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Historia

Capítulo 5 Rechazo

Palabras:2406    |    Actualizado en: 31/03/2021

ver en la cajuela de aquel lujoso automóvil, podía verlo

guntó, como si hub

dose en su silla y con miedo de seguir hablando. — Usted es mi jefe, ademá

oyas, todo lo que me pidas te lo daré, solo necesito esto de ti. — Sonaba casi como una súplica,

ba a entregársela mientras estuviera soltero y siguiera cambiando de amante como de ropa interior, Anastasia Wilde era la candidata perfecta, no se atrevería a llevarle la contraria, aceptaría sus órdenes obedientemen

rente a él no era en absoluto lo que se esper

des comprar con algo de diner

te amaré, solo quiero que te conviertas en mi esposa, yo heredo la compañía, luego decimos que tuvimos altibajos en nuestra relación, nos divorciamos, recibes tu parte de los bienes que di

ojada, Anastasia se puso de pie y recogió su abrigo. — Muchas gracias por la taza de café, señor Russo. Pero Anastasia Wilde no se ven

sentir escalofríos, el tono de voz de su jefe estaba cargado con una emoción negativa

ecencia de regresarla

era repentina, ahora solo lo veía como el típico hombre que creía

ahí fuera o terminaba resfriándose por la inmadurez de su jefe al no aceptar la respuesta que le dio, estaba conforme con re

desde la cocina, Anastasia siguió de largo subiendo las escaleras, probablemente su padre estaba en su oficina adel

te rápido, pero el desastr

circo, riéndose a sus espaldas de lo desgraciada que era, escuchó la pregunta de su madr

seco. — Me quedé ha

revolcándote? — La risa descarada de Alexis se escuchó al fondo, era el único

cio, pero él simplemente

o de voz de la esposa del hombre al que llamaba padre seguía siendo frío y hosti

lo significaban que se

tipo de tratos aun si fuera

n poco más y podría s

eltas en la cabeza, de todas las cosas que podía pedirle

rato mirando a la nada. ¿Otr

staba ahí junto a ella en el tejado de su casa, contemplando el atardecer al

. Eres el rayito de s

era todo lo que

o tenía que seguir preocupándose por pequeñeces, est

e o dijese su jefe co

fé de su jefe ya estaba esperando encima del escritorio junto a una dona salada, Anastasia dio un último vistazo

pila de papeles que estaba revisando para entrar a la of

ncél

iscu

la maldita cita ¿No enten

— Se atrevió a decir, le pareció injusto que se dejara dominar por el carácter agresivo

d, la mano que cortaba su respiración le recordó los sucesos de la noche que estuvieron juntos, asustándola al punto de querer llorar. — Escúcheme bien, señorita Wilde. NUNCA vuelva a pretend

viendo a la chica correr des

usiera de pie, mareado abrió uno de los cajones de su escritorio, de donde sacó una p

a cesta de frutas y espero vuelva a intentarlo luego. — Anastasia respiró de alivio tras la conversación por teléfono más larga e incómod

para sí misma llegó otra

que le estaba ofreciendo Verónica, una recién llegada que ganó respeto y admiración por su increíble capacidad de habers

a, el chocolate era agradable al gusto, con un punto de e

gnoran todos aquí, me sentí culpable y pensé que podríamos ser amigas. — Anastasia miró en su bien parecido rostro alg

las intenci

, CEO Erick o señor Russo'' Conoce tu lugar, n

a indirecta de inmediato. — Además ¿No es raro que te hayas convertido en su secretaria de la noche a la mañana? ¿

aban hablando

tió de aceptar su chocolate de la amistad fingida.

a por ese tipo de mujer frívola — Si tú pudiste hacerlo ¿Por qué yo no? Seguramen

cl

se entrometió entre Verónica y la puerta.

nión en cuanto me

ia no o

ficina, el señor Erick no quiere

consiguió abrir la puerta, entrando de manera estruendosa — ¡Erick! ¿Puedes creer que tu secretaria inventó el pretexto de que no querías visitas para no dejarme entrar

a Anastasia asomándose mientras espe

vez enseñó, grandes bolsas decoraban su rostro además de la cara de perro ra

e, acercándose hasta ella a pasos pesados y lentos, com

con mi pañuelo caído, me he enamora

z era un tipo de sonrisa q

allerosidad ¿Cierto? — Verónica se paralizó al escucharle. — Escuché por ahí que ya has dor

sso no es as

u casa y por eso me llamabas tan familiarmente. — Dejó salir una r

ándose la camisa Verónica siguió retrocediendo

é está

sia en

a segura, casi pudo escuchar el sonido de la espalda de Verónica al estrellarse contra los libros y grapadoras que estaban encima. — Entonces espero que al menos

trató de

eñor! Lo siento, por

ecas para impedir que huyera. — Ve y notifícale al departamento de

ujó el hombro de Anastasia cuan

Anastasia trató de acercárs

e esperaba una escena similar a la anterior Erick simplemente de

iró con cuidado su muñeca, incóm

l solo

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