arrogancia de Ian hasta que su destino se entrelazó con el del joven. Él la descuidó y la hirió profundamente. ¿Qué pasaría cuando Ava se convirtiera en una bella capaz de conquistar a cualquier chico y, al verla, Ian se arrepintiera de sus decisiones? ¿Y si ella tenía una identidad secreta que aún no había descubierto? ¿Y si cambiaban las tornas e Ian le suplicaba que no lo dejara?
Lucía Balstone pensó que había elegido al hombre adecuado para pasar el resto de su vida, pero fue él quien acabó con su vida. Su matrimonio de diez años parecía una broma cuando su esposo la apuñaló con una daga. Afortunadamente, Dios nunca está ciego ante las lágrimas de las personas. Lucía tuvo una segunda oportunidad. Ella renació a la edad de 22 años, antes de que sucedieran todas las cosas terribles. ¡Esta vez, estaba decidida a vengarse y dejar que aquellos que la lastimaron pagaran! Hizo una lista elaborada de sus objetivos, y lo primero en su lista era casarse con el peor enemigo de su exmarido, ¡Alonso Callen!
Zoe es una chica de tan solo diecisiete años, su única familia había sido siempre su abuela. Sin embargo, por cosas del destino termina encontrándose con una bebé, quien había sido abandonada para morir en aquel helado día. Si el destino no las hubiera unido, jamás la habría salvado. Aunque la tacharon como una mujer inmoral por ser una madre joven y soltera, nunca se rindió y lucho por cuidar a la hija de un desconocido, sin saber quién era la verdadera familia de su hija, se arriesga a darlo todo por su nueva hija. Lo que ella no esperaba era el hecho de haber adoptado a la hija de un poderoso CEO. ¿Podrá ser capaz de cuidar a una bebé recién nacida y demostrar con el tiempo que los lazos sanguíneos no es lo más importante para amar a alguien?
"Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías?". "Pediría que me amaras otra vez, Jacob... Pero esta vez, para siempre". En el pasado, él la amó incondicionalmente, pero la perdió cuando perdió la memoria. Emily se quedó al borde del colapso cuando se separaron, la oscuridad no sería tan terrible si uno no hubiera probado la felicidad. Pero cuando uno pierde el amor de su vida, ¿cómo lograría volver a ser feliz nuevamente en esta vida?
Una deuda del pasado unió las vidas de Esmeralda y Lino. la cláusula de un testamento los convirtió en marido y mujer. Pero el odio es el único sentimiento que existe entre ellos. Después que Dimarco Guidacci, el patriarca de la familia más poderosa y adinerada del país, muriera, un secreto salió a la luz. La fortuna que tanto presumía la familia, había sido gracias a la traición y el engaño que Dimarco Guidacci le había hecho a su joven socio años atrás. Sin querer llevarse el peso de su traición a la tumba, el patriarca en su últimos días, cambia su testamento. Dejando a Esmeralda Lombardi, la única hija de su socio, como la nueva heredera de la gran fortuna. Pero ese gesto del patriarca, es ahora la razón que tiene Lino para odiar a Esmeralda, él piensa que todo es un engaño y que ella es solo una oportunista que quiere robarle su fortuna, pero ella no le importa los sentimientos de Lino, porque lo único que le interesa es recuperar lo que le pertenecía a su padre. ¿Qué Pasará en esta historia? ¿En verdad se odian? ¿O no?
El giro de la vida de Aracelis la llevo a convertirse en todo lo que ella odiaba, en todo lo que un día se prometió jamás ser, pero la vida no siempre resulta ser como uno quiere que sea.
-¿Porque te vistes tan pronto?-me dice viendo como me coloco mis tacones. -Porque ya es tiempo de irme no ves -contesto borde. -Bueno yo quería repetir pero sera para la próxima vez -si claro en tus sueños. -No te niego que lo que hiciste me gusto -y veo como sonríe con arrogancia -Pero lastima porque ya no te volverás a comer esto, muchos quieren comerme pero pocos pueden tenerme. Señale mi cuerpo y veo como su sonrisa se borra. ¡JA! toma eso. -Eso lo veremos porque seras Mia. -Eso es lo que crees y ten claro que para mi solo fuiste una noche loca -vi la molestia en sus ojos con esa mascara cubriendo su rostro -Y no tengo ninguna necesidad de volvernos a encontrar -lo mire con superioridad cerré la puerta tras de mi y me fui como la cabrona que soy. ¿Podrá el demonio convertir el cuerpo de ella en su infierno? ¿Hará que Giss crea en el amor? ¿Podrán superar los obstáculos en sus caminos?
Sofia era una joven de 18 años cuya madre estaba enferma del corazón, en un ataque respiratorio ella conoce a Scott el cardiólogo de cabecera de su madre, al verlo queda hipnotizada, por ese hombre, después de un giro inesperado en su vida sus caminos se juntan y a raíz de ello se desatan Miles de emociones y sucesos que pueden poner fin a su historia o eso dependerá de la fortaleza de su amor y lealtad.
Charlize se dio cuenta de que su matrimonio vacío de 3 años con Caín era sólo el comienzo de la trama, mientras que ser metida en la cama de un hombre desconocido por su marido es el final. "¿Así que fui arrojada a la cama de otro hombre por mi 'querido' marido?" El hombre puso su mirada profunda en su frágil cuerpo. Ella volvió a sus sentidos, tratando de luchar contra su pecho, pero, esto solo despertó que el hombre hizo más. Charlize hizo una decisión, luego, levantó la mano derecha y la puso alrededor del cuello del guapo alto, pero misterioso. En aquel entonces, nunca esperaba que el hombre que la abrazaba fuera el primo de su marido, el pez gordo que cambiaría su destino.
Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza. En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido. Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio. Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida. ¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya? Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma. Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana.
Darya pasó tres años amando a Micah, adorando el suelo que pisaba. Hasta que su abandono y el abuso de su familia finalmente la despertaron a la horrible verdad: él no la ama. Nunca lo hizo, nunca lo hará. Para ella, él es un héroe, su caballero de brillante armadura. Para él, ella es una oportunista, una cazafortunas que planeó su camino en su vida. Darya acepta la dura realidad, reúne los pedazos destrozados de su dignidad, se divorcia de él, recupera su nombre real y, reclama su título como la heredera multimillonaria más joven del país. Sus caminos se vuelven a cruzar en una fiesta. Micah observa a su ex esposa cantar como un ángel, romper la pista de baile y luego frustrar a un malintencionado con una patada giratoria. Se da cuenta, con retraso, de que ella es exactamente el tipo de mujer con la que querría casarse, si tan solo se hubiera tomado la molestia de conocerla. Micah actúa con prontitud para recuperarla, pero descubre que ahora está rodeada de solteros elegibles: CEO de alto poder, bioquímico genio, cantante premiado, playboy reformado... Peor aún, deja bastante claro que ha terminado con él. Micah se prepara para una batalla cuesta arriba. Él debe demostrarle que todavía es digno de su amor antes de que ella se enamore de otra persona. Y el tiempo se está acabando.
Lucía Balstone pensó que había elegido al hombre adecuado para pasar el resto de su vida, pero fue él quien acabó con su vida. Su matrimonio de diez años parecía una broma cuando su esposo la apuñaló con una daga. Afortunadamente, Dios nunca está ciego ante las lágrimas de las personas. Lucía tuvo una segunda oportunidad. Ella renació a la edad de 22 años, antes de que sucedieran todas las cosas terribles. ¡Esta vez, estaba decidida a vengarse y dejar que aquellos que la lastimaron pagaran! Hizo una lista elaborada de sus objetivos, y lo primero en su lista era casarse con el peor enemigo de su exmarido, ¡Alonso Callen!
Sofía Herrera había vivido siete años siendo la dispensadora de sangre para la "amada" de su prometido. Él la utilizaba, la humillaba, la mantenía atada con promesas vacías de un amor que nunca llegaría. En su última donación crítica, los médicos advirtieron que su cuerpo no podía más. Su vida pendía de un hilo. Pero desde el otro lado de la cortina, escuchó la sentencia final de Alejandro: "Que muera. Solo me importa que Isabella viva." Esas palabras la destrozaron, más profundamente que cualquier aguja. Sintió cómo su vida se escurría, gota a gota, junto con su sangre. Murió, habiendo sacrificado todo por un hombre que la despreciaba y por la mujer que le había robado hasta el último aliento. Luego, la oscuridad. Un pitido agudo. Luz brillante. Desorientada, Sofía abrió los ojos y reconoció el olor a antiséptico: era la clínica, el día de la primera donación. ¡El día en que le exigió matrimonio a Alejandro, creyendo que así lo ganaría! ¿Había vuelto al pasado? ¿Una segunda oportunidad? ¡Qué ingenua había sido! La puerta se abrió de golpe. Entró Alejandro, con el rostro desesperado: "Sofía, Isabella te necesita. Su vida depende de ti." Los mismos ojos suplicantes, las mismas mentiras. Pero ella ya no era la misma. El recuerdo de su propia muerte ardía en su mente. Esta vez, el juego sería diferente. Esta vez, ella no pediría migajas de amor.
Mi médico suspiró, confirmando lo inevitable: mi leucemia estaba en etapa terminal, y yo solo anhelaba la paz de la muerte. Para mí, morir no era una pena, sino la única liberación de una culpa que nadie, excepto él, entendía. Luego, mi teléfono sonó, y la voz fría de Mateo Ferrari, mi jefe y antiguo amor, me arrastró de nuevo a un purgatorio autoimpuesto. Cinco años atrás, en los viñedos de Mendoza, su hermana y mi mejor amiga, Valeria, me empujó por la ventana para salvarme de unos asaltantes. Su grito y el sonidFmao de un disparo resonaron mientras huía, y cuando la policía me encontró, Mateo me sentenció con un odio helado: "Tú la dejaste morir. Es tu culpa." Desde entonces, cada día ha sido una expiación, una condena silenciosa bajo la crueldad de Mateo. Él me humillaba, me obligaba a beber hasta que mi cuerpo dolía, disfrutando mi sufrimiento como parte de esa penitencia interminable. Mi existencia se consumía bajo su sombra, una lenta autodestrucción en busca del final. La leucemia era solo el último acto de esta tragedia personal, la forma final de un pago que creía deber. ¿Por qué yo había sobrevivido para cargar con esta culpa insoportable y el odio de quienes una vez amé? Solo ansiaba el final, la paz que la vida me había negado, el perdón de Valeria. Una noche, tras una humillación brutal, una hemorragia masiva me llevó al borde de la muerte. Sin embargo, el rostro angustiado de mi amigo Andrés, y la inocencia de una niña que lo acompañaba, Luna, me abrieron una grieta de luz inesperada. ¿Podría haber una promesa más allá de la muerte, una oportunidad para el perdón y una nueva vida que no fuera de expiación?
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Después de dos años de matrimonio, Kristian soltó una bomba. "Ella ha vuelto. Vamos a divorciarnos. Dame un precio". Freya no discutió. Sonrió y expuso sus condiciones. "Quiero tu auto deportivo más caro". "Está bien". "La villa en las afueras". "Sin problema". "Y la mitad de los miles de millones que ganamos juntos". Kristian se quedó helado. "¿Qué dijiste?". Él pensaba que ella era una mujer común, pero en realidad Freya era la mente maestra detrás de su fortuna. Y ahora que se había ido, él haría cualquier cosa para recuperarla.
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Un giro del destino unió a Allison con Derek en matrimonio: ella, una poderosa heredera con innumerables identidades ocultas; él, el hombre más admirado de la ciudad, que ahora yace en coma silencioso. Durante tres años, Allison utilizó sus incomparables habilidades médicas para curarle, mientras se enamoraba en silencio. Pero cuando el viejo amor de Derek regresó del extranjero, le entregó a Allison los papeles del divorcio sin pensárselo dos veces. Decidida a dejar de perseguir sombras, Allison firmó los papeles y dio la espalda al amor, alzándose a la fama como una fuerza deslumbrante en los negocios, la medicina y mucho más. Solo cuando se elevó por encima del mundo, Derek vio por fin su valía. Se arrodilló ante ella, con los ojos llenos de arrepentimiento. "¿Me aceptarás de nuevo?", preguntó.
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Acusada de asesinato, la madre de Sylvia Todd fue considerada una traidora por toda la manada, condenando a Sylvia a vivir el resto de su vida sola y humillada como una humilde esclava. Lo único que quería la chica era demostrar la inocencia de su madre de alguna manera, pero el destino nunca parecía estar de su lado. A pesar de todo, Sylvia nunca perdió la esperanza. Como el futuro rey licántropo de todos los hombres lobo, Rufus Duncan poseía un gran poder y estatus, pero tenía una inexplicable reputación de ser cruel, sanguinario y despiadado. Sin que todo el mundo lo supiera, había sido maldecido hacía mucho tiempo y se veía obligado a transformarse en un monstruo asesino cada luna llena. Aunque el destino no siempre favorecía a los dos, unió a Sylvia y Rufus como pareja predestinada. ¿Se hará justicia para la madre de Sylvia? ¿Podrán ella y Rufus desafiar todas las normas sociales y permanecer juntos? ¿Tendrán estas dos almas desafortunadas un final feliz?
Traicionada por su pareja y su hermanastra en la víspera de su boda, Makenna fue entregada a los despiadados príncipes licántropos como amante, pero su propio padre ignoró su difícil situación. Decidida, ella intentó escapar y buscar venganza, pero, sin darse cuenta, captó el interés de los tres príncipes licántropos, que la deseaban en exclusiva entre muchas admiradoras. Esto complicó sus planes, atrapándola y convirtiéndola en rival de la futura reina licántropa. Enredada en deseo y celos, ¿podría Makenna lograr su venganza en el intrincado baile con los tres príncipes?
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un día sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavía se mostraba frío con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo quería. Estaba empeñada en ocultarle que tenían una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarían? ¿Caleb se ganaría el corazón de Debra y conocería a su adorable hija? ¡Descúbralo!
Allison se enamoró de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que él se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una débil omega no podía ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que había vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentó conseguir el puesto ni mostró ningún interés por él. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresó a la manada, una cosa cautivó sus ojos y fue Allison.
Rechazada por su pareja, de la que había estado enamorada durante mucho tiempo, Jasmine se sintió completamente humillada. En busca de consuelo, se dirigió a una fiesta para ahogar sus penas. Pero las cosas empeoraron cuando sus amigos le propusieron un cruel reto: besar a un desconocido o pedir perdón a su pareja. Sin otra opción, Jasmine se acercó a un desconocido y lo besó, pensando que eso sería el final. Sin embargo, inesperadamente, el desconocido le rodeó la cintura con los brazos y le susurró al oído: "¡Eres mía!". Gruñó, y sus palabras le provocaron escalofríos. Entonces, le ofreció una solución que lo cambiaría todo...
Tras quedar ciego en un accidente, Cary fue rechazado por todas mujeres de alta sociedad… excepto por Evelina, quien se casó con él sin dudarlo. Tres años después, él recuperó la vista y pidió el divorcio: “Ya perdimos demasiado tiempo. No dejaré que desperdicie ni un año más conmigo”. Evelina firmó los papeles en silencio. Todos se burlaron de su "fracaso"... hasta que descubrieron que la doctora milagrosa, la magnate de joyas, la genio de las acciones, la hacker legendaria y la verdadera hija del presidente… ¡era ella! Cuando Cary volvió a pedir perdón, un hombre despiadado lo corrió: “Ahora es mi esposa. Lárgate”.
Después de dos años de matrimonio, Kristian soltó una bomba. "Ella ha vuelto. Vamos a divorciarnos. Dame un precio". Freya no discutió. Sonrió y expuso sus condiciones. "Quiero tu auto deportivo más caro". "Está bien". "La villa en las afueras". "Sin problema". "Y la mitad de los miles de millones que ganamos juntos". Kristian se quedó helado. "¿Qué dijiste?". Él pensaba que ella era una mujer común, pero en realidad Freya era la mente maestra detrás de su fortuna. Y ahora que se había ido, él haría cualquier cosa para recuperarla.
Sawyer, el mayor traficante de armas del mundo, dejó a todos en shock al enamorarse de Maren, la chica insignificante que nadie respetaba. La gente se burlaba: "¿Por qué perseguir a una cara bonita inútil?". Pero cuando las élites más poderosas empezaron a rodearla, sus mandíbulas cayeron al suelo. "¿Ni siquiera están casados y ella ya está aprovechando su poder?", suponían. Los curiosos investigaron el pasado de Maren... solo para descubrir que era una genio científica, una médica de fama mundial y la heredera de un imperio mafioso. Más tarde, Sawyer publicó en redes: "Mi esposa me trata como al enemigo. ¿Algún consejo?".
Brenna vivió con sus padres adoptivos durante veinte años, soportando su explotación. Cuando apareció su verdadera hija, enviaron a Brenna de vuelta con sus verdaderos padres, pensando que estaban arruinados. En realidad, sus padres biológicos pertenecían a un círculo superior al que su familia adoptiva nunca podría llegar. Esperando que Brenna fracasara, ellos se quedaron boquiabiertos ante sus identidades ocultas: una experta en finanzas mundiales, una ingeniera superdotada, la corredora más rápida... ¿Había algún final para sus identidades que mantenía ocultas? Después de que su prometido pusiera fin a su compromiso, Brenna conoció al hermano gemelo de él. Inesperadamente, apareció su exprometido, confesándole su amor...
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Tras dos años de matrimonio, Sadie por fin estaba embarazada, llena de esperanza y alegría. Pero su corazón rompió cuando Noah le pidió el divorcio. Durante un atentado fallido contra su vida, Sadie se encontró tendida en un charco de sangre, llamando desesperadamente a Noah para pedirle que la salvara a ella y al bebé. Pero sus llamadas quedaron sin respuesta. Destrozada por su traición, abandonó el país. Pasó el tiempo y Sadie estaba a punto de casarse por segunda vez. Noah apareció enloquecido y cayó de rodillas. "¿Cómo te atreves a casarte con otro después de haber dado a luz a mi hijo?".
Sarah, Kamila y Laury, son tres chicas que se ven atrapadas en situaciones insólitas que las llevan a satisfacer sus deseos más íntimos y a jugar sus juegos más sucios. Las tres son buenas chicas y se enfrentan a situaciones que nadie imaginaría, como aceptar una propuesta indecente de un desconocido en un ascensor. O contar su fantasía más sucia en un desafío en una fiesta, mientras un CEO depredador los escucha. O tal vez pasar la noche en la misma habitación con dos hermanos perversos...
Un exitoso CEO que llega desde el extranjero para descubrir los problemas de una de sus sucursales en Latinoamérica. Gracias a su amigo más fiel y gerente de la empresa, se infiltra como un empleado más para descubrir qué está fallando. Conoce a una de las empleadas, una madre sustituta que cuida a sus sobrinos y que, sin saber quién es realmente el nuevo señor gruñón, se enamora del pesado pasante. Mientras él se siente cada vez más atraído por ella, su jefe directo, también interesado en ella, se mete todo el tiempo en esa relación secreta. El CEO deberá lidiar con su identidad secreta, los problemas de la empresa y el creciente conflicto personal, todo mientras intenta ganarse el corazón de su compañera.
Sofia era una joven de 18 años cuya madre estaba enferma del corazón, en un ataque respiratorio ella conoce a Scott el cardiólogo de cabecera de su madre, al verlo queda hipnotizada, por ese hombre, después de un giro inesperado en su vida sus caminos se juntan y a raíz de ello se desatan Miles de emociones y sucesos que pueden poner fin a su historia o eso dependerá de la fortaleza de su amor y lealtad.
Un italiano es citado al juzgado de la ciudad de las vegas, debe presentarse en cinco días o ira a la C@rcel por abandono de personas desvalida y otros cargos más, lo peor es que dicen que abandono a su esposa y él es un abogado exitoso, empresario de familia y soltero ¿qué sucederá cuando el viaje? ¿Podrá aclarar la situación o terminará en la c@rcel? ¿Quién será la supuesta esposa? ¿Alguien usurpo su identidad? Federico se enfrentará a la decisión más importante de su vida, cuando le toque decir si desconecta o no a su esposa... La cual es una desconocida para el ¿Que decisión tomará? Le tocará cuidarla y velar por sus intereses mientras la familia de ella busca la forma de enviarlo a prisión y el amigo de su esposa se hace pasar por su pareja solo para vaciar sus cuentas.
DOS DESCONOCIDOS, UNA SUITE DE HOTEL, UNA NOCHE DE DIVERSION, ES LO QUE LES PASA A NOELIA Y A CRISTOFER. CUANDO ELLA SE DESPIERTA DESPUES DE UNA NOCHE INTENSA, SE DA CUENTA DE QUE HAY UN HOMBRE EN LA CAMA, AVERGONZADA, SE LEVANTA Y VA RECOGIENDO SU ROPA ESPARCIDA POR TODA LA SUITE, PERO ANTES DE VESTIRSE EL DESCONOCIDO SE LEVANTA ESCONDIENDOSE ELLA DENTRO DE UN ARMARIO. EL LA BUSCA POR TODA LA SUITE DESESPERADO Y CUANDO LA ENCUENTRA ELLA SE ENCUENTRA COMO EN UN ESTADO DE SOCK, HASTA QUE EL LE DICE QUE ESTAN CASADOS, Y QUE ELLA DEBE CUMPLIR COMO SU ESPOSA QUE ES, PERO NO ESTANDO MUY CONVENCIDA Y DESPUES DE PEDIRLE EL DESCONOCIDO QUE SE QUEDE A SU LADO, YA QUE NECESITA TENER UNA ESPOSA DANDOLE EL UNA TARJETA DONDE PONE SU NOMBRE Y ELLA SE DA CUENTA DE QUE EL NO ES UN DON NADIE, SI NO QUE ES EL CEO MAS DESEADO POR LAS MUJERES DE NUEVA YORK, APARTE DE SER UN MULTIMILLONARIO, ELLA SE MARCHA CORRIENDO DE LA SUITE, NO SABIENDO NADA MAS DE AQUEL HOMBRE DURANTE UN TIEMPO, HASTA QUE UNA DESGRACIA LE SUCEDE A ELLA, SUS PADRES FALLECEN EN UN ACCIDENTE DE COCHE, DEJANDOLA A ELLA SIN MEDIOS PARA SUBSISTIR, LE EMBARGAN LA CASA DEJANDOLA EN LA MISMA CALLE DESESPERADA, PERO DESCUBRE LA TARJETA QUE LE DEJO EL HOMBRE QUE PASO LA NOCHE CON ELLA, PENSANDO QUE LA MEJOR SOLUCION PARA SUS PROBLEMAS ES ACEPTAR LA PROPUESTA QUE EL LE HIZO ESA NOCHE, PERO EL PROBLEMA ES EL HERMANO DE ESE HOMBRE, QUE SIN REMEDIO SE ENAMORA DE ELLA PONIENDO CELOSO A CRISTOFER ¿QUE LE PASARA ENTONCES?¿DONDE IRA ELLA, LA BUSCARA SU ESPOSO?¿Y SI LA ENCUENTRA, LA ACEPTARA O LA REPUDIARA A ELLA Y A SU PROPIO HIJO?
-¿Porque te vistes tan pronto?-me dice viendo como me coloco mis tacones. -Porque ya es tiempo de irme no ves -contesto borde. -Bueno yo quería repetir pero sera para la próxima vez -si claro en tus sueños. -No te niego que lo que hiciste me gusto -y veo como sonríe con arrogancia -Pero lastima porque ya no te volverás a comer esto, muchos quieren comerme pero pocos pueden tenerme. Señale mi cuerpo y veo como su sonrisa se borra. ¡JA! toma eso. -Eso lo veremos porque seras Mia. -Eso es lo que crees y ten claro que para mi solo fuiste una noche loca -vi la molestia en sus ojos con esa mascara cubriendo su rostro -Y no tengo ninguna necesidad de volvernos a encontrar -lo mire con superioridad cerré la puerta tras de mi y me fui como la cabrona que soy. ¿Podrá el demonio convertir el cuerpo de ella en su infierno? ¿Hará que Giss crea en el amor? ¿Podrán superar los obstáculos en sus caminos?
Mi esposo, Alejandro, me construyó un paraíso, cimentado en un amor que creí eterno. Él se jactaba de ser un "conquistador" rebelde, que había desafiado un sistema misterioso y soportado noventa y nueve castigos por un amuleto que cambiaría mi destino terminal. Creí cada palabra, cada susurro prometiendo una vida juntos. Pero todo se desmoronó hoy, en un estacionamiento subterráneo. Dos hombres encapuchados me secuestraron, lanzándome a una camioneta sucia. En una bodega abandonada, golpearon mi pecho y el amuleto se rompió, revelando un grabado minúsculo. No era mi fecha de nacimiento, sino la de Elena, su exnovia. Y entonces, una voz metálica resonó en mi cabeza: "Sistema: Anfitrión, ¿por qué contratar intencionalmente a esos rufianes para lastimar a Sofía, sabiendo cuánto te ama?" La voz de Alejandro respondió, fría como el hielo: "El destino de Elena está plagado de desgracias. Solo así puede evitar el daño. No tengo otra opción." Mi mundo se hizo pedazos. La "reunión importante" no era por nuestro futuro, sino por la tortura orquestada que me estaba aniquilando. Los secuestradores me desnudaron. "Vamos a tomar unas fotos, abogada. Para tu portafolio", se burlaron. Solo querían destruir mi vida profesional y mi dignidad. Entonces, uno de ellos murmuró: "¿Estás embarazada?" La noticia de nuestro bebé, que pensaba darle esa noche, se convirtió en mi peor pesadilla. "No hay mayor sufrimiento para una madre que esto," dijo, y me pateó brutalmente el abdomen. Un dolor blanco me cegó. Sentí un desgarro, algo cálido derramándose. Mi bebé. Nuestro milagro. Se había ido. Alejandro no solo me había sentenciado, ¡había asesinado a su propio hijo! Más tarde, mientras yacía rota, Elena apareció en el hospital donde me "recuperaba". "Te ves fatal, Sofía," dijo con una sonrisa burlona. Luego, sacó un frasco: "Esto es para tu silencio." Me forzó a tragar un líquido que quemó mi garganta. "No te preocupes, no es letal. Solo destruye las cuerdas vocales." Cuando Alejandro la vio, ella tosió sangre falsa y fingió desmayarse, pidiendo una transfusión, solo de mi tipo de sangre. Él, sin dudarlo, me condenó. Sentí mi vida escaparse por el tubo, mi sangre salvando a la mujer que me había destruido. En mis últimos momentos, solo pensé en mi bebé. Y entendí. El sistema había permitido que escuchara cada palabra desde que el amuleto se rompió. Sabía que él era mi verdugo. Mi amor por él, la cadena que me ató, se convirtió en el arma que usó para destruirme. Pero a pesar de todo, Mónica, mi amiga, le dijo la verdad a su asistente. Ella le mostró mi prueba de embarazo de ocho semanas y la grabación de Elena admitiendo su complicidad. Alejandro, el asesino de mi hijo y el arquitecto de mi infierno, lo sabía ahora. No había redención para él en mí. En la oscuridad del corredor de la muerte, solo encontró el eco de su traición y la certeza de que nunca sería perdonado.
La voz fría del sistema me heló la sangre. «Misión de conquista fallida. Cuarto intento.» «Serás eliminada en diez segundos.» Empapada bajo la lluvia virtual, vi a Axel cubriendo con un paraguas a Camila, la influencer que me miraba con desprecio. Cuatro intentos, cuatro vidas virtuales, cuatro fracasos humillantes, todo para regresar a mi cuerpo enfermo, un cuerpo al borde de la muerte. Axel, con su voz tan gélida como la lluvia, lo dejó claro: «Amo a Camila. Siempre la he amado a ella.» Camila sonrió con crueldad: «Nunca serás yo.» La eliminación significaba la muerte real, mi cuerpo en coma no resistiría, el pánico me ahogaba. Entonces, una voz compasiva me ofreció una salida: «Salida anticipada. ¿Acepta?» Podía volver, escapar de todo. Pero vi el amor ciego de Axel por Camila, vi la pulsera que me dio, ahora en la muñeca de ella. Un odio profundo me invadió, desplazando el miedo. «No», susurré, mi voz temblaba de una furia desconocida. «Detectando fluctuaciones emocionales extremas. Extensión de gracia. Nueva condición: Sobrevivir.» El alivio me cubrió, pero la mirada de fastidio de Camila me mantuvo en pie. Mientras se alejaban, lo detuve: «Axel. Terminamos.» Se giró, incrédulo: «¿Terminar qué? Nunca hubo nada.» «Sí lo hubo. Un contrato. Y ahora, lo doy por terminado.» Le arranqué la pulsera a Camila, la sostuve frente a él. «Esto… ya no lo quiero. Ya no quiero nada de ti.» Y la arrojé al lodo. Su rostro se contrajo de ira: «¿Qué te pasa? ¿Enloqueciste?» «No. Solo desperté. Me cansé de ser tu chiste, tu pasatiempo, tu sustituta.» «¿De verdad creíste que sentía algo por ti? Todo fue un juego, Ximena. Un juego que tú perdiste.» Me clavó el último golpe: «Nunca sentí nada.» El sistema narró mi fracaso, mi enfermedad terminal, mi pronóstico fatal. La lluvia se intensificó, borrando a Axel y Camila, dejándome sola con el corazón roto. El olor a antiséptico me recibió de vuelta al mundo real, con el pitido rítmico de las máquinas. Un accidente estúpido había acelerado mi cáncer, dejándome meses de vida. Fue entonces cuando apareció el Sistema, una interfaz lógica en mi mente. Me ofreció un trato: entrar en "Amor Virtual" , un juego que yo misma ayudé a programar. Si conquistaba a Axel, mi vida se extendería. Desesperada, acepté. Quería tiempo para mi padre, para mi proyecto, para vivir. Pero el sistema fue cruel, mi avatar se parecía a Camila, su obsesión. «El sistema es eficiente», me dijo, «el parecido aumenta las probabilidades.» Mi último intento fue el más doloroso, semanas de cercanía. Él componiendo, yo a su lado, en silencio. Momentos fugaces donde creí que me veía a mí, no a la sombra de Camila. La noche del festival, Camila ganó el premio, y Axel, eufórico, la besó. Llegó borracho, me abrazó gritando: «¡Camila! ¡Mi amor! ¡Lo logramos!» «Axel, soy Ximena.» Me miró, entrecerrando los ojos: «Claro que eres tú, mi Camila. ¿Quién más podría ser tan hermosa?» Me besó torpemente, y ese beso no era para mí. Mi corazón se rompió. En mi segundo intento, usé información para consolarlo en el aniversario de su madre, un evento que Camila siempre olvidaba. Fui deshonesta, manipuladora, pero luchaba por sobrevivir. Y en el proceso, me enamoré de verdad. De sus manos en la guitarra, de su ceño fruncido, de su rara sonrisa. Le cocinaba sus platos favoritos, arreglaba los bugs de su música. Me quedaba despierta, escuchando sus sueños, sueños donde Camila era la protagonista. Yo era su apoyo invisible, y él ni siquiera se daba cuenta. «Camila, te amo», murmuró. «Siempre te he amado.» Se durmió repitiendo su nombre, mientras yo, rota y vacía, me ahogaba en rabia y dolor. «¡Cállate!», grité, pero él ya soñaba con ella. A la mañana siguiente, Axel, con resaca, se sentó mientras yo preparaba café. El silencio era denso. «Buenos días», dijo. No respondí, solo le serví café negro. Me vio los ojos hinchados y el rastro de tristeza. «¿Estás bien?» Solté una risa seca: «Estoy perfectamente.» Me senté, la decisión de la noche pesaba, pero me daba calma. «Axel», dije firme. «Dame un mes.» Me miró confundido: «¿Un mes para qué?» «Sé mi novio por un mes. Haz lo que te pida, sin preguntas. Acompáñame, sé amable. Finge, si es necesario. Después, desapareceré para siempre.» Era mi último adiós, un mes para un recuerdo solo mío, sin la sombra de Camila, para despedirme del amor. Me miró receloso. La idea era extraña, casi masoquista. Pero la promesa de mi partida era tentadora. «¿Por qué haría eso?» «Porque te lo debo», mentí. «Por molestarte. Un último favor.» Lo pensó. La desesperación en mis ojos era real. Quizás así me dejaría en paz. «Está bien», suspiró resignado. «Un mes. Y después, te vas.» «Trato hecho», un nudo en mi garganta. Sentí un triunfo amargo. Tenía mi mes, treinta días para un final. «Bien», me recompuse. «Para empezar… quiero ver la Aurora Boreal.» Casi se atraganta: «¿Qué? Está al otro lado del mundo virtual. Carísimo y difícil.» «Eres un músico famoso. Puedes permitírtelo», respondí tranquila. Recordé habérselo pedido antes, en mi segundo intento: «¿Por qué gastaría tiempo y dinero en ir contigo? Con Camila sería romántico. Contigo… solo un viaje.» Las palabras dolían. «No quiero ir», dijo tajante. «Tenemos un trato, Axel. Dijiste que harías lo que te pidiera. Esto es lo primero.» Me miró, atrapado. Mostraba irritación, pero había prometido. «Está bien», cedió. «Iremos. Pero no esperes que me divierta.» «No espero nada», respondí. Y por primera vez, era la verdad. El viaje al Glaciar Norte fue largo y silencioso. Axel conducía el vehículo flotante con aburrimiento, y yo miraba paisajes digitales. El juego era una obra de arte, me sentía orgullosa, a pesar de todo. Al llegar, el cielo nocturno se iluminaba con cortinas verdes, violetas y rosadas. Más hermoso de lo que imaginé. Por un instante, la belleza nos unió. Incluso Axel pareció conmovido. «Es… increíble», murmuró, mirando el cielo. «Sí, lo es», sentí una punzada de felicidad. Cerca, un puesto vendía "Lazos de Luz Eterna" . La leyenda decía que si una pareja los ataba al mirador, su amor duraría para siempre. Era una tontería turística, pero yo quería hacerlo. Era un símbolo, aunque falso. Cuando iba a pedírselo, lo vi, su mirada. No miraba la aurora. Sus ojos estaban fijos en una figura que acababa de llegar. Era Camila. Envelta en un lujoso abrigo de piel blanca, riendo y tomándose selfies con admiradores. Brillaba, atrayendo todas las miradas, incluida la de Axel. Mi corazón se hundió. La magia del momento se hizo añicos. Claro que Camila estaría aquí. El juego siempre me recordaba mi lugar. Abandoné la idea de los lazos. ¿Qué sentido tenía? Sería una mentira sobre otra mentira. Me abracé, sintiendo el frío del glaciar. Axel apartó la vista de Camila, como si despertara. Se dio cuenta de que lo miraba, con una expresión vacía. «¿Qué pasa? ¿No ibas a decirme algo?», preguntó a la defensiva. «No. Nada», mentí. «Solo estaba pensando.» «Ximena», su tono se suavizó con lástima. «Sé que esto es difícil. Pero tienes que superarlo. Dejar de aferrarte a algo que nunca pasará.» Fueron sus palabras del pasado. Esta vez, sin la punzada de rechazo. Solo cansancio. «Lo haré», mi voz sorprendentemente firme. «Te lo prometo. Después de este mes, lo superaré.» Asintió, aliviado: «Bien.» El silencio volvió, de resignación. Miré las luces danzantes, mi sueño hecho cenizas. «Tengo frío», susurré. «Quiero ir a un lugar más cálido.» «A donde quieras», dijo, mirando su teléfono, seguro las redes de Camila. «Llévame al Festival de los Farolillos de Verano», pedí. Camila odiaba las multitudes y el calor. Allí estaría a salvo de ella. El Festival de los Farolillos de Verano era un torbellino de color, sonido y olor. Cientos de farolillos de papel coloreados colgaban, creando un techo de luz cálida. El aire olía a comida frita, a dulces y a incienso. Era nuestra primera vez juntos. Contra todo pronóstico, Axel parecía relajado. Sin Camila, era diferente. Más atento. Incluso sonrió un par de veces. Paseamos por los puestos. Me detuve ante uno de cajas de música de madera tallada. Una me llamó la atención, sencilla, pero la melodía era clásica y melancólica, me encantaba. La tomé, sintiendo la suavidad de la madera. «¿Te gusta?», preguntó Axel, acercándose. Asentí, sin palabras. «Entonces es tuya.» Antes de protestar, ya pagaba al vendedor. Me entregó la caja con gesto tímido. «Gracias», dije, genuinamente sorprendida y conmovida. Era el primer regalo suyo por iniciativa propia. La abracé contra mi pecho, sintiendo una chispa de felicidad, frágil y efímera. Quizás este mes no sería tan malo. La ilusión duró exactamente cinco minutos. «¡Axel, cariño! ¡Qué sorpresa encontrarte aquí!» La voz chillona y familiar atravesó el bullicio. Camila. Abriéndose paso, con una sonrisa radiante y falsa. Se había retractado sobre el calor y las multitudes. Se detuvo frente a nosotros, su mirada pasó de Axel a mí, y finalmente a la caja de música. «Oh, qué cosita tan linda», dijo, con interés artificial. «¿Dónde la conseguiste?» Antes de que respondiera, me la arrebató. «La melodía es preciosa. Siempre me ha encantado esta pieza», mintió descaradamente. Sabía que Camila detestaba la música clásica. Se volvió hacia Axel, haciendo un puchero. «Axel, cómpramela. Por favor.» «Pero… es de Ximena», tartamudeó él, incómodo. «Oh, vamos. A ella no le importará, ¿verdad?», me lanzó una mirada de orden. «Además, yo la vi primero.» «Eso no es cierto», repliqué, mi voz temblaba de ira. «Yo la tenía.» Camila me apartó con un gesto despectivo. Su estrategia cambió. Se volvió hacia Axel, sus ojos se llenaron de lágrimas falsas. «Axel… ¿recuerdas? Esta canción… era la favorita de mi abuela. Me trae tantos recuerdos…» Era una mentira burda y cruel, diseñada para apelar a la debilidad de Axel por ella. Funcionó. Axel me miró, una súplica silenciosa. «Ximena, por favor… es importante para ella.» «¡No!», grité, la humillación y la rabia me consumían. «¡Es mía! ¡Tú me la diste!» Pero mi protesta fue inútil. Axel le quitó suavemente la caja de música a Camila y se la dio de nuevo a ella. «Tómala», le dijo a la influencer, con voz suave. Luego se volvió hacia mí, con expresión de disculpa. «Lo siento. Te compraré otra.» Camila sonrió, pura victoria. Tomó la caja, le dio a Axel un beso rápido y se alejó tarareando, desapareciendo entre la multitud. Dejándome de pie, vacía y rota, en medio del festival más alegre del mundo. El dolor era tan agudo que por un momento Ximena no pudo respirar. Miré dónde Camila había desaparecido, la melodía de la caja de música burlándose. «Ximena, de verdad lo siento», dijo Axel, intentando tomar mi mano. «No sabía que era tan importante.» Aparté la mano como si su contacto quemara. «¿Que no sabías?», repetí, un susurro peligroso. «¿No me viste? ¿No me escuchaste? Estaba aquí, Axel. Te rogué que no lo hicieras.» «Ella dijo que era de su abuela…» «¡Mintió!», grité, atrayendo miradas. «¡Ella miente y tú siempre le crees! ¡A ella!» «Cálmate, estás haciendo una escena.» «¿Que me calme?», solté una carcajada que sonó a sollozo. «Me acabas de humillar, regalaste mi regalo a la mujer que me desprecia. ¿Y me pides que me calme?» La alegría del festival se había evaporado. Los farolillos parecían burlones. La música y las risas, insoportables. Con Camila, mi felicidad se fue. El pequeño destello de esperanza se extinguió. Axel me tomó por los hombros, su rostro lleno de culpa. «Tienes razón. Fui un idiota. Perdóname.» Me abrazó. Por un instante, me dejé llevar, su calor era un consuelo familiar y doloroso. «Te prometo que te compraré una caja de música mejor», susurró. «La más cara, la más bonita.» Esa fue la gota que derramó el vaso. Me aparté de él con una fuerza sorprendente. «¿No lo entiendes?», le espeté, mis ojos ardían de furia y lágrimas contenidas. «¡No se trata de la condenada caja de música! ¡Se trata de mí! ¡Se trata de que alguna vez en tu vida pienses en mis sentimientos! ¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que yo quiero? ¿Qué es lo que a mí me gusta? ¿O solo existo cuando ella no está cerca?» Mi voz se quebró, la rabia dio paso a la vulnerabilidad. Axel se quedó sin palabras. La verdad de mis acusaciones lo golpeó. Se dio cuenta del dolor que le había causado. «Yo… lo siento», repitió, las palabras vacías. Avergonzado, se alejó y regresó con otra caja de música. Más grande, más ornamentada, con incrustaciones. Más cara. «Toma», dijo, ofreciéndomela. «Esta es para ti.» La miré con desdén. La melodía era una canción pop alegre, como a Camila le gustaba. Negaba con la cabeza. «No la quiero.» «Pero… es más bonita.» «No me gusta», dije, mi voz fría y final. «No es la mía.» Me di la vuelta y empecé a caminar, dejándolo solo con su regalo equivocado. Ya no quería sustitutos ni premios de consolación. Si no podía tener lo real, prefería nada. Axel me alcanzó minutos después, con derrota en el rostro. La culpa lo carcomía. Intentando enmendar, me tomó de la mano y me guio lejos del festival. «¿A dónde vamos?», pregunté, sin oponerme, demasiado cansada para discutir. «Quiero mostrarte algo», respondió. Me llevó a su estudio de música, un lugar que conocía, pero me condujo a un patio trasero nunca antes visto. Un pequeño jardín secreto, lleno de plantas exóticas. Y en el centro, en una gran percha, un guacamayo azul. «Él es Paco», dijo Axel, con una pequeña sonrisa. «Lo tengo desde hace años.» Me acerqué al ave, fascinada. Ladeó su cabeza, mirándome con ojos inteligentes. «Hola, Paco», dije suavemente. Para mi sorpresa, el pájaro respondió claro y rasposo: «Axel te quiere.» Me quedé helada. Miré a Axel, su rostro rojo. «¡Paco, cállate!», le susurró. «¡No le hagas caso, repite tonterías!» Pero el pájaro no calló. Voló y se posó en mi hombro. «Bonita», graznó, frotando su cabeza contra mi mejilla. «¿Quieres casarte conmigo?» A pesar de mi tristeza, solté una risita. El pájaro era adorable. De forma extraña, sentía más afecto genuino de este animal que de su dueño. «Paco, creo que eres muy joven para mí», le dije, acariciando sus plumas azules. El guacamayo chilló de alegría, luego miró acusadoramente a Axel. «¡Axel es un tonto!», graznó. «¡Dale un beso a la bonita!» Axel estaba a punto de morir de vergüenza. Se acercó rápidamente, intentando quitarme el pájaro. «¡Paco, ya basta! ¡Ella es mi esposa, no puedes pedirle que se case contigo!», espetó, en un arrebato de pánico y posesividad. Al salir de su boca las palabras, el aire se congeló. «¿Tu esposa?», repetí, mi risa se desvaneció. Se dio cuenta de lo que había dicho. La palabra flotaba, absurda y dolorosa. Suavemente me quité al pájaro del hombro y lo devolví a su percha. Me enfrenté a Axel, mi expresión seria y distante. «Axel», dije, mi voz tranquila devolviéndolo a la cruda realidad. «Tú y yo terminamos. ¿Recuerdas?» La calidez del momento se rompió. El rostro de Axel se ensombreció, la vergüenza reemplazada por el dolor del recordatorio. Había cruzado una línea que él mismo había trazado. «Sí», susurró, bajando la mirada. «Lo recuerdo.» Los días siguientes fueron extraños. Fiel a su promesa, Axel siguió cumpliendo el mes. Cada mañana, me esperaba para salir. Me llevó a museos de arte, conciertos underground, playas virtuales con atardeceres perfectos. Hicimos lo que siempre quise hacer con él, cosas para las que nunca tuvo tiempo. Una tarde, me llevó a una joyería exclusiva. «Elige lo que quieras», dijo. Dudé, pero él insistió. Escogí un collar sencillo, con un pequeño dije de luna. Axel me lo puso, sus dedos rozaron mi nuca. El gesto fue tan íntimo que mi corazón se aceleró. Pero me recordé que era parte del trato. Una actuación. Otro día, me sorprendió con un caballete y un pintor. «Quiero un retrato nuestro», anunció. Posamos juntos durante horas. Axel me rodeó con el brazo, su cercanía era consuelo y tortura. Cuando el pintor terminó, la imagen en el lienzo mostraba a una pareja genuinamente feliz. Una mentira bellamente ejecutada. Demasiado tarde, pensé, mirando el retrato. Todo esto llega demasiado tarde. La última semana del mes, Axel me invitó a ver los fuegos artificiales anuales desde la colina más alta de la ciudad virtual. «Recuerdo haber venido solo el año pasado», dijo, sentados en la hierba. «Pensé lo bonito que sería compartir esto con alguien.» No dije nada. Yo también recordaba el año pasado. Había visto los mismos fuegos artificiales desde la ventana de mi apartamento, sola. Y había visto en las redes de Camila una foto de ella y Axel, besándose apasionadamente con los fuegos artificiales de fondo. Él había compartido ese momento con alguien. Simplemente, no era yo. La ironía era tan cruel que casi quise reír. Él reescribía la historia, borrando a Camila para crear una nueva versión conmigo. Pero mis recuerdos no se podían borrar. Estaba atrapada en el pasado, un pasado que él parecía decidido a olvidar. Los fuegos artificiales estallaron en el cielo, pintando la noche de oro, rojo y azul. El espectáculo era magnífico. Nos sentamos en la misma colina donde, en otro intento, en otra vida, me había abandonado por Camila. «Son hermosos, ¿verdad?», dijo Axel, con una maravilla casi infantil. «Sí», respondí, pero solo sentía un profundo agotamiento. Había obtenido mi mes. Había vislumbrado la vida que pudo ser. Pero cada risa, cada gesto amable, estaba teñido de la amargura del "casi". Estaba cansada de fingir, cansada de este dolor dulce y prolongado. Era hora de terminarlo. «Tengo sed», dije de repente. «¿Podrías ir a comprarme algo de beber? Por favor.» Era una excusa. El puesto de bebidas estaba al pie de la colina, eso le daría tiempo. Axel me miró, reacio a dejarme. «Claro. No te muevas de aquí. Vuelvo enseguida.» Me dio un beso rápido en la frente, un gesto dolorosamente real, y se fue. En cuanto desapareció de mi vista, me levanté. Me adentré en un callejón oscuro y desierto, lejos de las luces y el ruido. El aire era frío y olía a basura digital. Cerré los ojos y respiré hondo. «Sistema», llamé en voz baja. «Estoy lista.» La voz familiar y sin emociones respondió: «¿Lista para qué, jugadora Ximena?» «Quiero irme a casa. Ahora. Termina el protocolo de extensión de gracia.» Hubo una pausa, como si la IA procesara una decisión inesperada. «¿Estás segura? El objetivo Axel ha mostrado un cambio significativo. La probabilidad de éxito aumentó un 42%. Si te quedas, podrías cumplir tu objetivo.» Negaba con la cabeza, aunque nadie pudiera verme. «No me importa la misión. Ya no. Solo quiero irme.» «¿Te arrepentirás de esta decisión?» ¿Me arrepentiré? Pensé en Axel, en su sonrisa, el retrato, el collar de luna. Luego, en Camila, la caja de música, las lágrimas, la humillación. Pensé en mi cuerpo real, debilitándose en el hospital. «No», dije con certeza absoluta. «No me arrepentiré.» «Entendido. Iniciando protocolo de salida. La transferencia comenzará en diez segundos.» El proceso comenzó. Mis manos se volvieron transparentes, partículas de luz desprendiéndose. Podía ver el muro de ladrillos del callejón a través de mi cuerpo. «¡Ximena!» El grito desesperado de Axel resonó. Debió sentir que algo andaba mal. Corrió hacia mí, dos botellas de refresco cayeron al suelo. «¡Ximena, no! ¿Qué está pasando?» Sus ojos se abrieron de horror al verme desvanecerme. Corrió hacia mí, intentó abrazarme, pero sus brazos me atravesaron como humo. «¡No te vayas! ¡Por favor, quédate!», suplicó, su voz rota de pánico. Lágrimas reales corrían por su rostro. Por primera vez, vi un miedo puro a perderme. Le sonreí, una sonrisa triste y serena. Mis piernas ya habían desaparecido. «Adiós, Axel», susurré. Extendí mi mano translúcida y rocé su mejilla por última vez. Mi toque fue una brisa, sin calor ni sustancia. «Te quiero», dijo él, la confesión salió demasiado tarde. Mi cuerpo se disolvió en un torbellino de luz dorada, dejándolo solo en el callejón oscuro, de rodillas, gritando mi nombre a un cielo que ya no le respondía. El mundo real me recibió con el familiar olor a desinfectante y el constante pitido del monitor cardíaco. Abrí los ojos lentamente. Estaba de vuelta en mi cama de hospital. Mi cuerpo se sentía débil, pesado, lleno de un dolor sordo que el juego me había hecho olvidar. Mi padre dormía en un sillón junto a la cama, su rostro surcado por la preocupación. Verlo me trajo una oleada de amor y culpa. Había pasado tanto tiempo en ese otro mundo que había olvidado el dolor que estaba causando en este. Los días siguientes fueron una rutina borrosa de enfermeras, medicamentos y el rostro cansado pero amoroso de mi padre. Intenté concentrarme en el ahora, en el tiempo que me quedaba. Intenté borrar a Axel de mi mente. Casi lo logré. Una semana después de mi regreso, mientras mi padre había ido a la cafetería, la puerta de mi habitación se abrió. Esperaba a una enfermera. Pero no era una enfermera. Era Axel. Estaba de pie en el umbral, vestido con ropa del mundo real -unos sencillos jeans y una camiseta negra- que le quedaba extrañamente bien. Su cabello estaba un poco desordenado, y en sus ojos había una mezcla de agotamiento y una determinación febril. «Ximena», dijo, su voz ronca. Me quedé sin aliento. El shock fue tan grande que pensé que estaba alucinando, que el cáncer finalmente había llegado a mi cerebro. «¿Cómo…?», fue lo único que pude articular. «Tú no eres real.» «Soy real», dijo él, dando un paso dentro de la habitación. «Te encontré.» En sus manos traía un ramo de flores. Lirios blancos. Las flores favoritas de Camila. Las flores que yo más odiaba en el mundo. Se acercó a la mesita de noche para ponerlas en el jarrón vacío. «No las pongas ahí», dije, mi voz más fuerte de lo que esperaba. Se detuvo, confundido. «Pero… son para ti.» «No me gustan los lirios», dije fríamente. Recordé una vez, en el juego, cuando le había comprado un pequeño ramo de margaritas, mis flores favoritas. Él las había mirado con desdén. «A Camila le parecen flores de campo, muy simples. A ella le gustan los lirios, son más elegantes.» Al día siguiente, él había llenado el apartamento de lirios, y yo había tenido que soportar su aroma empalagoso durante una semana. Axel pareció recordar algo. Su rostro se contrajo en una mueca de dolor y arrepentimiento. «Lo siento», murmuró, dejando el ramo torpemente sobre una silla en la esquina. «Lo olvidé. Lo siento mucho.» Se acercó a mi cama, su mirada recorriendo mi frágil figura, los tubos, el monitor. «Te busqué por todas partes», confesó, su voz cargada de emoción. «Hackeé el sistema. Forcé mi salida. Tenía que encontrarte.» Sus palabras eran una locura, una imposibilidad. Pero él estaba allí, de pie frente a mí, una prueba viviente de que el amor, o la obsesión, podía romper las barreras de la realidad. Axel intentó tomar mi mano, pero la retiré y la escondí bajo las sábanas. La barrera entre nosotros no era solo la barandilla de la cama, era un abismo de dolor. «No me toques.» Mi rechazo lo hirió, pero no se rindió. «Ximena, tienes que escucharme. Cuando te fuiste… me di cuenta.» «¿Te diste cuenta de qué? ¿De que tu juguete se había roto?» «¡No!», exclamó él, con angustia. «Me di cuenta de que te amo. Me enamoré de ti.» Solté una carcajada amarga que se convirtió en tos. Cuando recuperé el aliento, lo miré con desprecio gélido. «¿Me amas?», repetí, incrédula. «Ni siquiera sabes cuáles son mis flores favoritas. ¿Y dices que me amas? Lárgate, Axel. Vuelve a tu mundo de fantasía con tu perfecta Camila.» Me di la vuelta, dándole la espalda. Pero Axel no se fue. Esa noche, cuando mi padre se fue a descansar, él regresó. Traía un termo con sopa caliente y un panecillo. «Tienes que comer algo», dijo suavemente, sentándose en el sillón. Lo ignoré, ojos cerrados. Pero el olor de la sopa, simple sopa de pollo, me revolvió el estómago y los recuerdos. Recordé noches innumerables preparándole esa sopa, enfermo o cansado. Él siempre la aceptaba sin un "gracias", sin un gesto. Yo era mobiliario, una función. Ahora me traía sopa. La ironía era insoportable. «No tengo hambre.» «Por favor, Ximena. Solo un poco.» Abrió una mesa auxiliar y puso la sopa. Llenó una cuchara y la acercó a mis labios. «Puedo hacerlo sola», dije, intentando tomar la cuchara. En el forcejeo, su mano resbaló, el tazón volcándose en la cama, peligrosamente cerca de mi brazo. Por reflejo, Axel metió su mano bajo el líquido hirviendo para protegerme, desviando el derrame. Soltó un grito ahogado. La sopa empapó las sábanas, mi piel apenas se rozó. Su mano, sin embargo, estaba roja y ampollándose. Las enfermeras entraron corriendo, alertadas. Mientras limpiaban el desastre y le vendaban la mano a Axel, él no dejaba de mirarme. «¿Estás bien? ¿No te quemaste?» Su preocupación, su dolor, su sacrificio instintivo… todo era real. Y eso lo hacía peor. Cuando las enfermeras se fueron, dejando un silencio tenso, lo miré fijamente, mis ojos llenos de furia fría. «¿Ves?», le dije, mi voz temblaba. «Esto es lo que haces. Siempre te lastimas por proteger a los demás. Eres tan… patético.» La palabra lo golpeó más fuerte que la quemadura. Vi el dolor en sus ojos, no físico. Pero no me importó. Quería herirlo. Quería que sintiera una fracción de lo que yo había sentido. A la mañana siguiente, Axel regresó, mano vendada y expresión determinada. Trajo el desayuno de una cafetería. Ni lo miré. Pedí comida a domicilio con mi teléfono. «Ya pedí algo. Puedes llevarte eso», dije, señalando la bolsa. «Y luego puedes irte.» Él no se fue. Se sentó en silencio en el sillón hasta que llegó mi comida, luego se fue sin decir nada, el desayuno intacto. Pero al día siguiente volvió. Y al siguiente. Cada día, aparecía con comida que rechazaba y un pequeño ramo de margaritas, mis flores favoritas, que ignoraba. Él simplemente las ponía en el jarrón y se sentaba en su rincón, observándome en silencio durante horas. Una tarde, llegó y me encontró mirando por la ventana. «El médico dice que necesitas moverte un poco. Caminar», dijo. «No quiero.» Me ignoró. Con una gentileza que me enfureció, me ayudó a levantarme, me envolvió en una bata y me guio fuera de la habitación, hacia el pequeño jardín del hospital. Caminamos en silencio por el sendero. El sol era débil, pero se sentía bien en mi piel. Recordé otra caminata en el parque del juego. Intenté tomar su mano, pero me rechazó porque Camila estaba cerca, hablando con fans. Él se había quedado a metros de mí, como si le avergonzara que nos vieran juntos. Ahora, en el mundo real, él sostenía mi brazo con firmeza, como si temiera que fuera a desaparecer. La hipocresía me ahogaba. Me detuve y me enfrenté a él, mi paciencia agotada. «¿Por qué?», le espeté, mi voz cargada de frustración. «¿Por qué ahora? ¿Dónde estabas cuando te necesité? ¿Dónde estabas cuando te rogaba por atención? ¡Me estaba muriendo por dentro y a ti no te importaba! ¿Por qué vienes a molestarme ahora que estoy muriendo de verdad?» Las lágrimas que había reprimido finalmente cayeron por mis mejillas. Axel no se defendió. Solo me miró, con el rostro lleno de dolor insondable. E hizo algo inesperado. Me abrazó. Me rodeó con sus brazos y me apretó contra su pecho, y empezó a llorar. No eran sollozos, sino un llanto desgarrador, el sonido de un corazón rompiéndose. «Porque hice un trato», sollozó contra mi cabello. «Cuando desapareciste… fui a ver al Sistema. Le rogué. Le ofrecí lo que fuera para traerte de vuelta, para encontrarte.» Me quedé rígida en sus brazos, escuchando su confesión rota. «El Sistema me dijo que no podías volver. Pero que yo podía venir a ti. A cambio… a cambio de mi vida en el juego. Mi código, mi existencia… todo. Si lograba que volvieras a amarme, si lograba que quisieras vivir… el Sistema te curaría. Y yo… yo desaparecería para siempre.» Me aparté lentamente, sus ojos muy abiertos. La magnitud de su sacrificio era abrumadora. Había cambiado su existencia por mi oportunidad de salvarme. Pero ya era demasiado tarde. La enfermedad en mi cuerpo no era algo que el amor pudiera curar. «Axel», dije, mi voz suave y llena de una tristeza infinita. «Ya no importa. Aprecio lo que hiciste. Pero ya no siento nada. Vuelve a tu mundo. Vuelve con Camila.» Era la mentira más amable que podía ofrecerle. Esa noche, incapaz de dormir, Ximena se dejó llevar por los recuerdos. Recordó la primera vez que vio a Axel en el juego. Sentado bajo un cerezo en flor, tocando una melodía melancólica en su guitarra. La luz del sol se filtraba, creando un halo a su alrededor. Se veía tan triste, solo, hermoso. En ese momento, la misión dejó de ser una tarea y se convirtió en un deseo. Recordó pequeños gestos de bondad que ahora dolían más. La vez que notó que tenía frío y, sin decir nada, puso su chaqueta sobre mis hombros, antes de recordar que "no debía" y quitársela torpemente. O la vez que me compró un café, exactamente como me gustaba, y luego dijo que fue un error, que era para él. Eran destellos de un Axel que pudo ser, un Axel no encadenado a Camila. Pero luego vinieron los recuerdos más oscuros. La conversación donde me dejó claro que no debía ilusionarme. «Te aprecio, Ximena. Como amiga»,
El sonido de mi guitarra, mi pasión, resonaba hueco en la hacienda que por diez años llamé hogar, un desafío silencioso a Diego, el hombre al que entregué mi alma y mi genio para construir su imperio de tequila. Pero su respuesta fue una traición helada: "Ximena, deja de hacer numeritos y sube a mi despacho. Ahora" . Y allí, sentado tras su imponente escritorio de caoba, me soltó la humillación más grande: "Quiero que tú y tu mariachi toquen en mi boda" . La boda que me había prometido a mí. No solo me descartaba por otra mujer, Sofía, sino que me exigía ponerle banda sonora a mi propia aniquilación, a mi propia traición. El golpe más cruel llegó en un susurro venenoso desde el pasillo, de boca de su lugarteniente, "El Chato", pero con las frías palabras de Diego resonando: "Ximena es buena para el negocio, para la guerra, para la calle. Pero para casarme, necesito algo… más puro. Una niña bien, educada, limpia. Ximena ya está muy corrida, muy vivida" . Cada palabra era un puñal que me desgarraba: "Sucia", "corrida", "vivida". Así me veía el hombre a quien le había dado todo, solo una herramienta para desechar cuando ya no le servía, valiendo menos que la inocencia fabricada de una desconocida. El dolor fue insoportable, pero en el fondo de ese abismo, algo se encendió: la rabia. La humillación se transformó en una determinación inquebrantable. Me levanté, la cabeza alta, y con una sonrisa forzada le dije: "Claro, Diego. Será un honor tocar en tu boda" . Pero esa no era Ximena, la víctima; era Ximena, la guerrera, a punto de desatar su venganza.
El aire en la oficina estaba denso, pesado, casi tanto como los tres años de mi vida que se evaporaban con una firma. Frente a mí, el documento de divorcio. Alejandro Morales, la estrella de rock, mi exesposo, ni siquiera se dignó a aparecer. "Señorita Romero, si tan solo firma aquí, todo habrá terminado." Tomé la pluma, con mis dedos temblorosos por una extraña mezcla de alivio y furia. "Dígale que le deseo toda la felicidad del mundo con Paulina." Firmé. Sofía Romero. Libre. Dejé mi carrera por él, organicé giras, manejé sus redes, aguanté sus humores. Todo para que, al alcanzar la fama, decidiera que yo no era suficiente. "Te has vuelto aburrida, Sofía," me dijo, sus palabras cortando más que cualquier traición. Salí a la Ciudad de México y el sol me golpeó la cara. Por primera vez en meses, no sentí que me quemaba, sino que me calentaba. "¡Ya está! ¡Soy oficialmente una mujer divorciada!" le grité a Carla. "¿Cómo te sientes?" "Como si pudiera respirar de nuevo." Esa noche, usé un vestido rojo que Alejandro odiaba por "demasiado llamativo" . En un club exclusivo, pedí la botella de champaña más cara. "Por los nuevos comienzos," brindé, "y por no volver a permitir que nadie me diga que no soy suficiente." La champaña dio paso al tequila. Bailé, queriendo sacar cada recuerdo de Alejandro. Cuando el alcohol me pasó factura, busqué el baño, pero terminé en una sala VIP. Allí, un hombre increíblemente atractivo estaba reclinado, sufriendo. "¿Mal día, guapo?" solté, mi voz arrastrada. Él abrió los ojos. Eran oscuros, intensos. "Lárgate," dijo, ronco. Estaba demasiado dolida y ebria para aceptar órdenes. "Necesito que te vayas," repitió, su voz más baja, más peligrosa. "Ahora." Me incliné, "¿O qué?" "Me drogaron," susurró. "Y tú eres exactamente lo que necesito para solucionarlo." Antes de procesar, me agarró la muñeca, jalándome a su regazo. "Tú… vas a ser mi antídoto." Su cuerpo ardía. Mi mente gritaba que huyera, pero su vulnerabilidad me desarmó. "Por favor," dijo, su mano subiendo por mi espalda. ¿Qué estaba haciendo? ¿Entregarme a un desconocido? "Está bien," susurré. Sus labios encontraron los míos en un beso hambriento. Me despojó del vestido rojo. Fue una colisión de dos extraños, una explosión de necesidad. Desperté en una habitación de hotel desconocida. El hombre dormía. Dejé un fajo de billetes en la mesita de noche. "¿Qué es eso?" dijo, despertando. "Un pago. Por tus servicios." Él recogió el dinero. "Yo no cobro. Pero sí me hago responsable." "¿Responsable? ¿De qué? ¿De una noche?" "Yo me lo estoy pidiendo a mí mismo," insistió. "Dame tu número. Te llamaré." Negué con la cabeza. "Olvídalo. Adiós." Me acorraló contra la puerta. "No me gusta que me den órdenes," susurró. "Y no me gusta que me dejen." "Esto no ha terminado, Sofía." Me quedé helada. ¿Cómo sabía mi nombre? "Te encontraré. Y cuando lo haga, terminaremos lo que empezamos." Le di un beso rápido. "Buena suerte con eso, empresario." Salí corriendo de ese hotel.
El calor del desierto quemaba mi piel, la garganta seca, una agonía eterna. Elena Vargas, mi tutora, la esposa de mi padre y la mujer que me venían a la mente con cada aliento de dolor. Bebí el jugo que me dio, después todo se volvió borroso. Desperté tirada en la arena, el veneno corría por mis venas bajo el sol implacable. La vi sonreír, una sonrisa fría y victoriosa, la de una mujer que acababa de deshacerse del único obstáculo para que su hijo, el que llevaba en su vientre, se convirtiera en el único heredero de la fortuna Romero. Ese fue mi último recuerdo antes de que el odio me consumiera. Pero el destino me dio otra oportunidad. Abrí los ojos, el aire acondicionado de mi habitación enfriaba mi piel, estaba en mi cama, en la mansión Romero, la misma habitación infantil de lujo que siempre había tenido. ¡Estaba viva! El calendario marcó diez años atrás, justo el día en que mi padre trajo a Elena a casa como mi tutora. Mi abuela, Doña Isabel, la matriarca, la abofeteó en el acto. Mi abuela me abrazó: "No te preocupes, mija, la abuela está aquí para protegerte". Los ojos de Elena, sin dulzura, solo un odio profundo. Esto era justo lo que quería, ella me manipuló y me mató. En esta vida, yo le quitaría todo.
"¿Sofía? ¿Has sabido algo de Jorge?" El teléfono no paraba de sonar, una y otra vez, con la misma pregunta, el mismo tono de urgencia de mis suegros y mi padre. Acababa de dar a luz sola, mi pequeña Luna dormía a mi lado, ajena al mundo y al hombre que nos abandonó. Nadie preguntó cómo estaba yo. Solo por Jorge, mi esposo. La noche que todo se rompió, él miraba la televisión, hipnotizado por la noticia: "LAURA VEGA, DESAPARECIDA EN ZONA DE COMBATE". Laura Vega, su ex, su obsesión. Aquella cuya sombra siempre sentí. Sus ojos no me veían, solo a ella. Su decisión fue instantánea, loca: "Tengo que encontrarla", me dijo mientras yo sentía las primeras contracciones. "¿Qué estás diciendo, Jorge? Soy tu esposa, vamos a tener una hija", le supliqué, pero él ya empacaba, ciego, sordo. El dolor se hizo insoportable, la fuente se rompió, el líquido manchó el suelo. "Jorge, estoy de parto", le dije con la voz rota. Me miró, vio el charco. Una fracción de segundo de duda, luego la maleza de su obsesión le cubrió el rostro. "Llama a una ambulancia, Sofía. Estarás bien", dijo, y siguió empacando. Me apoyé en el umbral, el dolor cada vez más fuerte. "Si cruzas esa puerta ahora", mi voz sonó como hielo, "no vuelvas. Para nosotras, estarás muerto." "Cuando vuelva con Laura, lo entenderás", respondió. Y se fue. Se llevó todo: mi paz, mi confianza, y hasta el último centavo de nuestra cuenta conjunta. Me dejó aquí, sola, a punto de parir, para ir tras una fantasía. "¿Cómo pudiste?", chillaron. "¡Es tu esposo! ¡El padre de tu hija!" "Corazón es lo que a él le faltó", les respondí. El circo mediático, las llamadas, el acoso de su familia, la humillación pública... Era demasiado. Me llamaron fría, sin corazón. ¿Yo? ¿Sin corazón? La traición, el desamparo, el miedo me habían endurecido. Pero mi hija, mi Luna, era mi ancla. Y por ella, no iba a sucumbir. No me iba a derrumbar. No iba a suplicar. Iba a pelear. Iba a desmantelar cada parte de la vida que compartíamos. Iba a recuperar lo que era mío. Y él, Jorge, el "héroe", pagaría las consecuencias.