ol calentaba su piel y la música de él llenaba el aire. La casa estaba silenciosa, pero no era el silencio pesado de antes. Era un
a sentido. Sabía que él era impulsivo y a veces problemático, pe
. Llamaría a Javier, le diría que finalmente es
rta y varios hombres de mudanza metían cajas y muebles a la casa. Y en medio del caos,
aquí?", preguntó El
, tranquila e imperturbable. "Javier tuvo otro problema. L
te y posesiva. "Hola, hermanita. Pa
bas de ir", tartamudeó
enes. Javier no tiene a dónde ir. Es tu hermano", dijo Mateo, su tono no dejaba lugar a la
. Era la invasión, la destrucción de su sueño de libert
jo con una calma forzada que no
desafiante. "¿Ves? Elena siempre me cuidará. No
nó Mateo, pero sin la f
cla tóxica de dependencia y resentimiento. La quería cerca, pero odiaba que ella tuviera una vida propia, una vida que no giraba en torn
n debía proteger por extensión. Nunca vio la posesividad y los celos enfermizos que Elena soportaba en silencio.
ue nunca. Elena no podía dormir. Pasó por el pasillo y escuchó voces provenientes de la habitación
voz de Mateo, baja pero firme. "Ella es
sa! ¡Yo lo sé!", la voz de Javier era un siseo venenoso. "Ella me ama a mí. Si
o. Elena contuv
Mateo finalmente, su voz sonaba can
rgonzada. Se refugió en su habitación y comenzó a empacar una maleta en secreto.
puerta de su habitación se ab
mirada fija en la malet
cesito mi propio espacio". Mintió. No q
dó mirándola por un largo momento, sus ojos oscuros pare
?", pregu
ellos y la tomó suavemente por los brazos. Se inclinó y sus labio
empre habían sido fríos, un deber. Pero esto era difer
imos cinco años, en la calma predecible de Mateo. Confundida y agotada, no