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Historia

Capítulo 4 Colóquelos en cuatro patas

Palabras:1339    |    Actualizado en: 22/06/2025

miembro, gimiendo con desagrado. Luego, por detrás, se le unió otro que la puso a cuatro pa

el conductor se

sición de "perrito", que ve

a mí boca abajo, cruzadas sobre ella, de modo que delante nos era cómodo chupar y detrás teníamo

icos apenas se contenían, todos habían sacado ya de la bragueta sus erectos y firmes m

a! – exclamó el conductor y m

uda, hinchada y rezumante, y eso hizo que se fluyera aún

stá claro quién merece un mie

a noche aún probarás todos nuestro

on un miembro largo pero no muy grueso, y yo rodeé su

za caliente de su miembro en mi ansiosa raja, porque no podía girarme; solo sabía qu

miembro de Lesha, aunque por ahora solo entraba un poco más de la mitad antes

y masturbaba la base de su miembro, cuando sentí que

on un par de nalgadas. El miembro era muy grueso y apenas abría m

embestida, hincando su miembro en mi vagina chorr

cupada con el miembro de Lesha. Mi mediocre trabajo para Lesha claramente no le agradó, pues de pronto me agarró de la cabeza, enredó mi cabello en su mano y empezó a cl

aspecto: una rubia desnuda y acalorada, siendo montad

horro de semen tan caliente que empecé a atragantarme. Lesha sacó su miembro de mis labios manchados de semen y sa

y después al miembro que me ofreció, hasta dejarlo reluciente; sin embargo, de

a supe quién. De inmediato abrí la boca y engullí con placer un miembro grueso y alg

ca, y yo no opuse resistencia; como buena prost

ugos deslizarse por mis piernas y solo arqueaba las caderas con más fuerza. Al fin, sacó su arma de mi inter

n; ni una gota debe desperdiciarse, ¿e

los chicos follaron solo a Cristina,

ue cuando unos labios rozaron mi culo, arqueé las nalgas

ición, acercándose a mis agujeros; por los son

semen y de mis fluidos. Aquello lo excitó tanto que empezó a lamerme en serio, follándome con la lengua primero en un aguj

impió su miembro en mi cabello. Luego lamí otra vez su miembro y sus bolas; no sé cómo alguno ev

ba vergüenza admitir lo mucho que me h

obre lo bien que nos habían dado la pali

ía un café. Tras el maratón de ayer, todos mis agujeros dolían y no te

apo. Me gustaba, pero sabía que un pijo como él jamás me

s. Pronto comenzó a llover, y no paró durante dos días seguidos. Yo me senté junto a la ventana, abraz

luvia se hubiera llevado todo su calor. Las gotas caían en la piscina con un chapoteo suave pero perceptible, y sentía que cada una reflej

ectación melancólica, y yo me quedé atrapada también en ese estado. Tenía la impresión de que el tiempo se había detenido. Solo el sonido de la lluvia r

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