img Mi Amante Secreto El CEO  /  Capítulo 1 PRÓLOGO. La rabieta de un playboy. | 9.09%
Instalar App
Historia
Mi Amante Secreto El CEO

Mi Amante Secreto El CEO

Autor: NATHS
img img img

Capítulo 1 PRÓLOGO. La rabieta de un playboy.

Palabras:1475    |    Actualizado en: 16/06/2025

. Era el único heredero del emporio de bancos agrícolas Montes de Oca, y su vida entera se h

antros más exclusivos, acompañado de copas caras, ris

a abrir los ojos. Dormía hasta tarde, evadiendo c

Oca, lo observaba con una mezc

de tiempo -gruñía entre dientes, cada vez qu

una breve internación en Europa bajo el pretexto de "rehabilitación de

-le soltó una mañana, seco como un balazo-. Y si no

en bata de seda, con el cigarro si

o un título, ¿para qué quiero

se puso ro

r -ordenó, clavando los ojos en él como s

tó una carc

rera, ni voy a convertirme en tu esclavo con corbata. ¿O qu

e endureció, pero Orl

joven como para seguir firmand

-

de pie, con un ramo de flores en los brazos y la mirada cansada de

-le preguntó desde su auto l

ella, nerviosa, sin saber si m

o al menos un golpe de suerte- Orlando sólo buscaba algo más que un ra

se le ocurr

on el rostro desencajado, al verlo entrar con aquella mujer vest

o te preocupes, firmó un contrato. Todo se anula cuand

uvo al alcance-. ¡Desde hoy no eres mi hijo! ¡Al menos que vengas d

ujer? -ironizó Orlando, quitándose con calm

n parásito! ¡Y me da asco ver cómo arrastr

ncipe que la sacaría de la pobreza, se dio cuenta de que no e

susurró a Orlando, con los ojos empañ

nmutó. Se encogió de hom

un contrato, ¿no? E

el mundo que apenas comenzaba a im

asa que los sacaran inmediatamente. Y mientras los escol

e, no vengas arrastrándote. Aquí ya

una gran broma. Encendió el motor, mirando de reojo a la mujer sentada en

ta-. Mi papá hace esto siempre. Se le pasa rápido. Vamos a

una vida diferente, de lujo, de cuentos que no terminaban mal. Sonrió, cre

rmol blanco, recepcionistas uniformados, y una fuente que danzaba

co palabras para

tarjeta fue

como si le hubieran dicho que el s

mpre fallan -espetó con desprecio, y sacó de su cartera n

fuente, esperando un deseo cumplido. El recepcionista revisó u

ron rechaz

hondo, y por primera vez, sintió algo que desconocía: vergüenza. No

siempre y cuando hubiese tequila de por medio. Lo acogió, sí, pero solo por

ó a llamar. Ni un mensaje, ni una amenaza, ni un ins

r al mundo real. Buscó trabajo. En bancos, agencias, empresas de tecnología,

econocían, y lueg

e don Aurelio

recibía una llamada anónima, una advertencia. Su padre s

se había instalado en su sofá-. Viviste del nombre de tu padre

Mordía su orgullo

nqueta, su amigo se le acercó con una cerve

apataz. No está mal pagado, y al menos tendrás casa y comida. Además... será un

a como si le hubieran dicho que debía conv

o es un spa -dijo el amigo, medio en broma, medio en serio-. Pero sirve pa

mirada dulce que una vez vendía flores- ya le resultaba asfixiante. Desd

ecía-. Me avergüenza que me vean en

señora de qué,

mbos se culpaban mutuamente por estar donde estaban. Pero ella no lo d

Orlando tomó

con satisfacción cínica-. Nada puede s

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY