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Historia
La esposa despreciada del rey malvado

La esposa despreciada del rey malvado

Autor: glenmarts
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Capítulo 1 1

Palabras:1184    |    Actualizado en: 19/12/2023

meses

s regios y lustrosos, caían desaliñados en mechones desordenados. La niña ya no lo era y a

os desterrada por su padre no parecían ser suficientes para que ella perdiera por completo la esperanza de vivir

ios del gobierno del padre de ella, esperando con inter

bló un funcionario una vez e

ombre no soportaba verla, pues ella misma era el retrat

piel sobre la ropa de vagabunda. Arabella respiró agitada. En un abrir y cerrar de ojos, se encon

reino de Darkheaven —anunció el rey, poniéndola en

su padre. Alaric del reino Darkheaven había asesinado a su sobrino con tal de ascender al trono. Los rumores decían que era cruel y despiada

raordinaria. En su aislamiento, su mirada expresaba los secretos y anhelos que sus labios no podían pronunciar. Con el destino guian

cia Darkhaven, el aire estaba cargado de incertidumbre y la esperanza flotaba como una luz tenue en la oscuridad que la rodeaba. Se encont

inas verdes cedían paso a oscuros bosques y cielos nublados. En los poblados por los que pasaba, la gente la observaba con mezcla de

destino que se revelaría en sus salones y pasillos. La primera vez que sus ojos encontraron los del rey, Arabella sintió una corrient

je, avanzó hacia el altar con miedo. Las palabras del juramento matrimonial quedaron suspendidas en el aire, mientras sus ojos y los del rey Alaric se enc

supo que su relación con e

ora no podía? Siguió llorando y de un momento a o

sie

nca le permitió acercársele… Solo aquella vez, en la que salió perjudicada por su locura momentánea o al me

resonó con un tono helado mientras sus ojos, más cortantes que cuchillas,

alma, manteniendo la compostura a pesar de la mirada despectiva que l

as. Cada gesto, cada movimiento, era una batalla silenciosa en la guerra que se libraba entre sus almas. En las noches

ida —murmuró el rey en una ocasión, y s

Arabella, con un atisbo de resistencia en su voz

castillo en un manto oscuro, el rey Alaric, en apariencia imperturbable

ios de su propia mente, vagaba por los corredores en la penumbra, con los ojos inyectados en un frenesí que contrastaba drásticamente con su semblante níveo.

ribos y el control. Empezó a sudar frío. Debía alejarse de Arabella si no quería cometer alguna locura y lu

e lado y la tomó a la fuerza de la cintura. Arabella abrió los ojos asustada

¿Qué hace? —e

a mirada en sus labios y se lanzó sobre e

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