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QUIÉREME, SÁLVAME

QUIÉREME, SÁLVAME

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37 Capítulo
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Es necesario tener roto el corazón, si bien no es un privilegio, ello no le quita lo indispensable. Vas a sufrir, llorar, maldecir y querer vender tu alma diablo para jamás volver a sentir. Pero, después de la tormenta, siempre sale el sol… «Lo quise tanto, que llegué a pensar que el amor solo podía significar destrucción» Belisa se equivoca, y sabe muy bien que lo hace. Sus errores pueden ser señalados e identificados incluso por ella misma. No, no es una chica consentida, caprichosa o rebelde, tampoco es todo lo contrario, ella está en el punto medio. Una «mortal» promedio se podría clasificar. Benjamín es casi el 90% de lo que las mujeres quieren encontrar, pero no buscan, quizá porque tienen miedo o lo creen una leyenda urbana que una vez fue. El amor no siempre es la salvación de quien lo necesita, a veces es su destrucción infinita, es el terror más oscuro y siniestro en esa alma perdida.

Capítulo 1 Epígrafe-Introducción

"Me amo, lo he confirmado cuando te conocí, tus palabras, la manera en la que me tratas y el amor que me das, fue suficiente para saber que es así."

█ █ █

|| ACTUALIDAD||

La música ya me estaba aburriendo, y ni hablar de la sonrisa que ya se iba cayendo. Cinco horas, las primeras tres la pasé de lo más alegre, exhibiendo a todos los invitados mi buena noticia. Poco después la casa se fue llenando más y más. Había gente que ni siquiera conocía, pero lo podía asociar con conocidos de Ben. Mi ahora novio y futuramente esposo, Benjamín.

Que bien se sentía decir novio y futuramente esposo…

Desde mi posición en la mesa, puedo observar cuando la puerta se abre y se hace la aparición de Lara, prima mía, de la mano con Nicolás, mi ex algo. No consigo acostumbrarme, se ven extraños juntos, ella con una espléndida sonrisa, mientras que él con un gesto de aburrimiento que habitualmente lleva. Iugh.

Lara aún no tiene la mínima idea de que yo he estado en una relación con su actual pareja. Me siento segura de ello, y prefiero mantenerlo así.

La mirada de ambos corre por todo el lugar, mi prima se acerca al oído del chico y con eso se aleja hacia la planta derecha para la cocina. Supongo que tiene antojos, así como también tiene cuatro meses de embarazo. Por otra parte, Nicolás reanuda su camino en mi dirección.

Esto no me avecina nada bueno…

Con suerte Ben viene al rato al percatarse de que mi prima está en la cocina, donde también se encuentra él, y como toda pareja preocupada, no dudaría por un segundo más en dejarme con esta persona.

Ante mi vista se posiciona la pareja de mi prima, trae su cabello peinado hacia atrás, como siempre desde que lo conocí; una camisa blanca doblada hasta los codos y desbotonados los primeros tres del pecho dejando un poco de piel al descubierto, y como quien vino por obligación, unos vaqueros azules que nada caen con el atuendo de la cintura para arriba.

—¿Me regalas una copa? —pregunta señalándome una de las diez copas que se encuentran en la bandeja que resguardo.

Me abstengo de volcar los ojos.

—Coge una si gustas —replico mirando por encima de él.

Mi novio ya salió de la cocina.

—Lo volveré a repetir, sí que has cambiado para bien—. Su vista recorre lentamente todo mi cuerpo que está infundido en un vestido blanco corto.

Asqueroso.

—Me he arrepentido —admite mirando hacia mis piernas, con la copa en la boca.

—Iras al reino de Dios ahora sí —digo sarcásticamente.

Se muerde el labio divertido sin quitarme la vista de encima.

—Me dijeron que tenía que venir, pero no me dijeron para qué —cuestiona, jugando con la copa entre sus dedos.

—Fiesta de compromiso—. Sorprendo airosa, obviando su mueca de sorpresa.

—No me digas que tus papás se volverán a casar —imita mi tono sarcástico.

—No, lo haremos nosotros. ¿Mi amor? —estiro mis manos y las de Ben me reciben gustoso. Su semblante está serio, no soporta al chico de mi costado.

Nicolás cambia de expresión repentinamente mostrándose desanimado. Cabe destacar que ambos no pueden estar en un mismo lugar.

—¿Nos vamos ya, amor? —pregunto fijándome en él.

—Es de mala educación irse cuando los invitados llegan—. Como siempre, Nicolás metiendo su cuchara.

—La invitación fue enviada a Lara, pero nos faltó agregar sin mochila —objeta Ben, en clara alusión a su entrometida persona.

—Donde va mi mujer, voy yo —contraataca cínicamente el aludido.

—Vámonos despidiendo Ben —ignoro la actitud sobre potente del invitado.

—Iré por las chaquetas, vendré en seguida, ¿vale? —la incomodidad por dejarme sola con Nicolás es de esperar.

—Ve —le despido guiñándole.

Me da un beso en la cabeza y rápidamente se dirige a la planta de arriba, no sin antes dirigirle una mirada asesina al acompañante y se va de largo donde se encuentran nuestras pertenencias.

Nos iremos a celebrar como se debe nuestro compromiso.

—Deja de provocar a mi pareja, deja de jodernos la existencia —ataco al personaje no grato de esta historia.

—Quiero recuperarte, tenerte de la misma manera en la que te tuve hace dos años —ruega, porque sí, si es un ruego —una última oportunidad, solo una última —pide, y de pronto cualquier huella de diversión se ha esfumado de él.

Por otra parte, la mueca de sorpresa en mi rostro sobrepasa cualquier rastro de conmoción, debe ser alucinante, y no por escuchar aquella confesión que me ha repetido miles de veces, sino porque Lara, mi prima, está atrás de él y, por lo que parece estuvo entretenida escuchando aquel dato.

Cubrir cinco años los sucesos que no quieres recuperar, para que lo vuelvan a desenterrar en tu fiesta de compromiso.

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