música en la mano de Bernardo. Esa pequeña caja de madera c
mohada voló por el aire y me
figurado por los celos y la rabia-. ¡No quiero verl
murmullo tranquilizador destinado solo a el
! -gritó Evelin, señalándome con un dedo tembloroso
nzó una mirada
lvió hacia los dos corpulentos guardaespaldas que
brazos. Fueron bruscos, sus dedos clavándose en mi piel mientras me arrastraban fuer
o de grava y cerraron la pu
ma de una colina remota, a kilómetros de la ciudad, sin coche y sin s
que hacer má
tes zapatos de la cena apretándome los pies. Cada paso e
muy lejos de aquí. Me había tropezado y torcido el tobillo. Sin decir palabra, se había agachado, ins
e, Addie -había susurrado, su alie
illas golpearon con fuerza el asfalto.
ía mostrado, las promesas que me había hecho, pertenecían a un fantasma, a un hom
dura en mi estómago. Se había acaba
nué mi larga y solitaria caminata montaña abajo. Las lá
era principal y logré parar un
ugar que había sido nuestro ho
nmigración para Europa, mis dedos volando sobre el teclado. Necesitaba
ié, con efecto inmediato. Les dij
leta. Era un número desconocido. Casi
dis
rnardo. Fría
ecoge un vestido para Evelin. Es para la
orden. Me estaba tratando com
y yo hemos terminado. El contrato se está redactando.
onido bajo y
de tu padre? Es una cosita frágil. S
spendida en el aire
dió-, te disculparás con Ev
re se m
parme? ¿
ecio-. Estate allí en una hora. -Colgó an
liento. Pero la idea de que la caja de música de mi padre, el último
abrigo y fu
estaba ligeramente entreabierta. La empujé y
sus voces desd
ome detrás de una gran plan
sa que me revolvió el estómago-. Mis dos años de amnesia... encontrarla, casarme c
-la voz de Evelin era un
a reunión de negocios, estaba desorientado. Cuando desperté a su lado, me fui de inmediato. No significa nada para mí, E
e. Esa noche, había vuelto a casa y me había hecho el amor
guntó Evelin, su
él-. Ahora, ven aquí.
as sábanas, un sua
la prueba del ves
murmuró él, su voz densa d
vas a hacer con esa mujer? ¿La que
o la voz de Bernardo
as, mi amor. Lo