una opulencia casi vulgar. Candelabros de cristal, flores
joya que mi madre le había dado colgaba de ella, haciéndola brillar como un ídolo. Mi madre y mi
ueño broche de plata con la forma de una segadora, un regalo de mi padre que siempre l
describían: corpulento, con ojos pequeños y crueles y una sonrisa que no ll
ojos pasaron por encima de mí sin regis
l no paraba de alabar a Luciana, su belleza, su dulzura, su naturaleza bon
egó el momento
e, su copa en la mano. El
lias", comenzó, su voz grave resonando en la sala. "Una alianza sellada c
mática, sus ojos r
se fijó en mí por un segundo, llena de desprecio, antes
Roy, su voz goteando veneno. "Se casa con la princesa, la que es amada
copa haci
ya de la casa Salazar. Me c
ó contra el suelo. El rostro d
ongeló, sus ojos se abrieron
trampa que habían preparado para mí s